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Quién no querría estar allí, en pareja o con amigos, disfrutando de un trago en una noche estrellada de verano. Con el oscuro abrazo del río y ante la atenta mirada de miles de luces que desde Asunción, contemplan y envidian.

Llegaron de España con la idea de un negocio gastronómico playero “onda Ibiza”. Pensaron primero en la Costanera, luego en un barco y terminaron eligiendo un lugar que parecía “nada que ver”.  Tenían muchos factores en contra pero como estaban empecinados decidieron probar y aguantar unos tres meses. Y de entrada,  Asunción les tendió una mano y les brindó la mejor de sus sonrisas. Hoy, a un mes de la decisión, hay que hacer reservas para ser atendido en el lugar.

Manguruyú, puesto de comida al aire libre, es el proyecto gastronómico más original y novedoso, audaz y atrevido, de los últimos años. Está ubicado en el puerto de Chaco-í, en la margen occidental del Río Paraguay, justo frente al centro de Asunción.

Alex y Claudia tenían la idea fija y como Alex venìa de Ibiza, a toda costa querían aplicar algunas de las ideas que se le ocurrieron de ese lugar. La nueva Costanera de Asunción fue el primer objetivo, pero no pudo ser. Luego pensaron en un servicio gastronómico a bordo de un barco, pero las responsabilidades civiles que debían asumir para encarar el proyecto les hizo desistir.

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Chochos de la vida están Alex Bogarín, Claudia Sielawko y Nancy Bogarín de Retamozo, los responsables del Manguruyù.

Buscando siempre a orillas del río, encontraron una propiedad en el puerto de Chaco-í  y decidieron alquilarla. El lugar es aún muy rústico, sin infraestructura moderna, lejos del mundanal ruido. Están expuestos a las clemencias e inclemencias del tiempo y por las dificultades en la comunicación, la logística es un problema mayúsculo.

Para llegar por tierra hay que hacer un largo periplo de 31 Km. (pasar el puente Remanso, tomar la ruta hasta Chaco-í, o si no, abordar un pintoresco barquito, en la nueva Costanera, que en 30 minutos te deposita en la otra orilla del río). Nosotros, optamos por la segunda alternativa y fuimos hasta allí en el horario nocturno.

Y así descubrimos, que todas las dificultades mencionadas, no son nada ante el plus extraordinario que nos brindaba el viaje. Y así, descubrimos una cara desconocida de Asunción. Asunción es tan linda de día, pero que bella es de noche. A medida que nos alejábamos de la costa, la ciudad se mostraba a todas sus anchas, maquillada con un carnaval de luces.

Y como dicen que de lejos se ve mucho más claro, aparecen ante nuestros ojos,  construcciones de las que no teníamos conciencia, matungos edificios que están como disputándose a ver quién es el más alto. Y en medio de ellos, casi encandilando con sus colores, emerge el más vetusto pero el de más rancio abolengo, con su imponente presencia, para remarcarnos que es un Palacio que nació en la época de los López.  (Ver galería)

Uno no puede dejar de mirar la ciudad, a lo largo de todo el viaje. Y al llegar, tampoco uno puede despegar los ojos de ella. Porque además está en todas partes, con tan solo mirar hacia al frente.

Llegados al puerto de Chaco-í, puerto es un decir, es más bien una playada donde se pueden abordar los numerosos barquitos que desde allí, todo el día llevan a las paseras hasta Asunción con sus cargamentos de Clorinda. Uno baja a tierra, gracias a unos rudimentarios pontones de madera y debe ir a campo traviesa unos 50 metros para llegar a Manguruyú.

En el lugar, nos sorprende lo bien puesto que está el restaurante considerando el pobre entorno que lo rodea. Mesas y sillas multicolores en la terraza; camastros, mesas y sillas playeras en la arena, al borde del río. Todo ubicado de frente a la majestuosa vista de Asunción. Nada es de material de desecho pero tiene un inocultable look “boliche gastronómico”.

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Arriba, aparece una vista general del lugar, llegando desde el río. Abajo, dos tomas del ambiente de la terraza.

¿Y la gastronomía? El lugar se especializa en pescados. Chupín, sopas, ceviche con mariscos, milanesas, romanitas, tilapia a la parrilla, moqueca de peixe, pero hay también ensaladas, picaña al ajo y vacío y entrañas al wok. Nada extraordinario pero sin desentonar y desde luego a precios muy accesibles. De beber, un poco de todo y tragos con una barwoman que prepara una sangría Manguruyú, muy recomendable.

En fin, uno puede salir hasta insatisfecho por comer o por beber. Lo importante es que uno sale con el alma llena por la paz y el sosiego que se disfruta en el lugar. Se le llena a uno los ojos de tan magnífica vista. Y hay que dar gracias a Alex y Claudia por tener el atrevimiento de habilitar un local como éste.

“Somos el único restaurante que  tiene la vista hacia Asunción” dice Alex y es cierto. Además agrega que “el barquito nos ayuda a sacarnos el stress”, lo cual también es cierto. Él tenía el convencimiento de que la idea iba a resultar porque en su experiencia en el extranjero pudo apreciar que proyectos tan pintorescos como éste llegaban a buen puerto.

El éxito que tuvieron fue tan repentino que les obligó a ampliarse sobre la marcha. Inicialmente, sólo estaban instalados sobre una terraza de la propiedad pero ahora abarcan también la playa con una capacidad total para 130 personas. Tienen reservas adelantadas para dos semanas.

“El río es una dificultad, contábamos con ese riesgo pero creemos que las crecidas no son tan significativas. Eso sí, en invierno vamos a ser un poco más chicos, pero vamos a estar abiertos para la gente que gusta comer de un buen pescado y quiera disfrutar de la vista de Asunción”, nos dice.

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La especialidad de Manguruyù son los pescados. Aquí aparecen, una tilapia cocinada a la parrilla, una milanesa de surubi. También se sirven ensaladas.

El tema de la logística plantea un grave problema porque los proveedores no llegan hasta allí y tienen que aprovisionarse a través de los barquitos. No tienen un depósito grande por lo que no pueden tener un stock muy grande, pero tratan de prever lo que van a necesitar en la semana.

Manguruyú es muy perfectible aún, tiene muchas cosas que mejorar pero han logrado abrir una ancha puerta con inmensas posibilidades en lo gastronómico y turístico, sin dejar de mencionar que puede ser un gran espaldarazo para el futuro desarrollo urbanístico de la zona, que está siendo vista como el futuro espacio natural para el crecimiento de Asunción.

Alex y Claudia, saben que están sentados sobre una pequeña mina de oro. Dependerá de la capacidad y el interés que pongan para llegar hasta la veta principal. Mientras tanto ya son solicitados por funcionarios de turismo, de la Municipalidad de Asunción y empresas comerciales para llevar adelante proyectos conjuntos.

A la hora de volver, nos invade un poco de esa sensación que tenemos cuando se acaban unas vacaciones. En el barquito, de vuelta nuestros ojos se posan inevitablemente sobre Asunción y nos sentimos profundamente reconciliados con ella. Nada de pensar en el caótico tránsito, en los baches, en los motochorros, en los ómnibus chatarra, etc. Cómo dirían en el facebook, totalmente VOLVIBLE. (Diana Raquel Frutos Pereira dixit)

DATOS ÚTILES

  • Horario:  Almuerzo: viernes, sábado y domingo de 12:30 a 16:oo.  Cena: jueves, viernes y sábado de 20:00 a 24:00.
  • Reservas: Se necesitan hacer reservas, a través del inbox de la página en Facebook.
  • Costo: El costo promedio por persona es de 50.000 guaraníes, sin contar las bebidas.
  • Costo del barquito: El viaje en barquito hasta el lugar es gratis, en el horario nocturno. De día se debe abonar porque los barquitos realizan su itinerario habitual Asunción-Chaco-í.
  • Los viernes y sábado, asisten más las parejas y grupos de amigos. Los domingos concurren familias. La mayoría proviene de Asunción pero también hay clientes que llegan de Argentina.
  • Manguruyú tiene 6 mozos, 3 cocineros, 2 parrilleros. Y los dueños que colaboran en todas las tareas. El cocinero jefe es Waldi Riveros.
  • Los dueños son Alex Bogarín, Claudia Sielawko, Nancy Bogarìn de Retamozo, Natalia y Hugo Riquelme.
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por Gastro

3 comentario en “Manguruyú nos ofrece la cara más bonita de Asunción”
  1. EL BANHO DEJA MUCHISIMO QUE DESEAR!!! No tiene ni picaporte SE ESTIRA CON UN ALAMBRE!!…JAMAS ENCONTRAMOS LA PIZARRA CON LOS PRECIOS… Te cobran lo que quieren y uno ni se piede enterar. Hicimos reserva para 10 y nos pusieron una mesita que apenas es de 5 personas. No hay un menu que se pueda dar a un ninho ni gaseosas light. Nos toco un lindo recuadrito cubierto pero el problema es que te hundis todo en la arena… deberian haber compactado o poner un pisito. Nos cobraron lo que un restaurant de 4 estrellas nos hubiera costado. No hay relacion costo beneficio.

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