“Mal” dijo lacónicamente Oliver Gayet cuando le preguntamos cómo les fue a los restaurantes tras la primera semana de reapertura. “Algunos no pudieron cubrir siquiera los gastos de salarios del personal”, agregó el presidente de la Asociación de Restaurantes del Paraguay (ARPY). Augusto Insfrán, vocero de la Asobarpy (Asociación de Bares del Paraguay) opinó en el mismo sentido diciendo que la situación está muy dura.
Peor de lo que estaba previsto resultó la reapertura de los locales gastronómicos nucleados en la ARPY. Se sabía que no iban a volver a la normalidad y con el afán de comenzar a trabajar aceptaron de buena gana las medidas de seguridad sanitaria que reducían en un 50% la capacidad de los locales y el protocolo del modo covid. Aun con esas limitaciones estimaban una mayor concurrencia que la que hubo en esta primera semana.
“Creemos que en esto jugaron tres factores. El primero, es el miedo que la gente tiene respecto a la pandemia, el segundo es que increíblemente hay muchas personas que todavía no saben que se reabrieron los restaurantes y el tercero es que los clientes no quieren cumplir con las exigencias de la trazabilidad impuesta por las autoridades sanitarias y por supuesto no quieren ponerse el tapaboca en un restaurante”, precisó Oliver.
Muchos restaurantes de la ARPY y muchos que no están afiliados a la entidad, no abrieron sus puertas pese a que estaban autorizados a hacerlo en el inicio de la tercera fase de la Cuarentena Inteligente. “Varios de nuestros asociados van a aguantar cerrados hasta que mejore la situación y muchos de los que abrieron ya no atenderán los lunes, martes y miércoles para abrir recién en los fines de semana”, dijo el titular de la ARPY.
Los datos brindados por el dirigente gremial de los gastronómicos es una media general de los restaurantes asociados a la ARPY. “A algunos les fue mejor, pero tampoco es que les haya ido de maravillas”. Son conscientes que mientras no exista una vacuna contra el covid 19, tienen que limitarse a atender en el 50% de su capacidad. “Algunos pueden aguantar más que otros, y hay quienes podrían cerrar mañana”, acotó precisando la situación.
El Gobierno puede esperar que la situación se resuelva por sí sola y que cada empresario se vea con sus problemas, o intervenir en favor de las empresas. “No sabemos que quiere el Gobierno”, expresó Oliver. Pero aseguró que si no toma intervención “la mitad de los locales gastronómicos no vuelve a abrir, porque el negocio va a ser inviable”. La ARPY hace varias semanas presentó un petitorio al Equipo Económico en favor de los locales gastronómicos.
“Lo que nosotros pedimos se puede llevar a la práctica si se tiene voluntad política” afirmó refiriéndose a: disminuir el IVA para las compras en restaurantes, la disminución del 50% del aporte obrero patronal y a la reglamentación de las comisiones que cobran las tarjetas de crédito. También figuraba entre los pedidos la flexibilización de los contratos de trabajo y obtención de créditos blandos.
Respecto al último punto, Oliver expresó que los préstamos “no nos conviene porque después tenés que pagar. No queremos créditos queremos soluciones reales y concretas”. La ARPY mantiene un buen nivel de diálogo con los representantes del Gobierno pero nunca lograron abrir las puertas del Equipo Económico. “Hay buena voluntad pero nunca vemos los resultados concretos”, especificó. Y remató con esta frase: “está dura la cosa, no está fácil para los restaurantes”.
En igual sentido opinó Augusto Insfrán, quién es uno de los voceros de la recientemente creada Asociación de Bares del Paraguay (ASOBARPY) que agrupa actualmente a alrededor de 35 locales de Asunción, Ñemby, Itaugua, Luque y San Lorenzo. “Es duro, muy duro y hay mucha mala propaganda”, fue lo primero que nos dijo cuándo le consultamos su opinión sobre la reapertura.
“La gente tenía mucho miedo en el sentido de que nosotros no íbamos a poder cumplir con las medidas de seguridad sanitaria. Ahora que cumplimos esperamos que vaya más gente a los bares. Esta situación se va a revertir cuando haya más movimiento en la economía”, siguió diciendo nuestro interlocutor.
Señaló Insfrán que repercutió mucho en los locales la exigencia de que las mesas estén a dos metros de distancia unas de otras ya que los bares generalmente son locales pequeños. Por ese motivo habían solicitado a las autoridades municipales autorización para ubicar sus mesas en los espacios públicos, como las plazas y veredas. “Estamos viendo cómo se manifiesta la gente adentro para salir después afuera”. Señaló también que se quedan cortos con el horario ya que deben cerrar a las 23 de lunes a jueves y a las 24 de viernes a domingo. “Esperemos que la gente se acostumbre a salir más temprano”, comentó.
Por su parte, Ahmed Omeiri, uno de los principales responsables del Villa Morra Park, un patio de comidas al aire libre ubicado en Mariscal López y Malutín, dijo que la reapertura les había ido bien aunque un poco flojo todavía. El sábado tuvieron una rotación de unas 60 mesas. “Esperábamos esto, sabíamos que iba a ser así de lento porque la gente está tomando confianza, queremos que tengan confianza en nosotros, dijo.