Sebastián ya tiene la sartén por el Mango

6 octubre, 2017
Sebastián Schinini, un argentino hijo de paraguayos que se instaló en Areguá en el 2010 y comenzó a producir platos de cerámica muy demandados por los restaurantes de alta cocina.

Sebastián Schinini, un argentino hijo de paraguayos que se instaló en Areguá en el 2010 y comenzó a producir platos de cerámica muy demandados por los restaurantes de alta cocina.

Sintió la necesidad de canalizar sus impulsos artísticos con el uso de las manos. Por eso se instaló en Areguá, toda una meca de la alfarería y la cerámica. A instancia de unos amigos cocineros comenzó a hacer con el barro platos de cocina justo en un momento en que la gastronomía busca vetas de innovación inclusive en la vajilla. Hoy, que un restaurante utilice platos con el sello de Mango Rojo es todo un signo de distinción y vanguardia.

Sebastián Schinini, es argentino y vive en Areguá desde el 2010. Allí se instaló con su familia luego de llevar toda una vida ejerciendo su título de licenciado en Administración Agraria. Siempre trabajó en el área comercial y administrativa. Y le pareció fantástico que dicha ciudad mostrara barro por todos lados y en ese ambiente artístico cultural que transmite le invitaron a hacer un curso de alfarería y desde allí le picó el bichito. Comenzó a interesarse en la cerámica y poco a poco fue desarrollándolo como hobby.

“Comencé a investigar sobre la arcilla y sobre la historia de Areguá. Así,  fue como enfrenté el desafío de dar un paso más allá de lo que algunos ceramistas habían logrado en esta zona. Fue continuar con la línea de fundir esmaltes sobre el barro, lo que no es tan fácil porque hay que cocinar las piezas dos veces, debes tener conocimiento de minerales, química, fuego y alquimia. La luna también influye”, nos dice explicando su quehacer.

Un plato que está en proceso de esmaltado. El tinte que vemos se transforma en otro color después del proceso de horneado. Y nunca se sabe que color finalmente tendrá el plato.

Un plato que está en proceso de esmaltado. El tinte que vemos se transforma en otro color después del proceso de horneado. Y nunca se sabe que color finalmente tendrá el plato.

Y lo primero que hizo en ese quehacer fueron unos hornitos, pequeños tatakuas que se utilizan como quemadores de incienso. Aun así,  todavía no tenía muy claro hacia dónde apuntar en su producción con el barro. Y allí aparecieron unos amigos chefs que ya estaban en la búsqueda de montar sus creaciones gastronómicas en platos más artísticos. “Hice algunas pruebas, probé ciertas técnicas y desde entonces experimenté con diversas formas y colores de platos y bandejas, tipo vajillas gourmet y comencé a venderlos entre los amigos”.

La suerte vino a tocar a su puerta cuando en una feria conoció a Rodolfo Angenscheidt  y este le encargó la vajilla para el restaurante Tierra Colorada. “Yo estaba trabajando de cinco a seis platos pero era la primera vez que me encargaban una línea completa”. Trabajó conjuntamente con el Chapori en el entendimiento de que el plato no solo debía ser el recipiente para el alimento sino que debía reflejar el ambiente y también convertirse en un ingrediente más de los platos.

No hay un plato igual a otro porque se hacen a mano.

“Me fui a su local para conocer y entender. Juntos comenzamos a elaborar la idea que tenía al respecto. Después de 20 días tuvimos la primera línea de vajilla a escala. Buscamos que la piezas sean simples, sencillas y transparentes. No todos los esmaltes son apropiados para la cocina. Rodolfo quería unos colores más interesantes como el rojo y naranja pero estos colores son tóxicos en un 95% porque se hacen a base de metales pesados como el plomo, por ejemplo. Esos colores al contacto con elementos ácidos como el vinagre, tomate, aceto, libera esos metales y uno lo va consumiendo”.

“Para mí era una prueba importante, porque además los platos iban a ser sometidos a un alto tráfico en el lavavajillas y resultaba como una prueba de calidad. Por la resistencia y por los colores. No todos los colores se pueden utilizar, por lo menos si abajo del plato no dice libre de metales pesados porque existen algunos combinados y algunas técnicas que son muy hermosos pero son caros. Difícilmente esos platos tengan esmaltes con elementos que sean  tóxicos.  Hay que tener cuidado sobre todo cuando no se conoce de donde vienen los colores rojo, naranja y amarillo, este es el peor.»

A partir de allí, el boca en boca, los comentarios, trajeron el éxito. Hoy son numerosos los restaurantes que lucen sus recetas gastronómicas en platos de Mango Rojo. Y hay algunos que están formando fila esperando sus pedidos. Son fáciles de reconocer porque por lo general tienen colores raros y formas a veces extrañas, Hay platos, fuentes y cuencos, todos fabricados en cerámica.

Esta pieza fue diseñada exclusivamente para servir seguramente un Volcán de Chocolate. El pastel relleno se ubica en la cima y al abrirse derrama su contenido en un nivel inferior y en el espacio de abajo se ubica la bocha de helado.

Esta pieza fue diseñada exclusivamente para servir seguramente un Volcán de Chocolate. El pastel relleno se ubica en la cima y al abrirse derrama su contenido en un nivel inferior y en el espacio de abajo se ubica la bocha de helado.

La elaboración es todo un tema. Detrás de cada plato, participan por lo menos seis o siete personas. Primero elaborando la pasta a partir de una arcilla proveniente de Tobatí o Pirayú, tratando de limpiar el barro de las impurezas que contiene a través de un proceso de filtrado. El barro limpio es el que se utiliza para los platos, el barro sucio se destina a las planteras y el barro más fino se usa para otras piezas. El barro es amasado a mano y una vez que se compacte, luego de un reposo comienza el proceso de diseño que también se hace a mano. “No hay un plato igual a otro porque se hacen a mano”.

Luego, la pasta amasada y con el diseño listo va a un horno. A este proceso le llaman el bizcocho. La pieza se cocina y se obtiene la superficie apropiada para el esmaltado. “El esmalte no es más que una combinación de vidrio, silicato, cuarzo, feldespato y son productos alcalinos, aptos para el consumo. Después del esmaltado la pieza vuelve al horno a 1.100 grados y después de 48 horas ya está en condiciones. Los esmaltes son blancos, grises, ocre, después del horneado puede salir verde, azul, crema. Hasta que no abrís el horno no sabes con qué color te vas a encontrar. Tenes una formula pero nunca te da el color que va a tener”.

¿Eso quiere decir que nunca podrás tener una gran colección de Mango Rojo con colores uniformes?

Si querés todo uniforme, te invito a que vayas a cualquier bazar que allí vas a encontrar platos uniformes. Yo no quiero hacer eso, podría hacerlo porque existen esmaltes que se venden en el comercio o en la industria. Yo elaboro los esmaltes y eso hace que los colores no sean uniformes.  Hago colecciones, juegos de platos pero ninguno es igual a otro, armamos líneas pero no queremos que ningún plato sea igual a otro. Nosotros tampoco somos iguales, tiene que ver con la diversidad.

Los platos de Mango Rojo son todos diferentes. Ni uno solo es igual al otro. Ni en su forma ni en sus colores. Porque se hace todo a mano.

Los platos de Mango Rojo son todos diferentes. Ni uno solo es igual al otro. Ni en su forma ni en sus colores. Porque se hace todo a mano.

Cuando tomas un plato nuestro, vas a sentir que hay una huella, sentir que nuestros platos tienen huellas, eso es lo que queremos y buscamos. A través de la energía que nosotros pulsamos en esos 21 días para que ese plato nazca y pueda llegar a tus manos y puedas disfrutar  aunque no sepas bien de que lo que estas disfrutando. A veces vas a comer a algún lugar y no sabes qué fue lo que en el fondo te hizo sentir bien. Es un conjunto de cuestiones  y yo creo que el plato tiene su cuotita de ese sentirte bien. Eso es lo que nosotros buscamos y creo que se están animando a entender este ejemplo. No es lo mismo un plato hecho por una máquina que un plato elaborado por seis personas. Es mi idea, tiene que ver con el arte, expresar ideales, por una cuestión estética.

¿Son perfectibles tus platos?

Evidentemente, siempre hay cosas para mejorar, hay que experimentar para conseguir mejores funcionalidades. A veces ocurre que hay platos que son muy bonitos pero no terminan de ser funcionales, hay bandejas que son muy planas, quedan hermosas para las revistas pero el jugo va para todos lados, los mismos chefs nos fueron explicando que una salsa tiene una densidad que puede salir de las fuentes. Hay una cuestión con los platos de 35 centímetros, son hermosos pero poner en una mesa no deja mucho lugar para otras cosas. Yo no vengo del mundo gourmet pero trato de entender lo que pasa, estamos aprendiendo acerca del tamaño de las porciones, el peso de los platos también es un tema. No es lo mismo usar un plato que pesa medio kilo una vez por semana, a que un mozo tenga que lidiar todo el día con un plato de medio kilo. A mí me gustan mucho los platos con texturas pero a veces no son muy funcionales cuando uno tiene que trabajar.

Si los que te encargan los platos participan en el diseño, ¿qué fue lo más raro que te pidieron?

Hubo alguien que quiso que le haga un plato para un volcán. Había un espacio donde se ponía el brownie que al cortarse derramaba el chocolate o lo que tenía de relleno y tenía otra área donde se ubicaba la bocha de helado. En diferentes alturas. Le gustó mucho al cliente. Forma parte del show, después surgen algunos pedidos especiales, como por ejemplo una manija de cinco litros que se ponía sobre la mesa y los clientes tomaban con unas pajitas. También resultó muy extraño que los miembros de la colectividad francesa me comenzaron a pedir unas copitas para servir el huevo poché. Después comencé a hacer para todo el mundo.

Platos, cuencos, teteras y portas huevo Poche, algunas de las piezas que más produce Mango Rojo.

Platos, cuencos, teteras y portas huevo poché, algunas de las piezas que más produce Mango Rojo.

¿Tenes mucha demanda?

Hasta ahora doy abasto para todos los pedidos, trabajamos los fines de semana también. La verdad es que el mundo de la cerámica es tan amplio porque después que empecé con la línea  de platos gourmet, también hago bachas para baños. Yo no invento nada, me gusta que sirva para impulsar a nuevas generaciones que vuelvan a sentir la cerámica como un oficio del cual se puede vivir.

¿Por qué Mango Rojo?

Esta es mi casa, y aquí hay 15 mangos rosas. El rojo es por las paredes. Hice todas las paredes con un adobe que lleva ocho baldes de arena  roja con una de cemento. Quedó todo rojo. Siempre me llamó la atención desde que llegué ver esos mangos colgados. Y la idea surgió de unas amigas que a este lugar le llamaron Mango Rojo. Yo no quise salir a vender los productos con mi nombre porque en realidad se trata de un proceso de elaboración artesanal en el que participan seis personas. Creemos que Mango Rojo es un colectivo de creatividad.

¿Y como encaras el fututo?

Yo creo que todo tiene que ver con la sostenibilidad. Para sostenerlo tenemos que seguir invirtiendo en hornos, capacitación, formar gente, creo que lo importante es crecer poco a poco. Tenemos muchas posibilidades de crecer en Asunción. No estoy hablando de salir afuera aunque muchos clientes extranjeros vienen y compran. Llevan 12 platos en el avión. Nuestro próximo paso es consolidarnos como marca a nivel país y ser un referente para la nueva generación que quiera encarar esto como un oficio. También está la posibilidad de expandirnos en otras líneas, baño, luminarias y ver un poco como podemos entrar en esos segmentos.

No hemos adentrado también en pisos, para hacer diseños especiales, algunas guardas, es un nicho el tema de los murales. Es muy amplio el campo que uno tiene en relación a la cerámica. Están los filtros de agua por ejemplo. Se hacen filtros de caolín porque este material secuestra los metales pesados y a través de la elaboración de esos filtros uno puede descontaminar agua, se usa mucho en el norte de Argentina y Chile.

  • Facebook: Mango Rojo
  • Contacto: 0991765410 Sebastián Schinini
  • Puntos de venta: Nueva Americana del Shopping del Sol
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