El 2024 nos sorprende con otro “gran invento” argentino con uno de nuestros platos típicos más queridos. Se trata de la chipa. Un empresario misionero (de Posadas) se atribuye la creación “revolucionaria” de la chipa como snacks, es decir inventó la chipa pirú. Es ya reiterativo el ataque de apropiación de nuestras recetas por parte de nuestros vecinos. Y la chipa es el producto que más sufre con estas intenciones.
“De Misiones para el mundo, la bizcochipa, es un invento que surgió gracias a la creatividad del abogado Osvaldo Ramírez” según se promociona en algunos videos en las redes sociales. “Quedamos sin caja porque se sorprendieron de lo que podemos llegar a hacer los misioneros, que es la chipa hecha snacks”, dijo el abogado, quién fue galardonado como un caso de éxito de emprendedurismo a raíz de este proyecto.
Según la promoción la Bizchochipa está hecha con fécula de mandioca, margarina, queso, huevo y sal, por eso es sin Tacc apto para celiacos, vegetarianos, no veganos porque contiene huevo. “Desde un primer momento sabía el potencial del producto cuando se ofrecían en bolsas transparentes y le invitaban a familiares y amigos las expectativas del producto eran muy altas, y el crecimiento era inminente” agregó señalando que sueña con volverse una franquicia.
En ningún momento de las promociones y publicaciones que se pueden ver en los medios tradicionales y en las redes sociales se hace mención de que se trata de nuestra chipa piru. Y actitudes como esta se han vuelto muy comunes desde hace algunos años. El nordeste argentino comparte con nosotros los mismos platos tradicionales. Originados en Paraguay y que por diversas circunstancias históricas terminaron siendo la gastronomía principal de esa región.
Durante siglos nunca existieron dificultades para reconocer que platos como la chipa, la sopa paraguaya, la chipa guazú y otros eran paraguayos. Nunca hubo una necesidad de reivindicación porque a nadie se le ocurría apropiárselos. Sin embargo, con el auge que adquirió la gastronomía en las últimas décadas la situación ha cambiado. Los argentinos de la citada región no están dispuestos, en su gran mayoría, a aceptar que la gastronomía que los representa tiene origen paraguayo. Y la presentan como propia.
El producto más atacado de apropiación es la chipa, porque se trata de un producto internacional, que se puede comer en cualquier lugar y a cualquier hora. Y en su versión de chipa seca o chipa pirú se agrega su fácil conservación. En Buenos Aires, desde hace añares se vende chipa en las calles y siempre fue reconocida como producto paraguayo. En los últimos años existieron varios ejemplos de estas actitudes de no reconocimiento y hasta se puede hacer un recuento.
En marzo del 2021, la Unesco subió a sus redes sociales un contenido que destacaba que la chipa era procedente de Argentina. Hubo una protesta generalizada incluso del gobierno paraguayo y la información tuvo que ser corregida. En mayo del 2021, el conocido chef español Carlos Arguiñano dijo en un programa de la televisión de su país que la chipa era un pan de queso argentino. Ante las críticas recibidas, tuvieron que modificar el texto, pero el video quedó inmortalizado en youtube.
En setiembre del 2021 un local gastronómico en Madrid, España utilizó como nombre Chipa, un nombre genérico que identifica a una comida típica paraguaya que en consecuencia no debería utilizarse como marca. Además, el local se jactaba de ofrecer la auténtica receta de chipa y se destacaba por vender empanadas argentinas. Esta situación ocurre porque no existe una política para la defensa del patrimonio gastronómico y cultural de nuestro país.
En noviembre del mismo año, el diario argentino Clarín daba cuenta de un “gran invento argentino”, la chipanada, es decir la empanada de chipa, sin saber o sin percatarse que seis años antes Empanadas Santa Fe (hoy desaparecida) había creado ese gusto entre las distintas variedades de empanadas que producía. Existen otros ejemplos, pero para muestras bastan y sobran las mencionadas.
Es probable que ni siquiera nos hubiéramos enterado de estos hechos si no fuera por el Comisiario de la cocina típica paraguaya, el chef Vidal Domínguez Díaz, quién es uno de los pocos profesionales del ramo que se preocupa por ejercer la defensa del patrimonio gastronómico nacional, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
“Mientras que nuestras autoridades no tomen en serio en registro de nuestras recetas, continuaran usurpando lo nuestro”, posteó en sus redes sociales. En nuestro país no existe una política definida en la materia porque ningún organismo asume la responsabilidad sobre lo que afecta a la gastronomía nacional de una manera integral. Para cuestiones de marca está la DINAPI (Dirección Nacional de la Propiedad Intelectual), para la defensa del patrimonio está la Secretaría Nacional de Cultura, para cuestiones turísticas está la SENATURA (Secretaría Nacional de Turismo) y para las cuestiones de seguridad alimentaria está la INAN (Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición), para las cuestiones económicas, está (nos parece) el Ministerio de Industria.
Es un tema multifácetico y nadie asume la responsabilidad. Por ejemplo, hoy en día la gastronomía tiene una vital importancia en el desarrollo del turismo y el turismo tiene una gran incidencia en la economía. Pero para aprovechar la gastronomía como elemento dinamizador del turismo se debe iniciar urgentemente una labor de rescate y revalorización de la gastronomía paraguaya, lo que incluye en primer lugar el registro de nuestras recetas, primero como patrimonio nacional y luego como patrimonio universal.
Como se ve el tema, traspasa muchas áreas y no cae exclusivamente en una de ellas. Debe ser una tarea interinstitucional. Hoy la carne vacuna es nuestro principal ingrediente gastronómico y es uno de los mejores del mundo. Para aprovechar esta situación no solo debe mejorarse la producción ganadera tendiente a la exportación de un carme premium, sino también la oferta de los locales gastronómicos para lo cual hacen faltas pequeñas políticas especiales de promoción que salen del marco turístico y cultural. Tal vez, deba crearse un organismo especial que abarque todos los aspectos.