Tierra Colorada del chef Rodolfo Angenscheidt, figura en el puesto 70 entre los mejores restaurantes de América Latina, durante la última década.

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“Tierra Colorada se cierra por dos años”, la voz de Rodolfo Angenscheidt sonaba clara y contundente a través del teléfono.  Le volvimos a preguntar para tratar de definir si no era una exageración propia del grave momento que está pasando el sector gastronómico, pero volvió a repetir la frase y agregó “por lo menos”.  Parecía muy seguro pero la desazón era evidente. El restaurante acaba de cumplir diez años en febrero y “tenemos que cerrarlo”, nos decía descorazonado.

Lo sorprendimos justo en momentos en que estaba pagando el sueldo a sus trabajadores, el aporte a IPS y preparando el pago de impuestos.  “Yo tengo para aguantar un mes más pero tengo que reinventarme. Hay que ser sinceros, esto no va a terminar cuando pase la Semana Santa. Según lo que uno puede leer con todas las informaciones que llegan esto va a estar complicado durante todo el año. Esto está empezando y yo lo siento de esa forma”,  seguía expresándose.

“Es una catástrofe. Cagamos. A todos nos afecta. Y en todas partes del mundo. El turismo se viene abajo. Quién va a ir a España, Francia o Perú para disfrutar de la gastronomía. Se acabó por un tiempo. Hasta para la chipera está complicado”. En esta especie de queja existencial no había ningún tipo de reclamaciones ni pedido de asistencia de parte del Gobierno.

Tierra Colorada es el restaurante más emblemático del Paraguay. Fue el único que logró ingresar en la lista de los 50 mejores de América Latina. Fue el precursor de la cocina paraguaya contemporánea y a lo largo de la última década formó una nutrida clientela al punto que, hasta antes de la crisis creada por el coronavirus, era uno de los pocos restaurantes de la ciudad que gozaba de una ocupación casi plena.

“Nada va a volver a ser como antes -vaticina el Chapori- hasta el concepto de la gastronomía va a cambiar”. De ahí es que no ve que una propuesta como la de Tierra Colorada sea factible hasta dentro de dos años. No es que mientras tanto vaya a cruzarse de brazos. El admite que tiene que reinventarse e incluso admitió que ya tiene “un par ideas” en la cabeza pero no quiso adelantarnos. Reconoció, sin embargo, que tendría que ser algo masivo, no tan exclusivo o de alta cocina. “Otra cosa, otro concepto, hay que comenzar de cero, como todo el resto”, agregó.

Angenscheidt, aparte de ser uno de los principales protagonista de la gastronomía nacional es también un referente internacional. Uno de sus grandes amigos es el argentino Mauro Colagreco cuyo restaurante Mirazur fue elegido como el número uno del mundo. Y otro, es el peruano Virgilio Martínez, cuyo local Central es uno de los más importantes de América Latina y el Mundo. Es decir tiene información de primera mano, de cómo podría afectar al sector gastronómico la epidemia de coronavirus, a nivel nacional e internacional.

Y ya al culminar nos contó que tiene “el alma partida”. Es que su hijo Franco, cocinero como él, se encuentra varado en Lima, Perú, sin pasajes ni posibilidades de retorno al país. Está en dicha ciudad estudiando cocina en Le Cordon Bleu que suspendió sus clases por el tema de la pandemia. Su regreso al país tal vez coincida con el tiempo que Rodolfo calcula que podría pasar antes de reabrir Tierra Colorada.

Por otro lado, el Chapori, es también una de las cabezas visibles de la parrilla Pozo Colorado en donde también está involucrado el Grupo Cruz (No me Olvides, Sipan) que cerró sus puertas con motivo de las medidas sanitarias impuestas por el Gobierno.

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