En el siglo pasado había una frente al club Sol de América. Era muy concurrida en la década del 70, pero una nota del Diario ABC, hace hincapié en las numerosas deficiencias del local, que eran comunes a otros establecimientos gastronómicos, que sus periodistas visitaron en el año 1978 para hacer una serie de notas tituladas La cena fuera de casa.
“La Quinta Avenida exhibe en casi todo su trayecto parrilladas y bares. En la intersección de dicha arteria y Antequera está ubicada la parrillada “Acaray” cuyas instalaciones algo descuidadas no son precisamente el lugar ideal para esta clase de negocios. Este sector capitalino densamente poblado, no deja espacio para que los que acudan a este sitio encuentren un lugar donde estacionar el vehículo. La parrillada por supuesto, no tiene un lugar al efecto.
La parrillada “Acaray” cuya construcción es de antigua data, cuenta con un salón de regulares dimensiones sin mayores adornos y con algunos ventiladores para espantar el calor en las estivales noches asuncenas. Este lugar desde luego solo se habilita si se registra alguna precipitación pluvial. La actividad manducatoria de los habitúes del lugar se consuma en un espacio abierto que “Acaray” tiene sobre la calle Antequera. Este sitio tiene como principales características un enorme y añoso árbol de mango que, de vez en vez deja caer alguna fruta sin previo aviso y el peculiar olor de los baños situados en el lugar.
Las numerosas mesas y sillas que pueblan el lugar acusan decididamente el paso de los años y uno debe cuidarse de no ocupar una mesa o silla muy deteriorada. Los manteles exhiben las manchas de haber sido utilizados varias veces durante la semana y el juego de aceiteras carece de tapas. No es raro entonces encontrar en el vinagre y el aceite restos de bichitos que tanto pululan por nuestras parrilladas y bares.
Otro aspecto bastante deficiente en este lugar de recreo lo dan los cubiertos. Los cuchillos fueron sometidos a extenuantes sesiones de afilado y si bien son bastante filosos, la hoja es muy fina. Salvo raras excepciones es difícil contar con buenos utensilios. Las copas y vasos exhiben «picaduras” en los bordes y las copas tiene la base rota,
Luego de insistir con el mozo recién se obtiene una servilleta con la cual limpiarse los restos de asado que se quedan en los labios.
La actividad de “Acaray” se centra en el asado con sus extensiones; chorizos, butifarras, morcillas, menudencias y otros complementos de esta comida. Una parrillada completa cuesta 450 guaraníes y calma el apetito de dos personas. Si uno está en tren de no gastar tanto puede pedir un asado de costilla por el cual se obla la suma de 185 guaraníes. Por una rabadilla se abonan 195 guaraníes.
Si en realidad uno se siente con deseos de no gastar mucho se puede contentar con un omelet de huevo y arveja que la casa ofrece previo pago de 140 guaraníes. Y si la situación es desesperada quedan los chorizos de viene, picante, parrilleros y las morcillas que son vendidos a solo 30 guaraníes cada uno.
Todas estas comidas conllevan una porción de mandioca, o en su defecto, batata. Aquí hay que destacar algo. En la mayoría de los casos estos tubérculos no están bien cocinados y entonces no son agradables al paladar.
En materia de bebidas el cliente puede optar por un vino caro como el “Anjou Rose” cuyo precio es de 950 guaraníes o por el contrario contentarse con un Toro blanco o tinto, tasado en 170 guaraníes. Ahora, si uno es más exigente y le gusta beber algunos tragos antes de cenar, el champagne argentino cuesta la suma de 550 guaraníes.
Si uno se decide por el whisky, el Chivas Regal está cotizado en 160 guaraníes la raya, al igual que la Etiqueta Negra. La cerveza nacional cuesta 60 guaraníes y la extranjera 80.
En materia de postres las alternativas no son muchas. Luego del consabido flan con crema se puede acceder a una porción de torta helada o a la ensalada de frutas. A veces también se ofrece mamón, pero esto no es común. Los platos y cucharitas que se utilizan para servir el postre están bastante deteriorados también y normalmente la torta helada se sirve en un plato similar al que en momentos antes se sirvió la rabadilla o el churrasco de lomito. No hay, o no se utilizan los utensilios adecuados.
Haciendo un balance de la comida que se puede consumir en el lugar se puede señalar que la presentación es algo deficiente aunque la calidad no deja de ser buena. En materia de asado la cuestión es un pozo azarosa, pues así como uno puede recibir una buena porción, a veces también se debe contentar con una rabadilla que se resiste al corte del cuchillo.
Los precios del lugar teniendo en cuenta el establecimiento, son un poco caros y la atención del mozo podría ser mejorada. Este se desplaza con bastante dificultad entre las mesas y transporta los utensilios con la mano. Los guantes y otros objetos que indiquen un aislamiento total de los utensilios que uno lleva a la boca no aparecen por ningún lado. La “carta” que vendría a ser la tarjeta de presentación de todo restaurante, está muy ajada por el mal uso y los pecios de las cosas están en su mayoría borroneados. Es difícil su lectura y muchas veces se debe consultar con el mozo. Se nota que la “carta” fue confeccionada hace mucho tiempo y no fue renovada hasta el momento.
La parrillada “Acaray” no tiene espectáculos fuera del que ofrecen algunos menores que van de mesa en mesa ofreciendo “lotería” u otras baratijas, que interrumpen la cena de los presentes. Ni el mozo ni los responsables del local hacen nada para evitar la presencia de estas personas
El que asiste a uno de estos lugares debe necesariamente pasar a los baños. Los que posee el “Acaray” carecen de todas las comodidades básicas. No hay toallas, jabones, desodorantes ni nada parecido. Además de contaminar el ambiente con el característico olor, estos baños, están bastante sucios y uno debe cuidarse donde pone los pies si no. puede llevarse una desagradable sorpresa. Este es un aspecto que debería ser tenido en cuenta debido a que siempre pensamos en los turistas. Pero si nosotros no queremos utilizar estos baños como vamos a obligar a los turistas
Valdría la pena que el propietario de la parrillada “Acaray” renueve en algo su local, con el fin de dotarle de comodidades que hagan más agradable la presencia de los clientes que llegan al lugar con el ánimo de pasar un momento agradable”.