Desapareció hace un poco más de cinco años. Fue durante muchos años el principal y uno de los pocos representantes gastronómicos de las comidas típicas paraguayas. En el año 1978, el diario ABC lo incluyó en una serie de notas titulada La cena fuera de casa.
La cocina paraguaya es exuberante en cuanto a la variedad de platos que puede ofrecer al paladar. Algunos de ellos constituyen comidas formales, es decir, pueden servirse como platos de fondo, en tanto que otros son más bien alimentos de entrada o bocaditos. Algunos restaurantes y copetines de nuestro medio se especializan en la preparación de bocadillos y comidas típicas del país, dando así al asunceno la posibilidad de variar, de tanto en tanto, su alimentación nocturna. El copetín «El Futuro» es uno de esos lugares.
Ubicado sobre la popular Quinta Avenida. en la intersección con la Yegros, el copetín «El Futuro» se ha constituido, en los últimos años, en un lugar tradicional para la gente que prefiere comprar los bocaditos hechos para servirlos en un cumpleaños o cualquier reunión informal de amigos. «El Futuro» es también un lugar distinto para visitar de vez en cuando y saborear comidas no habituales en otros lugares, tal como el P.M. (pastel mandi´o), el chicharo huiti, el mbeju, chipa so´o, sopa paraguaya, etc.
El local de «El Futuro» es el que corresponde a los típicos copetines céntricos. El lugar es chico. La mesa de restaurante sigue una forma sinuosa, a la que llegan los clientes y se sientan en unas butacas altas, cuyo estado no es muy bueno ni elegante. Si el cliente no tiene mucho apuro, puede ubicarse en algunas de las mesas situadas a un costado del edificio, en un patio que da sobre la calle Yegros.
El copetín de referencia evidentemente ha mejorado en los últimos tiempos porque habilitó en fecha reciente un salón de invierno adecuadamente iluminado y ventilado. La iluminación en el patio puede mejorarse, ya que actualmente se depende solo de la luz proveniente de los focos del alumbrado público.
Las mesas y sillas del local no constituyen precisamente un motivo de atracción, sino más bien son las habituales de los bares y copetines céntricos. Los manteles blancos aunque limpios, denotan el paso de los meses y su constante uso. Las meses no tienen servilletas y solamente cuando el mozo trae los pedidos y el cliente pide las servilletas -están se hacen presentes bajo la forma de papel. Y hablando de mozos, el local cuenta con dos profesionales del ramo, uno de los cuales (el que atendió al cronista) parece estar comenzando en la profesión porque su servicio dejo mucho que desear, aunque mostró la mejor buena voluntad.
La casa cuenta con baños modernos en donde la toalla brilla por su ausencia y se nota también la falta de una mejor limpieza de los servicios higiénicos.
ESPECIALIDADES DE LA CASA
El copetín «El Futuro» tiene como especialidades de la casa varios rubros alimenticios en su mayoría provenientes de la cocina tradicional paraguaya a precios bastantes aceptables, el cliente puede comer el folclórico chicharo huiti (150 Gs) recordando tal vez viejos tiempos pasados en la cocina de la abuela, en el campo, en un frío atardecer cuando los miembros de la siempre numerosa familia se reunía en torno al brasero acogedor.
Si el cliente quiere seguir probando comidas típicas del país, puede pedir una porción o una plancha completa (según su apetitito) del mentado mbeju campesino (20 Gs. la porción), que si tiene suerte, puede comer bien calentito, mientras el «quesu Paraguay» se estira y se suelta al bajar la porción restante luego del bocado. Si el hambre es mucha, los comensales pueden probar sopa so´o (60 Gs) que viene a ser una especie de sopa paraguaya, pero en cuyo interior se encuentra carne, huevo y algunas verduras.,
Siguiendo con los productos típicos de nuestra cocina, el cliente puede saborear el clásico PM (como se conocer vulgarmente al pastel mandi´o) un preparado en base a harina de maíz, huevo y mandioca que se sirve caliente, pues se lo cocina momento antes de servirlo a la mesa.
Los clientes habituales pueden optar también por el chicharo con carne fría, el chipa so´o o porciones de sopa paraguaya.
El copetín que comentamos ofrece además otras variedades de comidas. Están la original «tortuguita» de pollo o de carne (30 Gs), marineras (Gs.30), las empanadas de pollo y de carne, el matambre (30), villaroi de huevo, de chorizo (65), lengua (70), las usuales hamburguesas (65 Gs), porciones de pizza y de fugazza (30), la croqueta (20) y el rubro más barato de todos: el pastelito de carne, que cuesta sólo 15 guaraníes cada uno.
CENA: SOLO MINUTAS
«El Futuro» es un lugar para comer cosas al pasar o llevar los productos para alguna reunión social. No obstante, a más de algún cliente se le ocurre a veces cenar en el lugar. Las posibilidades entonces son muy limitadas, solo se preparan minutas, no hay platos especiales.
El cliente puede optar tan solo entre un bife a la plancha (110 Gs), un bife a caballo (140) una milanesa simple (100) o milanesas rellenas (145), napolitanas (150) o florentina (130) y aquí acabó la lista de posibilidades.
Por eso, si el cliente ya decidió cenar en el lugar, lo más recomendable es la milanesa rellena porque contiene un preparado en base a jamón y queso y los correspondientes condimentos: el resultado es un plato que se come con gusto.
Para acompañar lo sólido con algo líquido, las posibilidades tampoco son muy variadas. De entrada se puede tomar chopp, cerveza o gaseosa. A la hora de elegir un vino el problema se agrava porque el mozo se acerca confidencialmente al cliente y le dice: » voy a ver qué clase de vino tenemos». Luego de un rato, vuelve ya con una botella determinada que el cliente no eligió y afirma que eso es lo que hay disponible. (Esto le ocurrió al cronista cuando cenó en el local).
A la hora de los postres, la casa ofrece también rubros tradicionales, como el pastelito con dulce de leche, los bizcochuelos y el budín.
Resumiendo, «El Futuro» es un lugar adecuado tan sólo para estar un rato y probar algunas comidas típicas del país, cuyo precio es barato y que puede servir de excusa para la nostalgia de los tiempos idos, saboreando algunas comidas típicas «tal como las hacía la abuela»