Se fue sin decir adiós. Tal vez pensaba que su partida no era definitiva sino un hasta siempre. Nos sorprendió por lo imprevisto pero comprensible por lo que le tocó vivir. Incluso nos pidieron que les ayudáramos a mantener ese bajo perfil. Pero su desaparición del ambiente gastronómico es todo un acontecimiento, no solo por el ruido que causa la información, sino porque la marca, marcó un antes y un después en el rubro. Y porque se trata de caso emblemático que no hay que olvidar, sino que hay que destacar.
Estamos hablando de Empanadas Santa Fe. No nos habíamos dado cuenta de su inexistencia. De que ya había cerrado hace varios meses. Recién durante el cierto auge que hubo de festivales de empanada caímos en la cuenta de que ya no estaba. Danny Yubi Dagogliano, el propietario nos confirmó la noticia, pero no quería hacer ninguna mención al respecto. En ese momento, respetamos su decisión, pero luego entramos en la cuenta de que era todo un acontecimiento pues se trataba de una marca emblemática, y el hecho valía la pena destacar.
Decíamos que, en relación, a las empanadas hubo un antes y después de Santa Fe. Antes, la marca que dominó mayoritariamente el mercado fue Don Vito, creada ya en el siglo pasado imponiendo su formato redondo; el producto se distribuía y revendía en locales que no eran de la marca. Había también empanadas famosas y tradicionales, como las del Lido, Leo y varias otras, pero el alcance de estas se limitaba al local donde producían.
A comienzos del 2014 nace Empanadas Santa Fe, con un concepto sencillo pero innovador. Ampliar, mejorar y renovar los sabores. Para ese entonces el mercado conocía de sobra las empanadas de carne, huevo, pollo, cuatro quesos, palmito, etc y Santa Fe vino a incorporar gustos como el de camarón, salmón, por ejemplo y fue ampliando paulatinamente su cartera de productos. Hicieron empanadas con sabores de la cocina asiática, peruana, mexicana, veganas y así abarcando una inmensa cantidad de recetas.
Además, comenzaron a experimentar con combinación de productos y así nacieron la mbeyunada, una empanada con masa de mbeyu y la chipanada, elaborada con masa de chipa. Estas iniciativas marcaron luego el rumbo que tomaron otras empresas y la producción de empanadas en los más diferentes gustos se convirtió en tendencia. Probablemente marcas como Sabores de mi Tierra y Benditas se inspiraron en la experiencia de Santa Fe.
Las empanadas Santa Fe tuvieron un éxito arrollador. Casi inmediatamente tuvieron que abrir sucursales en algunos puntos de la ciudad, lo que posteriormente se convirtió en una verdadera avalancha en los próximos años, porque se habilitaron sucursales de Santa Fe, en muchos barrios y en casi todas las ciudades aledañas a Asunción. No tenemos los números precisos, pero llegó a contar con aproximadamente 20 sucursales en todo el país, llegando incluso hasta Ciudad del Este.
El éxito que alcanzaron se debió no solo a que tenían una producción variada y de excelente calidad. También se debió a la excelente campaña de marketing que realizaron. Yubi Daglogliano, su creador fue también el creador de Gastronomía del Paraguay, el Grupo de Facebook que más integrantes posee. El excelente uso que hicieron de las redes sociales les permitió crecer aceleradamente, sin tener que recurrir a los medios tradicionales de publicidad.
Las necesidades de expansión requerían de mayores capitales y en ese sentido la empresa apeló a otra innovación: la economía colaborativa, que no es otra cosa que la interacción de dos o más sujetos a través de medios digitalizados para satisfacer una necesidad real o potencial. Para obtener 300 millones de guaraníes invitaba a su público y clientela a invertir en la empresa a cambio del pago de intereses. Desconocemos los detalles de esta operación y los resultados, pero podemos destacar que Santa Fe siempre estaba un paso delante de sus competidores.
El negocio iba viento en popa. Empanadas Santa Fe se constituyó en una de las empresas que mayor cantidad de empanadas producía al día. Quizás, únicamente superada por Ña Cristy, una empanadería ubicada entre Villa Elisa que tiene una gran industria que abastece a Asunción y las ciudades circunvecinas. Con el tiempo, Santa Fe, empezó a diversificar su oferta, primero ofreciendo combos con jugos de propia elaboración, después incluyeron sandwiches, pizzas y ofertas al plato.
Hasta que llegó la pandemia. Y los buenos tiempos terminaron a causa de parón que implicó las medidas adoptadas por el Gobierno. Comenzaron despidiendo al personal, cayó la producción y mermaron las ventas. Después de dos años de medidas restrictivas, el reinicio de las actividades gastronómicos parecía que traía un poco alivio, pero allí le jugó en contra una de las originales iniciativas que tuvieron para propiciar las ventas.
Las primeras sucursales de Santa Fe se ubicaron en las inmediaciones de las universidades y el modelo se repetía con otras casas de estudios, en la medida que crecían. Así lograron acceder a una numerosa y fiel clientela. Pero, cuando pasó la pandemia y se reinició la actividad económica, no se reactivaron en la misma medida las actividades educativas, que demoraron mucho más de la cuenta. Y Santa Fe que veía como sus colegas gastronómicos alentaban esperanzas de recuperación no podía levantar vuelo.
Otro factor negativo fue el hecho de que las maquinarias de Santa Fe estaban diseñadas para las grandes producciones. No justificaba “encender los motores” ante la escasa expectativa de ventas. Y tuvieron que tomar una drástica situación. Vender parte de las maquinarias. Según referencias uno de esos equipos tenía una capacidad de producir 17.000 empanadas por día. Y ya no tenían tantas bocas de salida. Allá por el mes de marzo, decidieron dar un paso al costado, cerrando la empresa y empanadas Santa Fe, desapareció del mercado, en silencio. Yubi Dagogliano todavía es el propietario de la marca. Se retiró del mercado, pero su empresa dejó una estela imborrable en el ámbito gastronómico.