El sector gastronómico ha pegado un repunte en los últimos meses luego de dos años de restricciones causados por las medidas sanitarias impuestas por la pandemia. Desde fines del año pasado, los consumidores volvieron a acercarse en masa a los bares y restaurantes. Sin embargo, este es el tiempo en que muchos locales gastronómicos están pasando aun las de Caín, porque vencen los plazos y tienen que pagar las deudas que acumularon los tiempos difíciles.
En junio vencieron casi todos los plazos de los beneficios que recibieron de parte del Gobierno los locales gastronómicos. Deben pagar los aportes obreros patronales al Instituto de Previsión Social (IPS) que fueron diferidos durante la pandemia. También los pagos de ANDE y ESSAP que fueron prorrogados. A eso hay que sumar, que muchas empresas tomaron los créditos privilegiados otorgados por las empresas financieras públicas y privadas, que otorgaron intereses especiales y meses de gracia para el pago.
“Ahora se nos vinieron encima y hoy en día estamos en plena tarea de ponernos al día con lo que durante la pandemia no estábamos en condiciones de pagar. Refinanciamos todo lo que podíamos y los plazos vencieron en junio. Ahora tenemos que pagar nuestro consumo actual más la deuda que tenemos y todavía no hay dinero suficiente para eso, pese a que la gente acude a los restaurantes, dijo Oliver Gayet presidente de la Asociación de Restaurantes del Paraguay (ARPY).
La afluencia de clientes a los locales gastronómicas es actualmente una realidad que puede observarse a simple vista. Los fines de semana, gran parte de ellos, están llenos. Según los datos estadísticos que maneja la ARPY, el sector más favorecido es el de las comidas rápidas o económicas. “Han superado en un 15% el nivel que tenían en el 2019, antes de la pandemia, pero en el sector de la alta gastronomía, el nivel está 10% debajo de lo que facturaban en ese mismo año”, reveló Oliver Gayet.
Un detalle económico que afecta por igual, tanto a los locales de comidas rápidas y económicas, como a los de alta gastronomía, es que bajó el ticket promedio, es decir lo que habitualmente gasta un comensal en los restaurantes. En el caso de las comidas rápidas el ticket promedio se redujo en un 10% y el otro caso llega al 25%. “Hay restaurantes muy cotizados que no llenan los fines de semana”, acotó.
“Todo subió de precio y además tenemos que pagar las deudas. Esto se está convirtiendo en la ley de la selva. Sobrevive el que puede. Nosotros como gremio ya no podemos influir porque el Gobierno ya no puede negociar para ofrecer nuevas facilidades. Se debe apelar a una decisión política y tal vez para eso ya sea muy tarde. Muchos van a desaparecer y probablemente sean los que no están agremiados y no están formalizados, porque no tienen la espalda suficiente como para aguantar”, vaticinó.
Durante la pandemia el Gobierno dictó un decreto en el cual se establecían medidas excepcionales para mitigar el impacto económico destinadas a las empresas gastronómicas, de eventos, hoteleros y agencias de turismo y entretenimiento. Entre esas medidas figuraban la exoneración del 50% en el pago de factura de ANDE y ESSAP, el pago de subsidio a los trabajadores. Además, se establecieron fondos especiales para que los bancos y financieras otorguen créditos especial a las pequeñas y medianas empresas.
Posteriormente, el Congreso dictó la ley 6770 de Estado de Emergencia disponiendo medidas administrativas, fiscales y financieras, que rigió hasta junio del presente año. A partir de esa fecha comenzaron a vencer los plazos de gracia que otorgaron los bancos y financieras, así como los beneficios para pago por consumo de servicio de agua, electricidad y el pago de los aportes del IPS. La ley de emergencia sanitaria venció meses antes y eso ayudó a que el consumidor se volcará con más confianza a los restaurantes. “Muchos tienen deudas con sus bancos, que fueron asumidas cuando estuvieron tres meses sin poder facturar”, finalizó Oliver.