Esas palabras de Ferran Adrià pronunciadas hace más de un mes a los medios periodísticos españoles, viene ahora a cuento ante el anuncio de que un grupo de locales gastronómicos están dispuestos a abrir desde el lunes pese a la prohibición oficial. Están convencidos de que de esa manera solucionarán la grave crisis económica que atraviesan con motivo de la pandemia y en medio de la desesperación no advierten que los problemas que tienen podrían agravarse.
Adrià, convertido hoy en día en una de las voces gastronómicas más autorizadas a nivel mundial, sostenía que los restaurantes para ser rentables deben tener un 70% de ocupación y que eso no se lograría ni si se volviera a la normalidad porque va a existir una retracción de la demanda. Muchos consumidores no van a concurrir a los bares y restaurantes por un natural temor al coronavirus. Esto ya se notó aquí, cuando en los primeros días de marzo el Gobierno estableció la prohibición de la aglomeración de personas y los restaurantes tuvieron que limitar su capacidad para respetar la separación de mesas. No volaban ni moscas. Muchos locales decidieron cerrar voluntariamente antes de la prohibición total.
Los representantes de los locales que abrirán desde el lunes creen erróneamente que sus problemas económicos se solucionarán con la reapertura. Que saldarán sus cuentas, que salvarán los puestos de trabajo y que podrán mantener a sus familias. No es seguro que esto ocurra ni cuando el Gobierno les autorice a operar libremente, en la fase 4. Hasta en tiempos normales, un restaurante abierto puede dar pérdidas. Mucho más en estas circunstancias. No habrá suficientes clientes como para lograr lo que se proponen.
En medio de la desesperación, los integrantes del Núcleo de Empresarios Gastronómicos, que son los que llevan adelante la medida, no advierten que con la desobediencia se exponen a una imputación por la violación de la cuarentena. Y no solamente ellos, sino también las personas que concurran a esos locales. No están de acuerdo con los argumentos que esgrimen las autoridades sanitarias para establecer las normas de la Cuarentena Inteligente. Y como no logran imponer sus criterios son partidarios de una política del “sálvese quien pueda”, aun a costa de los logros alcanzados en el ámbito sanitario contra la epidemia del coronavirus, y en desmedro del resto de la población.
La Asociación de Restaurantes del Paraguay (ARPY) no está de acuerdo con este desafío a la prohibición oficial. En esta entidad están agrupados los más importantes restaurantes de la ciudad. Hay varios restaurantes, también importantes, que no están afiliados a la ARPY pero que tampoco acompañan esta medida. El Grupo Cinco, la empresa que maneja los principales bares, boliches y centros nocturnos igualmente están en contra. En los medios periodísticos se mencionaba una cifra de 500 locales que estarían dispuestos a abrir desde el lunes, pero esta cifra no tiene ningún asidero estadístico. Ni siquiera se conocen todos los nombres, así que habrá que esperar hasta el lunes para saber quiénes abren y quiénes no.
En el video que divulgaron en las redes para dar a conocer su postura se pueden ver algunas marcas que nos permiten deducir que forman parte del Núcleo de Empresarios Gastronómicos. Entre ellos Hard Rock, la franquicia más importante que existe en el país, El Bolsi, Restaurante Yasyreta (Hotel Guaraní), La Tarantella, MOE, Hippie Chic, McCalentitas, La Favorita y Hotel Brooklyn. Algunos dirigentes del AMCHA expresaron su apoyo a la medida por lo que estimamos que los locales que la integran se suman a esta iniciativa. Seguramente se anotan también en este grupo las innumerables pequeñas empresas de comida. En síntesis, en el amplio mundo de la gastronomía local, no están todos de acuerdo. Y a juzgar por los nombres que están a uno y otro lado, parece que la crema y nata del sector está en contra de este desafío y conato de rebeldía a las medidas del Gobierno.
Hay un punto en el que coinciden ambos sectores. En que no reciben ningún apoyo del estado pese a las reiteradas reclamaciones. La ARPY está conforme con la autorización para suspender los contratos de trabajo, el Núcleo de Empresarios Gastronómicos parece que no. Después ambos despotrican contra la falta de financiamiento adecuado, pese a las medidas que se tomaron en el ámbito bancario y financiero. Alegan que los créditos no llegan, los plazos son insuficientes y los intereses, muy altos.
Cualquiera sea el caso, la apertura de los locales, ahora o después, no va a solucionar los problemas del sector gastronómico, que ya viene soportando una crisis desde años anteriores. ¿Cómo van a sobrevivir, cuándo superemos la pandemia? Lo importante va a ser la reactivación. Y en ese sentido nos parece más atinada la visión de la ARPY, que ya está proponiendo que se baje el IVA para los restaurantes, siguiendo un ejemplo de Alemania, o bajar las comisiones que cobran las tarjetas de créditos. Habrá que apoyar con otras medidas. Lo esencial es mirar el después no el ahora. Aunque tengamos que lamentar los inevitables muertos y heridos que quedarán por el camino.