Recientemente The Broklyn Hotel recordó su quinto aniversario y con ese motivo hizo una renovación completa de su oferta de tragos y platos. Sigue en su línea de excelencia en la coctelería del cual ha sido en Asunción su principal precursor. Y a la hora de la comida la propuesta se ha extendido más allá del sushi y abarca incluso carnes. Sigue en su identificación con el hampa para abandono su estilo speaky easy.
The Broklyn Hotel era el nombre de un aguantadero que en los años de la Ley Seca en Nueva York (en el siglo pasado) utilizaban los miembros del hampa para esconderse de la policía y seguir con sus fechorías. Allí no ingresaba cualquiera, solo podían hacerlo los recomendados por los jefes de la mafia y sus secuaces. De allí viene el estilo speaky easy que muchos bares modernos adoptaron en la actualidad.
El Broklyn Hotel local perdió el estilo speaky easy, ahora puede ingresar cualquiera, antes lo hacían solo los miembros y los invitados por estos. Pero no perdió su identificación con el hampa. Sus nuevos tragos están dedicados o patrocinados por quienes eran los más importantes enemigos públicos de la policía de Estados Unidos. Desde un número uno como Al Capone hasta otros criminales menos como Lucky Luciano. Más importante el criminal, más categoría y precio en el trago.
Los cocteles están divididos en tres categorías: Cocteles de lujo, cocteles Premium y cocteles. Encabeza la lista de lujo, nada menos que Al Capone: Johnnie Walker Gold Reserve, puré de jengibre, jugo de limón y almíbar de piña. Entre los Premium figuran bandidos de la talla de Bonnie&Clyde: Baccardi Carta Oro, Gancia Spritz, jugo de limón, miel especiada, jugo de ananá y mango. Por último en el nivel tres están malvivientes de la talla de Giuseppa Masseria: Fernet Branca, cordial de pomelo, jugo de lima y agua tónica. Los precios iban de 40.000, 50.000 y 60.000 guaraníes de acuerdo al criminal que elegías.
La carta de tragos se redujo sustancialmente, no pasan de 20 en la nueva carta, aunque todavía sirven los cocteles que son clásicos de la casa. Los cócteles de lujo son los denominados también tragos de experiencia. Tienen una presentación especial (por ejemplo una calavera humeante) y el bartender desarrolla un speech explicativo. Se simplificaron notablemente el uso de ingredientes, se redujo el número y un mismo producto es utilizado en varias versiones en los distintos tragos.
Resaltan significativamente el alcohol base, todos generalmente de marcas Premium. Nosotros no anduvimos con chiquitas y elegimos al criminal número uno, al más peligroso: Al Capone. Un trago muy sencillo, donde el Johhnie Walker Gold Reserva no pierde su distinción pese a la participación del jengibre, el limón y la piña. Pero también fuimos al extremo: Fortín Añejo 8 años, jengibre, menta, cítricos, miel. Ya no nos acordamos a qué delincuente correspondía. Es que entre medio pasamos por el nivel 2 y hemos perdido la cuenta de quienes eran y a qué sabían.
Lo seguro, y eso si recordamos todos eran igualmente deliciosos e igualmente “sanguinarios”. El jefe de la banda, no era un personaje histórico, sino César Ocampos, mejor bartenter 2017. Él tuvo a su cargo el diseño de los tragos. Tragos que ratifican a The Broklyn Hotel como uno de los locales con mejor coctelería. No debe extrañar estos porque son los precursores de la alta coctelería en nuestro país.
En materia de gastronomía The Broklyn Hotel sigue dando pasitos más allá del sushi. También fue el pionero en eso de maridar cócteles con el afamado plato japonés. Ahora por ejemplo, podemos encontrar unas mollejas crocantes sobre pasta de mandioca, puerro y banana en salsa teriyaki de naranja y mayomiso. Y también la siguiente oferta: Cuatro cortes de carne Premium acompañados de salsa criolla asiática y alioli de zanahoria.
El sushi sigue ocupando la mayor parte del menú pero dentro de un esquema para compartir. Ya no sirven en platos y con cubiertos individuales. Algunos vienen tipo degustación. Variedad de niguiris de salmón, langostinos y pesca blanca con diferentes tipos de salsas. O sashimis de salmón, pesca blanca y geishas de pulpo, en porciones de seis o 12 unidades, para los dos casos.
No llegamos hasta la sección donde están los postres. Tampoco visitamos la bodega que habilitaron con nuevas etiquetas de vino. Por cuestiones de tiempo y espacio, decidimos recurrir a la prudencia, ante las convulsiones que se producían dentro nuestro donde compartían un apretado espacio Al Capone, John Dellinger, Lucky Luciano, Bonnie&Clyde y unos pocos más. Felizmente, como que se conocían entre ellos aplicaron aquello de que: entre bomberos no nos pisemos la manguera.