Los asesores gastronómicos sostienen que el principal requisito para que un proyecto tenga éxito es que se ubique en un buen lugar. Por eso, tienen mucha demanda los polos gastronómicos: Centro, Villa Morra, Carmelitas y el nuevo eje corporativo de la ciudad. Y cuando uno ve un gran emprendimiento alejado de esta premisa, la primera explicación que se nos ocurre es que toda regla tiene su excepción. Puede tratarse de una ignorancia con suerte o de un riesgo calculado. El caso de Costa Colón es el segundo.
Está ubicado sobre la calle Colón esquina La Habana, unas seis cuadras más allá de Avenida Quinta, en el límite entre los barrios Tacumbú y Sajonia, allí donde ya ni siquiera se habilitan almacenes de barrio. Es inevitable sentirse sorprendido cuando uno ve la monumental infraestructura destinada a la gastronomía, que rompe totalmente con la monotonía arquitectónica de la zona. Está exactamente en las antípodas, al otro lado de la zona top donde hoy prefieren ubicarse los restaurantes.
Es también inevitable comenzar esta nota haciendo hincapié en la infraestructura que tiene. Se trata de un edificio de tres niveles que abarca todo lo que sería un lote urbano en esquina. En la planta baja se ubica el salón principal y en torno a la ochava existe una coqueta terraza que da sobre la calle. En la segunda planta, se habilitó un salón de eventos y la cocina que se complementa con los depósitos en planta baja.
En la tercera planta, existe una pequeña y una atractiva terraza donde se puede apreciar todo el entorno, con el plus de que en esta época florecen los árboles de tajy rosado, cuyas copas justo coinciden con el nivel del lugar así que uno tiene las flores justo un poco más alto que la cabeza. La decoración de los ambientes es moderna, pero sencilla. Hay profusión en el uso de madera y vidrios.
La cocina está equipada como pocas en el ambiente gastronómico. En primera planta están ubicados los depósitos así como los equipos de refrigeración. La cocina propiamente dicha se encuentra en el segundo piso, con todos los equipos necesarios, abatidores, máquinas de vacío, horno inteligente y cámara frigorífica. Todos los productos que allí se venden se elaboran en el lugar incluyendo la panadería y confitería. Los baños son impecables. No se escatimaron recursos para dotar al local gastronómico de todas las comodidades y equipos necesarios. En los días de frío, cierran la terraza con cortinas removibles transparentes y recurren a estufas portátiles. En fin, se trata de un local que no va a desentonar en ninguna zona de la ciudad.
Gastronómicamente, Costa Colón no tiene muchas pretensiones. Está destinado a la clase media pero con un nivel medio-alto. Se define como confitería, bar y restó. Se desentiende totalmente de las tendencias gourmet de la cocina y apunta a una cocina familiar, por no decir casera. El lema de la casa es “Mucho más en un solo lugar”. Por eso, la oferta es muy variada. Abren todos los días a partir de las 15:00 y en esa hora comienza el turno de la merienda. Tienen un combo de 20.000 guaraníes que incluye jugo (se ufanan de tener el mejor jugo de naranja de la ciudad), chipitas, facturas y café Valdez, con licencia y asesoramiento de la marca.
En la tardecita, son muy comunes, a más de las meriendas, los baby showers. Son líderes en la zona en esta materia. Tal vez por eso, sus responsables afirman que su clientela es mayoritariamente femenina. En horas de la noche su público es más heterogéneo. Grupos de familias y jóvenes (bueno no tan jóvenes) ya que el local tiene ambientes que naturalmente se definen como más propicios para uno u otro grupo. Los clientes provienen del barrio Obrero, en primer lugar, luego de Tacumbú, Centro y algunos que otros de Sajonia.
A la hora de comer, el local se destaca por su oferta de picadas. En total son ocho. La Picada Colon que lleva: milanesitas de carne, bastoncitos de mozzarella, milanesitas de pollo, mbeju, papas fritas, mandioca frita y salsa alioli. Después tienen una picada típica, una picada paraguaya, mexicana (tacos, quesadillas y nachos), china (chop suey de pollo, arroz frito, cerdo agridulce, rollitos primavera), parrillera (filetes de bifes de chorizo, chorizos, sopa y chipa guasu), picada mixta (quesos, jamones, aceitunas, milanesitas varias) y un petisco brasilero que lleva coxinha, aros de cebolla, frango a passarinho, papas fritas, torrezno de cerdo y bolitas de mandioca. Todas son para compartir.
En orden de importancia, siguen las pizzas, de las que tiene como diez variedades (las más comunes) y también las que son libres de gluten. Tienen un menú de platos que incluyen pastas (hay versión light), cortes de carnes, milanesas, platos a lo pobre y una larga lista de sándwiches, lomitos, hamburguesas y minutas varias. Entre los postres destacan los tradicionales como el dulce de mamón y aparte todo lo que producen en la confitería.
Costa Colon está por cumplir dos años de existencia. En ese tiempo, incluso ya tuvieron que hacer ampliaciones en el local para acomodarse mejor a la demanda. Pertenece a una sociedad anónima de carácter familiar cuyos miembros no tenían experiencia en el negocio gastronómico. “Nuestra intención es brindar un buen servicio, ofrecer una buena infraestructura y una gran variedad en un ambiente familiar”, nos dijo Raúl Rosa, que ofició de vocero de los propietarios.
No tuvimos la oportunidad de chequear el servicio ni disfrutar de la gastronomía del lugar, pero todo se ve dispuesto como para que el cliente tenga una experiencia acorde con lo que se ofrece. Lo dejamos como una tarea pendiente. Eso sí, sus precios son altamente competitivos y son pocos los locales gastronómicos de la ciudad, que con semejante nivel de infraestructura, tienen cotizaciones similares.