Rooftop TEN Sheraton (4)Cambió todo pero parece que no cambió nada. Le dieron un alma que no tenía. Desde hace 12 años viene siendo una de las terrazas gastronómicas más importantes de la ciudad. Fue la primera y única. Ahora tiene mucha compañía y competencia. Y en ese ir y venir con nuevas propuestas encontró un concepto diferente, un estilo distinto que mantiene su imagen de marca cinco estrellas. Hablamos de Rooftop Ten, el bar ubicado en la terraza del Sheraton.

La primera impresión que uno se lleva es que en el lugar todo parece tener la misma apariencia de antes. La gran vista de la ciudad, las mesas y sillas distribuidas en la terraza, la misma piscina en uno de los costados. Pero algo suena diferente, emana del ambiente una música intermedia entre el jazz y la electrónica, poco invasiva y sobre todo fresca. Y a poco de girar la vista por el lugar nos damos cuenta que el responsable es un dj que está tocando en vivo.

Cuando uno llega al piso 10, se encuentra directamente en medio del  local, retiraron las separaciones vidriadas que antes ponían un límite. Una barra y las butacas frente a ella nos ponen en evidencia de que estamos en un bar, no queda rastro del restaurante que había sido. Pocos son los detalles físicos que por su importancia podrían alertarnos del cambio que allí hubo. Pero una mirada atenta y un foco en los detalles mínimos delatan que hubo una mano guiada por el buen gusto y el conocimiento de que no es necesario hacer aspavientos con la ambientación para lograr el efecto deseado.

La barra es un ejemplo de ello. Sencilla al máximo. Minimalista como todo el conjunto. Fabricada en concreto, posee una tapa de vidrio templado, con detalles de cobre y acero inoxidable. Desaparece el famoso estante de bar, lleno de botellas con bedidas de todos los tipos, marcas y colores.  En su lugar aparecen, solo algunos ejemplares de lo mejor de lo mejor en whiskies y espirituosas.  Los vasos y copas que utilizan para los distintos cócteles, así como utensilios tales como las cucharas, coladores, dosificadores están cuidados al punto que guarden armonía con la excelencia del resto.

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Todo guarda una línea clásica y sin embargo apunta a lo moderno. Los muebles no son llamativos pero son de diseño exclusivo. La iluminación crea el ambiente y la música la acompaña formando el substrato o la base para lo que se viene: una excelente carta de tragos de autor y algunos platos que hace de acompañamiento para una propuesta de mixología que se caracteriza por la marca exclsuvia de las bebidas que se usan de base. El protagonista principal es sin duda el whisky, ya sea sólo, acompañado o mezclado. En síntesis, la terraza del Sheraton dejó de ser un restaurante para convertirse en un bar cinco estrellas.

Los responsables del hotel estaban en la búsqueda de algo diferente, diferenciador del resto y entraron en tratativas con Eduardo Di Natale, hoy en día el principal referente en materia de bares. Lo novedoso del caso es que no recurrieron a un asesoramiento sino que entendieron que una asociación era el camino más idóneo. La propuesta adquirió un compromiso de hacer bien las cosas  que implicaba una aventura en donde se echa a volar la innovación, la imaginación y las aspiraciones de trascender más allá de un proyecto redituable económica y profesionalmente. Algo icónico.

El Hotel Sheraton puso las instalaciones y el resto estuvo a cargo de DNT, la empresa de Di Natale que estuvo implicada desde la concepción hasta la ejecución del proyecto del bar, incluyendo la selección y formación del personal.  Y terminaron como socios comerciales en el emprendimiento. Una iniciativa bastante atrevida y audaz de parte del hotel, que normalmente suele manejar sus relaciones desde un punto de vista más dominante. “Yo creo que se alinearon los astros en forma oportuna, yo estaba buscando nuevas aventuras y ellos querían darle un impulso a la terraza”, nos explicaba Eduardo Di Natale.

“Se necesitaba cambiar un poco la estética, la mentalidad y creo que esta es la idea de un ideal mío que se puede ubicar en el Sheraton. Me dieron carta libre, para hacer lo que yo quería que esto sea. Me extrañó mucho que suceda, que se le dé oportunidad a una sangre nueva. Es el modernismo al que quise tirar. Un lugar nuevo con estilo. Fue todo un desafío y jamás dijeron no, al contrario nos empujaban a que hagamos más cosas”, sigue explicando.

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VAMOS DIRECTO AL TRAGO

Lo más llamativo de Ten, son los cócteles. En su carta sólo figuran 10 tragos de autor diseñados exclusivamente para el lugar. “Hasta ahora nadie diseñó un cóctel con el whisky más premiado del mundo, encima perfumado con productos de primera,  nadie se atreve”,  expresa desafiante. Cuando le preguntamos cómo hacía para definir los tragos para el lugar nos retruca diciendo: “vos tenes que decir si a vos te define estando en este lugar”.  Y la verdad que uno la pasa muy bien en esa terraza y en ese bar. Sobre todo probando algunos de los tragos que más éxito tuvieron en las pruebas que están realizando con los clientes.

El primero: Pumpkin Smashed, elaborado a base de Bulleit Bourbon, puré de calabaza, jugo de durazno fusionados con limón siciliano y syrup especial de laurel que termina con un toque de efervescencia Fever Tree Ginger Beer por encima del cóctel. Un trago dulzón pero igualmente delicado, con la novedad del puré de calabaza que estuvo de moda en los tragos durante los últimos festejos de Halloween en Estados Unidos.

El segundo trago se llama Penicilina y lleva los siguientes ingredientes: Talisker Single Malt Whisky (10 años), limón siciliano con mezcla de miel orgánica y jengibre fresco que como ingrediente final luce una capa perfumada de otro Single Malt Whishy: Lavagulin 16 años. Un trago bastante varonil, picante y con la extravagante mezcla de miel y jengibre.

El tercer trago fue El Tigre Ramos, preparado con tequila Don Julio Blanco, mezclado con una pizca de clara de huevo y crema de leche, syrup simple y un preparado de cítricos especiales con gotas de flor de naranja.  Agitados hasta que tenga una característica cremosa acompañado con soda. El enunciado de esta receta nos exime de mayor explicación. Y sabiendo el profesionalismo de los bartenders lo mínimo que se espera es un buen resultado.

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A la izquierda Pumpkin Smashed, en el medio Penicilina y al extremo el Tigre Ramos. La mayoría de los tragos tiene como base el whisky. Y la oferta de esta bebida es particularmente extensa y asombrosa.

No hubo tiempo ni capacidad de asimilación alcohólica para probar el resto,  pero mirando la carta pudimos apreciar otras cosas curiosas. Un Terciopelo de Oro mezcla de Johnnie Walker Gold Label Reserve y Cointreau en el fondo de copa con granitos de azúcar morena en donde el cruce de densidad permite que un vino como el Prosecco Mionetto consiga una composición perfecta junto a la salvia y los aceites cítricos de la naranja. Y un cóctel para cuatro personas denominado Rooftop SunDown Punch que lleva Ron Nacional Orgánico Fortín de ocho años de añejamiento, frutos rojos, clavo de olor, limón tahití, acompañados con Campari y jugo de durazno.

MÁS BEBIDAS

La oferta no se limita a los tragos por supuesto. Tienen toda la gama de bebidas espirituosas, vodka, pisco, tequila, ron, cognac, gin, licores aperitivos y digestivos. Todos de las mejores marcas. En materia de vinos hay una buena selección de tintos, blancos, blends, espumantes y champagnes. La lista de cerveza incluye a las marcas más conocidas sin pasar por alto algunas de producción artesanal.

Un capítulo aparte constituyen los whiskies. Los amantes de esta bebida estarán de parabienes ya que nunca en Asunción, ha existido una oferta tan amplia y tan diversa en un solo bar. Encabezan la lista los Single Malt Whisky, es decir los elaborados a partir de la malta de cebada en una sola destilería. Aparecen etiquetas tales como Lagavulin, Dalwhinnie, Talisker, Cragganmore, Glenkinchie, Cardhu y Glenfiddich, todos con más de 10 años de añejamiento.

Entre los blend figuran toda la gama de marcas tales como Chivas Regal, Johnnie Walker, Buchanans, muchas de los cuáles con etiquetas de 18 y hasta 21 años. También queda lugar para los whiskies americanos tales como el Jack Daniels, Bulleit Bourbon, Wild Turkey Bourbon y Jim Bean Honey.

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Y LA COMIDA

No nos olvidamos de la parte gastronómica. La cocina de Ten fue concebida para acompañar la oferta principal, como lo constituyen las bebidas. Por eso el menú,  está poblado de ofertas de picadas o platos para compartir de los más diversos tipos, ya sea en onda guaraní, española, mexicana o en el infaltable estilo gourmet. Hay varias opciones de sándwich de pollo, lomito y salmón. Las ensaladas también tienen su espacio dentro del menú con dos o tres variedades.

Para los que desean servirse más que una picada y prefieran un servicio al plato existen tres recomendaciones del chef. Un salmón rosado con salsa de camarones y coco, más arroz frito, un wok de vegetales con fideos de arroz y camarones al estilo thai y por último un churrasco de lomito, con mandioca frita y vegetales asados al oliva. Una oferta mínima de postres: crème brûlée, mousse de choco amargo y copa helada completan la carta gastronómica.

CON ESTILO MUSICAL

Eduardo Di Natale siempre le da un estilo musical a los bares que va creando. Por eso a Ten lo define como un Lounge Bar para diferenciarlo de Mariano Domingo que es un Jazz Bar. Aunque admite que dentro del calendario musical que establecieron se escucharán distintos estilos de música como el funk y el pop “pero un pop distinto, más renovado, el público está cansado de escuchar The Smiths y hay que darle algo nuevo”, nos aclara. Y a renglón seguido nos informa que los jueves, viernes y sábado estará tocando en vivo Victoria Mussi.

“Hay que dejar de tocar siempre la misma música y de tomar la misma cerveza. Hay que darle algo nuevo a la gente. Que se acueste y escuche Saint Germain, tomando una copita de aperetivo pensando que está en París”. ¿Será?

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