Y no sólo por los vientos que allí se cruzan en las cuatro direcciones. No sólo porque allí, teniendo como techo el cielo y las estrellas uno puede huir tranquilamente de la tiranía del aire acondicionado. Si no sobre todo por la propuesta gastronómica, que ha desterrado definitivamente la cocina en vivo y que culinariamente está más consustanciada con la temperatura de los platos y la frescura de los productos.
Con la llegada de septiembre, se abre la temporada para el restaurante que el Hotel Sheraton tiene en el piso 10, y como lo viene haciendo año tras año, renueva su propuesta aunque persiste en la tendencia de ofrecer un buffet fusionado. La cocina al wok que se enseñoreó durante algunos años en el lugar pasó a cuarteles de invierno y en su lugar ya se impuso definitivamente la barra.
Una barra, que desde el año pasado comenzó a proponer nuevos tragos y hasta hoy allí los preferidos son Pombero y el Ka´arupyty que tienen como ingrediente principal la caña paraguaya. El Pombero combinado con jugo de pomelo, miel de caña dulce y hielo, lo que nos hace recordar esas tradiciones mitólogicas acerca de las ofrendas que había que dejar por las noches a ese personaje para que no perturbe a los dueños de casa.
La idea principal de la propuesta sigue siendo la fusión según nos explica Juan José Brítez, el sub-chef del Sheraton. Pero esta fusión no se trata de la combinación de ingredientes de varios estilos de cocina en un solo plato sino de combinar los mejor de las cocinas regionales que desfilaron por el Sheraton en los últimos tiempos, como por ejemplo la mexicana, la peruana, la colombiana, la vasca, marroquí, thai, etc, etc.
“Cada una de estos estilos de cocina, nos dejan algo. Por ejemplo, la verdadera forma de hacer el ceviche, el uso adecuado de los ingredientes y nosotros tratamos de utilizar nuestros productos autóctonos como el palmito, combinándolos con distintos tipos de aderezos y de salsa”, nos cuenta Brítez.
También van consultando la preferencia de los clientes y así hay platos que quedan impuestos. Tal es lo que sucede con el sushi y el ceviche. Este último ha ganado un importante territorio al punto que en el buffet tiene su propia estación. Allí el comensal ya encuentra el pescado marinado en jugo de limón y tiene a su disposición una gran variedad de ingredientes que puede combinarlos a gusto, inclusive con mango como lo practican modernamente.
La formalidad del servicio con platos y cubiertos, también ha quedado un poco de lado para dar su lugar a un estilo más descontracturado como el finger food, donde está en manera de pequeños bocados, tipo pinchos o tapas, al alcance de la mano, aunque también hay opciones de comidas calientes con las que no se puede prescindir de aquellos utensilios.
Nos comenta Brítez que las opciones calientes siempre varían (carnes, pastas y arroces) y que el 40% de las comidas frías diariamente se modifican con el objeto de dar mayor frescura al buffet y también porque se trata de utilizar productos e ingredientes de estación y que están disponibles según los días y la temporada. Los tradicionales cortes de quesos y jamones siempre están presentes, así como las ensaladas pero éstas han perdido sus grandes recipientes con profusión de verdes y han tenido que conformarse con presencias más diminutas.
Han puesto más énfasis en la presentación. El finger food, tipo catering, da mayores posibilidades para jugar con la decoración y así cada bocado tiene un atractivo especial y el conjunto presenta una variedad de colores y formas que atrae a la vista y desparrama la atención sobre todo el buffet dificultando la elección. Lo mejor es probar uno de cada cual, es decir de todo.
La cocina típica por supuesto no puede estar ausente. Tiene su representación en un payagua mascada coronada por una caponata; en la sopa paraguaya y en el chipa guasu que están acompañado de unas cebollas caramelizadas al malbec y una chipa rellena de jamón parmesano (de Parma) y tomates secos.
Con los postres se sigue la misma temática. Variedad y profusión de sabores y de colores, con preeminencia de frutas. Y aquí no vamos a detenernos en la descripción sino que vamos a remitirnos a las fotos porque nunca está mejor dicho que: una foto vale más que mil palabras.
La terraza del Sheraton, se abre diariamente desde las 20:00. De lunes a jueves podríamos decir que el servicio es normal, pero lo fuerte realmente viene el viernes y el sàbado por lo que se aconseja realizar reservas. Esos días, metafóricamente, se pone todo en el asador, el horario de atención se extiende un poco más de lo habitual.
En fin, como decíamos al principio, todo es muy fresco en la Terraza del Sheraton. El único calorcillo que nos puede asaltar ocurre a la hora de pagar la cuenta, ya que el servicio cuesta por persona 170.000 guaraníes, que generalmente se ven disminuídos por las promociones de pago con tarjeta de crédito. Si se puede, bien vale la pena.