La semana pasada se realizó la decimoquinta edición de la tradicional Expo Vino, que como ya nos tiene acostumbrado en los últimos años, volvió a ofrecer la misma cantidad de etiquetas de vinos de excelente calidad, para una multitud que es la que siempre se reúne cuando hacen la convocatoria, para disfrutar además de un excelente servicio gastronómico, igual que en ediciones anteriores, en fin, ofreció aquello a lo cual nos estamos acostumbrando: el mismo éxito de siempre.
Los tres días de la Expo Vino estuvo colmado por una multitud que llenó el local de Talleyrand Costanera. Había una época en que importaban los números. Se contaban las personas que ingresaban, que 1.500, que 2.000 o 3.000. Ahora lo que importa es si las entradas se agotan antes del evento. Nunca se dan a conocer los números exactos. Lo cierto es que se trata de un evento que atrae a las masas.
El día de la Noche Premium la capacidad del local estaba mucho más holgada que los días de las Noches Tradicionales, tal vez para dar mayor comodidad para aquellos que pagaron una entrada diferenciada y se les otorgaba ese beneficio. Como siempre el público femenino es superior al masculino.
Hubo una oferta para degustación de aproximadamente 200 etiquetas de vino o marcas de todos los pelajes y procedencias. Como es tradicional predominaron los tintos de las más diversas procedencias americanas y europeas, con preponderancia de las bodegas argentinas. Podríamos decir que en la Noche Premium había vinos que superaban los 300.000 guaraníes (algunos estuvieron muy por encima) y que en las Noches Tradicionales estuvieron destinadas para las de menor precio.
Pero la calidad era pareja, en ambos casos, se trataban en su gran mayoría de vinos de alta gama. Un análisis más pormenorizado habría que dejarlo a los especialistas. Lo cierto es que todos los puestos de degustación recibían gran cantidad de visitas sin importar quién tenía los vinos más caros. El mercado local está tan actualizado que no resaltaron las novedades ni las sorpresas.
La Expo Vino cumplió su decimo quinta edición, es decir que cronológicamente, está en plena adolescencia, la flor de la edad. Sin embargo, por sus logros ya tiene signos de madurez. Y resulta inevitable pensar en que debería planear los organizadores para concretar un evento aún mejor.
Oliver Gayet, sommelier, chef propietario del restaurante Le Sommelier, es uno de los creadores de la Expo Vino (junto a Marta Poletti). Participó en todas las ediciones y a su criterio algo que aun le falta al evento, es que consiga un local más amplio para que se realice en un solo día y no en tres como ahora. Resulta que es muy oneroso para los expositores y empresas importadoras afrontar los gastos de tres días de exposición. No existe un local que pueda albergar de una sola vez a todos los que asisten a la Expo Vino, salvo que alguna vez decidan hacerlo al aire libre, lo cual es muy difícil porque se debe lidiar con la incertidumbre del estado del tiempo.
Otro aspecto que siempre se destaca en la Expo Vino es el servicio gastronómico. Este año estuvo a cargo de Talleyrand, teniendo en cuenta que se realizó en sus instalaciones ubicadas en la Costanera. Fue abundante y destacado, tanto el servicio en bandejas como el buffet. Ahora bien, es hora de que los responsables piensen que sería oportuno incluir algún repertorio del asado paraguayo, teniendo en cuenta la preponderancia que está adquiriendo la carne paraguaya.
Pero más aun, considerando que la carne vacuna marida oportunamente con el vino tinto que tanto abunda en el evento. Claro que hay que hacer previamente los análisis correspondientes pero que bien le quedaría a la Expo Vino, algunos asaditos, parrillitas con cortes de picaña, ojos de bife, bifes de chorizo, entrañas, vacío. Sería un paso adelante, indudablemente. Un paso adelante, como los constituyeron los paneles digitales que incorporaron en los stands de cada empresa importadora.
Seguro que existen muchas ideas para avanzar en el mejoramiento de la Expo Vino un evento que, así como está ya es formidable. No importante que siempre sea igual que lo mismo. Ya nos acostumbramos al reiterado éxito.