Podría decirse también que entre camba y camba inventaba recetas. El camba es la palabra que crearon los usuarios para denominar al trueque que realizan a través de Cambachivache una plataforma que es el boom del momento en las redes sociales. La gente hace selfies con su primer camba como si fuera un hito muy importante en la vida virtual. No sería raro que de aquí a poco inventen el verbo cambar.
El creador de Cambachivache es Jorge Iriberri Lovera, paraguayo, 44 años, casado con Carla, dos hijos, estudió economía durante 12 años, realizó un curso de administración pública en Paris, optó a un master en economía en la ciudad de Barcelona, España y tiene un Post Grado en la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Y podríamos decir que todo eso casi casi quedó en el olvido, porque hace 19 años Jorge entregó su vida a la gastronomía.
Hoy es el chef propietario de la La Cuina, un servicio de catering y asesoramiento gastronómico creado en el 2004. Claro que, antes de eso mucha agua pasó bajo el puente, o sea bajo La Cuina y bajo Cambachivache. Jorge que ya tenía el bichito de la cocina metido en la cabeza aprovechó su estadía en Barcelona, para estudiar paralelamente cocina e incluso llegó a trabajar en un establecimiento gastronómico donde coincidió con Ignacio Fontclara (Karu). También realizó estudios con Sarita Garofalo, Manuel Fernández y sobre todo Adriano Pastrone.
El recientemente desaparecido chef italiano fue algo así como su mentor y quien le introdujo en el mundo del catering. Con él comenzó a trabajar a su vuelta de España y hacía pedidos para los amigos que siempre le encargaban pizzas y esas cosas. Hasta que una vez ante un servicio que debía realizar para Publicitaria Nasta, tuvo que formalizarse, ya que le pedían factura y se vio obligado a crear un nombre de fantasía, naciendo de esa manera La Cuina.
“Nuestro fuerte era que sabíamos adaptarnos a los eventos en base a los requerimientos de los clientes, hacíamos pastas artesanales, preparábamos buffets, tratábamos de innovar siempre, fuimos de los primeros en utilizar los finger foods. Antes no habían muchos platos originales para comer con la mano”, nos cuenta Jorge.
Y luego agrega: “Nos fue bastante bien hasta marzo de este año, veníamos mejorando año tras año invirtiendo en la empresa. Pero la pandemia nos mató. En marzo ya teníamos cubierto todo el año con eventos, ahora estamos sobreviviendo con platos del día. Me reforcé con equipos de alta producción y ahora estoy bailando el tango de los desesperados. Pero gracias al trabajo que realicé durante varios años, no me puedo quejar”.
Mucho antes del camba, Jorge ya recurría al trueque y a los cambios. Así llegó a montar la gran infraestructura culinaria que tiene La Cuina. “Tengo clientes corporativos con los que hago canje, así obtuve hornos, mesadas, equipos”, reconoce. La página en Facebook Cambachivache vino a dar forma comercial a lo que ya venía haciendo en su negocio. “Además yo soy un gran cachivachero profesional. No soy acumulador sin sentido, porque este pone en juego muchas veces el orden y la higiene, creo que soy la evolución crónica de un fanático de juntar cosas”.
Ahí ya estaba el fermento necesario para la creación de Cambachivache. Pero en el 2016 ocurre un hecho culminante. Su madre abandona la antigua casa familiar ubicada en el barrio Jara y para trasladar los objetos y chiches que sus padres acumularon a lo largo de la vida tuvieron que alquilar camiones de mudanza y alquilar también depósitos para el efecto. Eran objetos de gran valor sentimental pero también cosas con valor pecuniario. Así que Jorge intentó ponerlas a la venta. “Vender lleva su tiempo, no es tan fácil. Después cuando querés comprar algo que te interesa también perdes tiempo. De ahí fue que pensamos que podría cerrarse el circulo si alguien tiene algo que necesitamos y le damos a cambio algo de lo cual queremos desprendernos. Todo se consuma en un solo acto. Así formamos un grupo en Facebook donde podíamos intercambiar entre los amigos”.
La consigna era contactar entre los amigos y sin que exista dinero de por medio hacer trueque. “Anduvo muy bien desde el comienzo, era más lento. Al cabo de un año logramos alcanzar a 12.000 miembros”, cuenta, pero con la pandemia la cifra de usuarios creció en forma exponencial y llegó a los 400 mil. Cambachivache se convirtió en uno de los fenómenos del momento y dio lugar a cambas espectaculares e increíbles y a pedidos inverosímiles. Uno pide lo que necesita y ofrece lo que puede. Fue así que alguien ofreció abrazos a cambio de escombros. Hay todo tipo de transacciones, incluso de cosas de valor como vehículos y terrenos. La Subsecretaria de Tributación ya le echó el ojo y aclaró que aquellas transacciones que superen los 20 millones de guaraníes, deben tributar IVA.
Cambachivache es una contracción de Cambalache de cachivaches, ahora es una marca registrada. “El éxito se debe a que es una página de intercambio donde no se utiliza dinero, vos sabes que dinero mata galán y también mata grupo. Esto es idealismo puro del trueque. Ahora, con el concurso de Gonzalo Murcia uno de los puntales del grupo, estamos desarrollando una plataforma independiente, una app”, dice mientras se despide porque iba a intercambiar cerveza por una bicicleta para su hijo.