Es un chiringuito, que así se denominan en España a los pequeños kioskos que ofrecen alimentos y bebidas en las playas. Este es un Chiringuito del Mediterráneo pero está ubicado en el corazón de Carmelitas. Metido en medio del mercado (Le Marché), donde se ofrece una muestra gastronómica de lo que uno puede encontrar por aquellos lares o mares. Camarones, calamares, langostinos, pulpos, la infaltable tortilla española y las paellas.
El Chiringuito del Mediterráneo tiene algunas particularidades dignas de mención. Es un semi restaurante metido dentro de un Patio de Comidas. Tiene un producto gastronómico que constituye un paso más delante de la oferta de Fast Food que caracterizan a estos nuevos negocios. En el espacio que le corresponde dentro del inmueble común, montó un ambiente con decoración especial que le da un toque particular diferente al resto de los puestos. Construyeron un pequeño deck con lo cual aprovecharon inteligentemente un lugar que ninguno de los otros se animaría a tomar, obteniendo una terraza con vista privilegiada.
Allí los muebles son más sólidos y los comensales se sirven con platos, cubiertos, vasos y copas. Si bien tiene una capacidad limitada, los comensales del local también pueden servirse utilizando los otros sectores del Patio de Comidas. Pero no tiene todas las comodidades de un restaurante, no es un local cerrado, no tiene aire acondicionado y el servicio tampoco es el de un establecimiento gastronómico bien montado.
En lo que más se parecen a los restaurantes es en la cocina. Allí tienen a José María Bruno, un español del País Vasco que desde chiquito mamó gastronomía en esa región de la Península Ibérica que tiene hoy día la mayor concentración de estrellas Michelin en el mundo. El “Chema”, como se le conoce en el ambiente gastronómico local es un gran protagonista, ya que además de haber creado el club privado Cepas y Fogones, es un activo organizador de cenas maridajes y catas en restaurantes asuncenos. Junto a su socio Roberto de La Horra, también natural de Bilbao, nos explicó las razones de este emprendimiento.
Bruno, es un cocinero empedernido. De tanto en tanto, suele cocinar para los amigos siempre con el afán de ofrecer algún plato nuevo para auscultar los gustos de sus invitados. Fueron estos, los que constantemente le impulsaban a abrir algún local y que se animara a ofrecer esos productos que tan bien conocía. Cuando, con Roberto, fueron a visitar Le Marché y vieron la prodigiosa naturaleza que le rodea, enseguida decidieron que ese era el lugar donde podrían iniciar un proyecto gastronómico.
“Lo que me gustó de este lugar es que a los seres humanos nos gusta estar en contacto con la naturaleza. Por más que haga mucho calor de día de noche el clima es hermoso. Todos preferimos estar bajo un mango tomando una cervecita que estar metidos en el aire acondicionado por más bonito que sea el sitio. Además nuestro concepto es chiringuito de playa y necesitábamos algún contacto con la naturaleza, bien decorado con cañitas y tacuaras. Tampoco era para servir alta gastronomía sino algo muy sencillo. Entonces va bien la naturaleza, la sencillez del local y la comida sabrosa y poco complicada”, explica.
Nuestro entrevistado tiene un bagaje gastronómico mucho más amplio y profundo. Un gran conocimiento de la historia y el desarrollo de las distintas escuelas de cocina que hay en el mundo pero optaron por la onda mediterránea para introducir algo que el público paraguayo ya conoce. Sea porque ya han disfrutado de las mismas recetas en sus viajes al Brasil o a Europa. “Otro concepto sería mucho más caro y laborioso. Yo puedo hacer muchas cosas de alta gastronomía, pero no tengo el capital, no tengo la persona ni el nombre para ello”, agrega.
Entre los productos que ofrece el Chiringuito del Mediterráneo se encuentra el Saltimboca, un sándwich originario de Roma, Italia, que se prepara con carne de vaca (usan el lomo) que lleva jamón, salvia y limón. Otra versión del Saltimboca lleva todo lo citado antes y se agrega un queso ibérico. “Así le damos un toque nuestro como si fuera una novedad ya que aquí tienen un queso ibérico espectacular y a la gente le gusta”.
“Luego tenemos camarón al ajillo, gambas a la plancha, tortilla española, croquetas de jamón, calamares a la romana, sándwich de camarón, de atún, de lomo de cerdo con queso adobado, presentado con locote o queso ibérico, pulpo a la gallega, paella, platos con carne vacuna, cerdo, langostinos, calamar y atún. Todos se sirven al plato pero si quieres bajar al patio en vez de quedarte en el deck te ponemos en un plato de plástico para que puedas transportar”.
Uno de los atractivos del lugar son sus precios, bastante competitivos en relación al mercado local. Un plato de paella cuesta 50 mil guaraníes, los calamares cobran 30 mil, las gambas a la plancha, 50 mil. También tienen medias porciones. Un cuarto de tortilla española tiene un precio de 15 mil guaraníes. Un buen sándwich sale 25 mil guaraníes. “Es un sitio para poder venir con la familia, desenfadado, con los niños, no va a haber una cuenta terrorífica. Los vinos en copa, salen 15 mil, hay botellas a partir de 60 mil guaraníes. Nosotros ponemos copas de vino pero para el patio no puedo dar, tenemos ocho tipos de vino y un espumante”.
“Estamos dando comida que se pueden conseguir en un restaurante, pero lo estamos ofreciendo en un lugar que no es un restaurante, un chiringuito en España tiene una estrella Michelin pero su gastronomía es fantástica. El chiringuito tiene un concepto de informalidad y el concepto es que la gente venga y disfrute sin que sea muy caro. Si tuviéramos el concepto de ser caros estaríamos en otro lugar. Tenemos el concepto de rotación, queremos trabajar la rotación, se trabaja mucho, pero conseguimos que nuestros productos estén rotando. Con eso conseguimos que la calidad de nuestro producto sea bueno, que haya rotación, por eso damos calidad y precio”, dice finalmente Bruno.
El Chiringuito al igual que los locales en Le Marché abre, de martes a domingo y en el primer fin de semana quebró su stock. Es que el Chema tiene muchos seguidores, no hablamos del Facebook, sino de los que conocen la mano que tiene para la cocina. Y la idea que desarrolló de llevar a un Patio de Comida un concepto que es mitad restaurante y mitad carrito de comida seguro que va a encontrar muchos emuladores. Y constituye un paso adelante de la parrilla urbana que inventó Osso.