En diciembre pasado, el restaurante Para Cuando la Vida presentó su nueva ambientación y propuesta gastronómica. Fue la apuesta más ambiciosa de todas las que lleva realizada. Hizo en su local, la puesta en escena de un circo con toda la pompa que ello requiere. Quisieron extender el espectáculo al servicio gastronómico pero en este caso los trapecistas hicieron un número sin la red de seguridad. Y el resultado fue que tuvieron que cerrar, de momento. Y no se sabe cuándo el show va a continuar.
Comencemos con la parte positiva de esta historia. El 5 de diciembre pasado se hizo la presentación de la nueva ambientación y la carta gastronómica del restaurante Para Cuando La Vida. La decoración estrenada fue realmente espectacular y sorprendente. Conste que siempre en esta materia tiraron la casa por la ventana. Esta vez fueron un paso más allá y la impresión que uno tenía al entrar en contacto con el local era de deslumbramiento por la fastuosidad del proyecto encarado.
Ambientaron el restaurante a la manera de un circo, de un circo burlesque pero sin bailarinas. Lo primero que hay que destacar es que montaron una carpa, pero una especial, porque las dimensiones del lugar no eran regulares y se tuvo que mandar confeccionar una carpa a medida. Muchos elementos decorativos nos introducían en el ámbito circense como los trapecios que colgaban de las columnas y del techo. Estaban los famosos carromatos, algunos convertidos en bar y otros en improvisadas plateas.
Por doquier había arlequines en tamaño natural que por la perfección de su elaboración parecían reales. Animales también en tamaño natural estaban dispersos por los rincones. El techo de la carpa estaba decorado con cientos de sombrillas y el gran pórtico de la entrada era ya casi un recibimiento triunfal. Las mesas y sillas eran todos de gran calidad y estilo. Los muebles y espejos del salón dejaban una estela de buen gusto. En fin, todos los detalles decorativos estaban en su justo lugar y aquí cabe mencionar el trabajo realizado por Oscar Guccione para realizar la ambientación.
A todo este entorno, hay que sumar el espectáculo que brindaban los integrantes del grupo Nhi Mu, un elenco de teatro aéreo que encontró un espacio que le venía como anillo al dedo para sus shows. Presenciar esto y apreciar el despliegue de decoración sentado en la mesa de un restaurante, es una experiencia que casi casi se justifica por sí sola. Pero se trata de un restaurante.
UN SALTO MORTAL
La oferta gastronómica de Para Cuando La Vida, quiso sumarse también al espectáculo que brindaba el circo, no como extra, segundón sino como primera figura. Y allí sobrevinieron algunos problemas. La elaboración del menú así como su ejecución estuvo a cargo de la profesora Idalina Méndez, quien ideó para este proyecto un menú de 15 pasos, a la manera de finger foods, pero en tamaño grande. Contemplaba un popurrí de carnes de todo tipo, incluyendo avestruz, cocinados con diversas técnicas. Así como ensaladas, sopas y otras exquisiteces a tono con el buen comer.
El problema radicaba en el servicio. La idea era que en determinado momento, los camareros y mozos salieran como desfilando desde la cocina, con sus bandejas en mano en una especie de cortejo, sirviendo a los comensales, a la manera de los grandes banquetes. La falta de coordinación y de capacitación hizo el resto. Hacer un servicio de 15 pasos, a la manera prevista, para una concurrencia que no llega a la misma hora, supone algo así como que el trapecista haga un doble salto mortal, sin red de seguridad.
De todas maneras, la cosa no era como para morirse. El mal servicio es algo que caracteriza a la mayoría de los restaurantes locales. Pero Para Cuando La Vida, tuvo la entereza y la valentía de reconocer públicamente sus errores y prometer enmendarlos, a través de un comunicado lanzado en su página oficial de Facebook, cosa que no es común en nuestras empresas gastronómicas.
El otro problema era que no contaban con un plan B. Fracasado el sistema de servicio se vino también abajo la propuesta de un menú degustación de 15 pasos. Y algo que requería de una cirugía mayor se resolvió con una curación momentánea. Se improvisó inmediatamente un menú a la carta y la degustación de 15 pasos se redujo a una de 8 pasos combinados. Se salió del paso pero la solución gastronómica quedó muy flaca ante la parafernalia decorativa. No daba la talla.
Antes de que se anunciara el cierre temporal por vacaciones durante el mes de febrero, estuvimos en el restaurante en un día de fin de semana y pudimos notar que tenía una interesante afluencia de clientes. Nos informamos que en otros días también tuvo igual concurrencia. A pesar de los problemas mencionados, el restaurante funcionaba relativamente bien, aunque debemos reconocer que nos llegaron algunas quejas.
Para Cuando La Vida, no es solamente una empresa comercial que puede quedar a expensas de los buenos o malos momentos que muchas veces tienen que atravesar proyectos de esta naturaleza. Lleva el sello personal de su propietaria, Nora Zapag. Y los errores no se reflejan sólo en él debe y haber de la contabilidad. Así fue que decidió cerrar temporalmente, sin importar que esto afecte al 14 de febrero, fecha en la que Para Cuando La Vida, suele engalanarse como ningún otro restaurante de la ciudad para conmemorar esa fecha.
No pudimos hablar con ella, pese a los intentos realizados, para conocer cuáles son los planes. Sabemos que todo el personal sigue cobrando salario aun sin trabajar y que la noticia que tienen es que se está reorganizando todo. Analizando lo que Nora Zapag lleva hecho con Para Cuando La Vida, es fácil deducir que si decide continuar va a redoblar la apuesta. Ojalá que siga esa premisa casi ineludible: “el show debe continuar”.