Que será que pasa, que mientras un sector de los restaurantes se queja de una crisis y la poca venta, por el otro lado un inmenso público da su espaldarazo a un evento inédito cuyo gran mérito fue el de reunir en una feria toda la posible oferta gastronómica? Hay o no hay crisis o lo que no existe son respuestas alternativas y novedosas para afrontar el hecho de que algo está pasando en el sector.
La realidad es que existen restaurantes a los que les va bien y hay otros que no. Pero el público está ahí, ávido, cada vez en mayor número esperando que aparezcan propuestas que atraigan su atención. Y no sólo tiene que ver con la oferta culinaria, tiene que ver con todo, calidad, servicio, ambientación y con ese algo todavía nebuloso e indefinido al que le llaman experiencia gastronómica.
Paladar solo se trataba de reunir bajo un mismo techo a todos quienes se dedican a este noble oficio de dar de comer a la gente. Pero se trataba de eso luego. Algo que considerando las condiciones de nuestro mercado era casi como escalar una montaña de apatía y de intereses creados. Por qué, no se hizo antes un evento como Paladar si estamos hablando del boom gastronómico desde hace más de un lustro?. Y sobre todo, quién debía hacerlo?.
Hacía falta un poco de visión y mucho de espíritu de innovación y atrevimiento. Capacidad existe de sobra y si bien muchos son los padres de esta iniciativa y muchos también los involucrados en la organización, fue necesaria la fuerza de voluntad y el entusiasmo incansables de dos jóvenes como Juan Carlos Guerrero (Mercadito y No Me Olvides) y Esteban Aguirre (Guarará) . Creyeron desde un principio en la viabilidad del proyecto y se lanzaron a esta aventura sin más equipaje que una sana osadía. Era una cuestión de fe.
Increíblemente, Paladar dejó a todo el mundo contento y satisfecho, organizadores, participantes y público en general salieron conformes y casi nadie aportó una queja. Creo que por ahí vimos que alguien se quejó del sistema de tickets y del olor que dejaba su rastro en el pelo y la ropa, sobre todo de las mujeres, pero nada al fin. Tal vez la causa de esta ausencia de defectos, sea el deslumbramiento. No creíamos que algo así pudiera estar pasando. Inédito, pulcro y encima bien organizado.
Y conste que no era nada barato. Se cobraba 20.000 guaraníes por la entrada y 35.000 guaraníes por los platos más codiciados. Es decir 55.000 guaraníes por una media porción de lo que sería un plato de fondo, sentado en la mesa, de cualquiera de los restaurantes más cotizados de la ciudad. Igual, la gente pagaba sin chistar. Quizás porque el deseo de compartir, de participar en comunidad y de asistir a una feria le daba algo de esa experiencia gastronómica de la que hablábamos más arriba.
Aquí, se echó a rodar una rueda, pero lo hicieron con tanto ímpetu que la inercia que adquirieron les dará un impulso que alcanzará hasta el próximo año cuando se planteen nuevamente organizarlo. Muchos restaurantes no quisieron estar, unos cuántos se opusieron y otros francamente no pudieron. Lo cierto es que si no se suben al carro, tendrán que ir por su cuenta en esta carrera hacia el gran desarrollo gastronómico y no hace falta recordar que donde está la unión está la fuerza.
No hubo propuestas nuevas de cocina con las que deleitarse. Cada restaurante ofrecía lo mejor de lo que ya sabíamos. La comida típica paraguaya fue la gran ausente, más allá de algún payagua mascada con camarones (Entrecotte), un mandi´o Chyryry (Hippie Chic) y el asado a la olla (Tierra Colorada). Este vacío, se trató de llenar con una serie de charlas y conferencias (Akapete Gourmet) que se hicieron en el marco de Paladar. La riqueza de su contenido y la importancia de sus expositores se vieron devorados, subsumidos y opacados por la feria gastronómica. Otra gran iniciativa pero que mereció mejor suerte.
Hasta aquí, ya llevamos hablado de visión, de innovación, voluntad de participación colectiva y parece que nos estamos refiriendo a condiciones de las que adolece gran parte de nuestra gastronomía. La aparición cada vez mayor de nuevos restaurantes quizás también responda a la necesidad cada vez más creciente de un público que busca nuevas experiencias, tipo Paladar. Flor de akapete.
Que tiene que ver un payagua mascada de CAMARONES con el ENTRECOTTE.