Son vinos tops, de gran consideración mundial, él también lo es. Pese a lo importante que son, se mostraban sencillos, amigables, poco estructurados; lo mismo podemos decir de su persona. Y eran muy fáciles de tomar, excesivamente agradables, lo mismo que él. Vinos que no hablan de lo perfectos que son sino de la tradición y del lugar de dónde provienen, igualitos que él. Es que, cómo nunca, como en este caso, el vino expresa tanto de la persona que lo produce.
Es la primera vez que viene al Paraguay y sin embargo, nos trata como si nos conociera de toda la vida. No pone ninguna barrera entre él y nosotros. Su empresa es un verdadero “monstruo”, en el mundo vitivinícola. Es grande y pisa fuerte. Nos habla con un entusiasmo tal, como si lo estuviera haciendo, con los más grandes compradores de Europa.
Y Paraguay, dentro del mercado del vino, es un puntito minúsculo en el mapa mundial de la comercialización. Pero él ve en nuestro país, algo que aprecia mucho: la calidez de la gente, la misma calidez que transmite cuando se dirige a uno de nosotros. Se siente muy cómodo, a pesar de que en dos o tres días, almorzó y cenó con compradores, consumidores y atendió a los miembros de la prensa, en una maratónica actividad.
De aquí, va a Francia, para repetir idéntica rutina, pero salvando las distancias en cuanto a importancia y relevancia de nuestros mercados. Cuenta que a veces, extraña el estar en su casa, pero como dicen en su país “sarna con gusto no pica”. Le causa tanto placer hablar del vino, que por momentos, no reconoce cuando está trabajando y cuando se está dedicando simplemente a hacer algo que le gusta.
Si bien esta nota es para hablar de vinos, sin embargo, estamos describiendo a José Alberto Zuccardi, director de las Bodegas Zuccardi de Argentina. La razón es sencilla: para él los vinos hablan esencialmente de las personas, a través de las variedades de uvas, del suelo donde habitan y del clima que afectan. Al vino y al hombre que lo elabora. Los vinos Zuccardi y José Alberto casi son una fotocopia.
“Expresa a la gente que lo hace”, dice con mucha convicción y para demostrar su aserto menciona lo siguiente:
El mismo viñedo cultivado por personas diferentes produce uvas diferentes y las mismas uvas elaboradas por equipos diferentes producen vinos distintos, esto prueba que las personas son importantes en el vino”.
El jueves, reunió a representantes de la prensa en un almuerzo en el Hotel Crowne Plaza, en dónde nos distinguió con una cata muy especial, no había vinos malbec, pero también por la calidad de las etiquetas ofrecidas en degustación: Zuccardi Serie A Torrentes, Emma Zuccardi Bonarda y Zuccardi Finca Los Membrillos, un Cabernet Sauvignon. Todos ellos de alta gama y sobre los que no vamos a abundar en detalles, sino simplemente recomendar.
Los vinos Zuccardi, corren en la Fórmula Uno de los vinos mundiales, varios de ellos obtuvieron altísimas puntuaciones en los rankings de conocidos expertos y críticos en la materia. Después de la degustación, los asistentes compartían sus preferencias, este o aquel es el mejor. Nosotros, por nuestra parte, gustosos pasaríamos horas compartiendo con cualquiera de ellos.
Habíamos visto que para Bodegas Zuccardi es importante: la uva, el suelo, el clima y la gente. Pero incluso, van más allá y hacen mucho hincapié en la familia y la tradición. “La familia es muy importante y la familia entendida en un sentido amplio, no solo por la vinculación sanguínea sino como comunión de objetivos y de valores. Y en esto, las empresas familiares tenemos que ser muy profesionales, porque además de nuestro compromiso, que guardan relación con la economía de la empresa, están los aspectos que guardan relación con el aspecto afectivo de las personas”.
“Así como yo creo en el vino, creo que las empresas familiares pueden llegar muy lejos. Pueden llegar más lejos porque tienen la posibilidad de alcanzar niveles de calidad en el vino que van mucho más allá de las que podrían conseguirse con cualquier otro modelo empresarial”.
¿Por qué?
Porque creo que las personas son importantes y se puede llegar al cuidado de los más mínimos detalles y porque creo que hay un compromiso mayor. Son empresas en donde uno trabaja con las personas que más quiere en la vida y eso produce una corriente positiva que es muy interesante.
¿Por eso para Ud. la identidad es más importante que la perfección?
A mí me gusta comparar los vinos con las personas. ¿Qué es una persona perfecta? Es difícil definir lo que es la perfección, y así también es difícil definir qué es la perfección en el vino. Creo que cuando uno bebe vino busca un vino que le comunique cosas y a veces la perfección es como la belleza. Hay mujeres muy bonitas pero carecen de carácter y a veces no son perfectas en sus rasgos pero tienen un carácter que le hacen muy atractivas. Yo creo que con el vino es lo mismo, no buscamos perfección, buscamos identidad.
Una de las formas que tiene Zuccardi para encontrar esa identidad es la investigación de los suelos, para lo cual han invertido tiempo y dinero a fin de determinar qué tipo de suelo es el más conveniente para cada tipo de uva porque como bien lo dice José Alberto “el vino es una expresión de la tierra, definitivamente. Lo que no esté en las uvas no estará en el vino, con buenas uvas se puede hacer muy buenos vinos, pero no lo mismo, si las uvas no son buenas”.
“El clima es también determinante, pero de todas maneras el clima puede ser un factor más aleatorio y el suelo es una condición más permanente. Es decir el techo de calidad de una uva, es el suelo del cual viene, porque si no está el potencial en el suelo, es muy difícil que uno pueda lograr una cosa excepcional, por eso ponemos mucho hincapié en los distintos lugares, y en cultivar en el lugar adecuado”.
Esa manera de entender que el vino es fundamentalmente una expresión de la tierra lleva a desmitificar algunos antiguos conceptos, como eso de que el vino cuanto más añejo mejor.
“En muchos aspectos, el estacionamiento de un vino puede ser parte de la preferencia de los consumidores y lo pueden hacer. Pero hoy nosotros creemos, que en una región como la nuestra podemos producir vinos que al cabo de uno, dos o tres años, son muy buenos. Es decir que se pueden beber”.
“Obviamente, hay consumidores a quienes gusta un estilo más maduro con un poco más de evolución, vinos más complejos. De hecho, nosotros estamos comenzando a hacer guardas de vino de cosechas anteriores para ver la evolución, pero también para sacar después a la venta cosechas más antiguas”.
“Creo que el paradigma de que, cuanto más viejo mejor es un paradigma relativo, yo diría que hay algo que es cierto, cuando un vino tiene capacidad de añejamiento en el largo plazo es un gran vino. A mí me gustan cuando expresan juventud, el carácter de la uva que le dio origen, pero si ese vino tiene la condición de mantener esas condiciones y de ir teniendo una buena evolución en el tiempo, es magnífico”.
¿Y Paraguay qué representa para ustedes?
Estamos muy contentos con London Import, nuestros socios en Paraguay, compartimos muchas cosas en común, un mercado, con un país que tenemos una filosofía común, uno se siente en casa y eso no es menor. Es un mercado con una población limitada en cantidad pero un país donde la gente aprecia el vino y el gusto por el placer por el vino está creciendo. Un país al que nosotros le ponemos todo nuestro foco y nos sentimos muy contentos de estar, nuestra visión de los mercados es a partir de la permanencia, del trabajo y de compartir con los consumidores.