Comida sabrosa pero un local deficiente

19 noviembre, 2020

parrillada maracaná

Como la mayoría de los restaurantes de antaño que venimos repasando, la parrillada que hoy vemos tenía una buena oferta gastronómica pero como muchos las instalaciones eran deficientes y los baños lamentables. Estaba en un lugar privilegiado y no se podía quejar de la afluencia de clientes. Seguimos así reproduciendo las notas que publicó el Diario ABC, en el año 1978, cuando hizo una serie titulada La cena fuera de casa.

«La parrillada «Maracaná» se encuentra ubicada en Brasilia casi España, un sector del barrio Jara donde se han instalado varios establecimientos similares que noche a noche reciben a numerosas personas que gustar cenar afuera. El «Maracaná» exhibe un local bastante deteriorado, luz deficiente y algunos otros inconvenientes como la ubicación de ciertos materiales de construcción en las veredas lo que dificultaba sobremanera el paso de los transeúntes.

El local carece de una playa de estacionamiento, pero uno puede estacionar su vehículo en las calles adyacentes sin mayores dificultades bajo la atenta mirada de algún cuidador de coches. Sin embargo hay que reconocer que la comida que se sirve en el lugar es sabrosa.

La actividad principal se desarrolla al aire libre en un patio que posee unos altos pilares de hierro donde se instalan carpas cuando llueve. En tiempo de calor las carpas son retiradas para permitir que los concurrentes reciban el fresco de la noche. El local, por supuesto, no cuenta con aire acondicionado ni tampoco con un sistema de aireación adecuada, sólo se pueden observar algunos ventiladores.

El mobiliario es bastante bueno, aunque las sillas son duras y bastantes incómodas. Los manteles y servilletas bastante bien, pero no son cambiados con mucha frecuencia. Los cubiertos buenos y la cristalería regular. Las copas y vasos son viejos y siempre exhiben algunas pequeñas rajaduras o picaduras en el borde. Estos vasos y copas deberían ser eliminados por el propietario del local. Como ya si es habitual en este tipo de establecimiento, las aceiteras no tienen tapas y entonces casi siempre el vinagre o el aceite presentan los habituales bichitos, inofensivos tal vez, pero desagradables a la vista.

LAS COMIDAS

El menú que ofrece el “Maracaná”  a través de una carta bastante deteriorada por el uso, no es tan variado y se circunscribe a lo que uno encuentra en la mayoría de las parrilladas. La rabadilla está cotizada en 180 guaraníes, la costilla en el mismo precio y la parrillada completa cuesta 400 guaraníes. El chorizo, morcilla y butifarra está en 25 guaraníes. El asado de lomito 200 guaraníes, una pizza mediana 450 guaraníes. Los amantes de las menudencias pueden pedir lengua, riñón, y otras especies, cuyo precio está en los 150 guaraníes. La comida en verdad no es abundante, está bien presentada y es bastante sabrosa. El asado se presenta bien cocinado y la carne es blanda y sabrosa. El «Maracaná» también ofrece pollo asado de muy buena factura.

LAS BEBIDAS

El «Maracaná ofrece los mismos vinos que la mayoría de las parrilladas, pero la presentación no es tan buena. El hielo, si bien se sirve en una hielera adecuada, va acompañado como de costumbre de la famosa cuchara que como ya dijimos varias veces no sirve para tomar los cubitos de hielo porque se deslizan, Al final uno termina recurriendo a las manos para apoderarse de los escurridizos cubitos de hielo.

Según la carta, uno puede tomar un buen vino francés por la suma de 950 guaraníes en el mismo nivel se encuentran los vinos alemanes y los españoles. Si uno prefiere los nacionales puede solicitar el Selecto, cuyo precio está en los 80 guaraníes. Para los exigentes se ofrece toda una variedad de cocteles entre los que se cita a Saint Emilión.

Entre los postres uno se encuentra con la conocida ensalada de frutas dela estación; a veces sirven la enlatada, la torta helada, el flan, budín y el democrático dulce de batata con queso. Los precios varían de 100 a 120 guaraníes, que cuesta una porción de torta helada.

El establecimiento no cuenta con espectáculos de ninguna naturaleza ni tampoco hay música funcional. Uno se puede divertir viendo los coches que pasan por la avenida Brasilia a una velocidad excesiva. En el local se debe mejorar principalmente la iluminación que es bastante deficiente, pues está proporcionada por unos pequeños farolitos ubicados en las paredes y en el techo.

EL BAÑO

La parrillada «Maracaná» añade a su local, bastante deteriorado, la existencia de un solo baño que es bastante incómodo. Muchas veces cuando existen los baños correspondientes -para damas y caballeros- uno debe aguardar: imagínese lo que es cuando existe uno sólo y sin las comodidades básicas pertinentes.

El baño del «Maracaná» contaba con papel higiénico y nada más. Además era notorio que no estaba higienizado convenientemente porque además de exhibir suciedad por todos los rincones, tenía unos efluvios bastante desagradables e indignos.

Un mal que se repite mucho en las distintas parrilladas y restaurantes, es la ausencia de un buen baño, tanto para las damos como para los caballeros. En la mayoría de dichos establecimientos sus propietarios prefieren improvisar en este campo, cuando es bien sabido que todos deseamos lugares aseados, bien aireados y con todos sus implementos, como son la toalla, el jabón, desodorante, etc

LOS MOZOS

El servicio de mozos del Maracaná no deja de ser bueno. Todos lucen el consabido uniforme – pantalón planco, camisa del mismo color y el aristocrático moñito negro- y se dirigen con bastante finura a los clientes. Conducen a los mismos a las distintas mesas, presentan la carta y a veces aguardan pacientemente que el recién llegado ordene algo de tomar y de comer.

Presentan bien las bebidas y casi siempre hay alguno expectante por si algún comensal desee solicitar algo en algún momento. En general la parrillada Maracaná está bien, pero podría ofrecer muchas más comodidades a los clientes, en especial, en materia de mobiliario.

Siempre es agradable sentarse cómodamente y servirse los alimentos en una mesa que no se mueva, ni por el desnivel del piso, ni por estar desvencijada por el mal uso. Con un poco de buena voluntad el lugar puede mejorar ostensiblemente lo que servirá para que la gente concurra con más frecuencia a este sitio».

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