Hace 16 años que trabaja como empleada doméstica en la misma casa de familia. Nunca estudió cocina. Aprendió sola. Cada lunes a la medianoche tomaba el ómnibus para llegar el martes a la mañana a fin de grabar el programa. Los miércoles volvía para retomar sus actividades laborales. Así pasó durante meses y el martes se consagró como la segunda MasterChef Paraguay.
Nancy Talavera era la principal candidata a ganar la segunda temporada de MasterChef Paraguay y demostró sus cualidades a lo largo de todo el programa. Lo que pocos saben es el sacrificio que tenía que hacer para estar presente en las cocinas de MasterChef. Hablamos con ella poco antes de su viaje de retorno a Presidente Franco, Alto Paraná, donde una caravana se preparaba para darle el recibimiento que se merece.
La nueva MasterChef Paraguay trabaja desde hace 16 años en la casa de Graciela Clotilde López Florentín, quien vive en el área uno de Ciudad del Este. Allí ingresó primero como niñera de la hija de seis meses de la patrona y después comenzó a cocinar para la familia. A los 18 años, era una de las mayores de 10 hermanos (5 varones y 5 mujeres) y así comenzó su trajinar por la cocina ya que era la encargada de alimentar a la numerosa familia.
“La vida me enseñó que la cocina es un arte. Si hago una tortilla, quiero comer una tortilla diferente, le vas agregando cosas y así te sale rico. Yo aprendí por mí misma, la necesidad me exigía porque quería dar el gusto a mi patrona. Siempre me decía que mi comida estaba rica, que era diferente. Después empecé a ver revistas, entré a youtube, comencé a leer”, nos cuenta Nancy quien finalmente terminó como encargada de hacer el desayuno, el almuerzo y la cena de la casa.
La vida me enseñó que la cocina es un arte.
“Yo cocino mucho”, nos dice luego porque después de terminar sus tareas laborales, llega a su casa en Presidente Franco y también tiene que cocinar para su familia. Todos los días hace la cena y siempre prepara algo especial los domingos y feriados. Y cada noche debe dejar algo para el almuerzo del día siguiente.
Cuenta que ya estuvo a punto de anotarse para la primera temporada. Una de las que más le alentaba era Dalma, la hija de su patrona. “Vos cocinar muy rico, todavía no comí en un restaurante algo tan rico como lo que vos haces”, le decía para alentarla. Su patrona también le incentivaba y así fue que decidió anotarse para la segunda temporada. “Yo tenía miedo, me anoté para darle gusto a la niña”, comentó. Se presentó al casting con ravioles de acelga y pollo. Cuando quedó entre las 18 mejores comenzó a mentalizarse que debía llegar a la final. Pero también comenzó a desesperarse.
La señora Clotilde la tranquilizó. “Para tu pasaje nunca te va a faltar. Vos no estás sola, estamos contigo” cuenta que le decía. “Esta señora siempre estuvo pendiente de mí, me daba para mis gastos personales, aparte del permiso todas las semanas para poder venir a participar del programa”. Y después nos cuenta todas las peripecias que tenía que pasar para venir desde el Km. 7 Monday, Presidente Franco, Alto Paraná.
“Todas las semanas, trabajaba hasta las cinco de la tarde los lunes. A las 12 de la noche tomaba el colectivo y llegaba a las siete del martes para las grabaciones del programa que se hacían los martes y miércoles. A veces, cocinaba sin haber dormido. Y a veces me dolían las piernas y no podés ni sentarte mientras estás en el programa. Los miércoles volvía, llegaba a mi casa y encontraba todo patas para arriba”.
¿Pensaste que podías ganar?
Sí. Cuando viajaba y no podía dormir en el colectivo, le pedía a Dios para llegar a la final, porque todo lo que hacía era muy sacrificado. Tiene que valer la pena mi sacrificio y le pedí tanto a dios que esté conmigo. Todos mis compañeros sabían mi historia y me apoyaban pero ellos no creían en mí porque soy empleada doméstica. Yo sentía que ellos no creían, no decía nada, yo sólo quería que mi comida fuera la mejor. Ellos hacían reuniones todos los sábados se juntaban y compartían más. Yo sólo compartía el almuerzo con ellos. Era muy difícil quedarme con ellos, yo era del interior y tenía que ir con mi familia.
Durante el programa final de MasterChef que se realizó con la presencia, como invitados, de todos los participantes de la segunda temporada, se podía notar claramente que la mayoría de ellos alentaba más a Verónica Pereira, la otra finalista. El Dale Vero era constante y de repente se escucha claramente “Dale mi amor”, del esposo de Nancy que era casi la única hinchada que tenía. También estaban sus pequeñas hijas mellizas de seis años.
Nancy sigue trabajando en la casa de la señora Clotilde pero llegaron a un acuerdo. El día que fuera profesional tenía que abrir su propio restaurante. “Ya cumplí mi sueño de ganar el MasterChef y ahora tengo que cumplir mi otro sueño”, expresa refiriéndose a que piensa abrir un restaurante. Nancy se hizo acreedora de un premio de 50 millones de guaraníes y una beca para estudiar cocina durante tres años en el IGA.
“Me siento muy orgullosa de trabajar en esta casa de familia, siempre me pagan lo justo y necesario, es como mi familia, me aprecian, cuando me enfermo me dan reposo, me valoran. Trabajeéen otra casa, pero cuando entrçe allí me quede muy sorprendida. Cuando hice toda la comida y poner la mesa me preguntaron dónde estaba para mi plato. Yo le dije que no iba a comer y me dijeron que no iban a comer si yo no me servía con ellos”.
Nancy es todo un ejemplo de corrección y humildad. Además de ser buena cocinera. “Yo no fumo, no bebo, soy muy sana. Me cuido, porque tengo dos criaturas y debo ser un ejemplo para mis hijas”, nos dice refiriéndose a Marly y Maili, dos mellizas de seis años. Está en pareja desde hace trece años, pero desde hace ocho que está casada como Dios manda. A estas horas le espera un gran recibimiento, en Presidente Franco. Desde la Municipalidad local, le pidieron que se baje antes del colectivo para hacer una gran caravana. Que bien merecido se lo tiene.