El pasado martes falleció en nuestra ciudad el chef chileno Juan Lolas Escarate, a los 54 años de edad, a raíz de un problema de salud. Estaba radicado en nuestro país desde hace décadas y a diferencia de sus colegas se especializó en el catering para las empresas de aviación. Sus restos fueron inhumados en la tarde de hoy jueves, en el Jardín de La Paz de la ciudad de Luque. Le sobreviven su esposa y una hija universitaria.
Juan Lolas nació en la ciudad de San Felipe, Chile, el 15 de octubre de 1969. Realizó sus estudios profesionales en su país natal. Desde aproximadamente el año 2.000 estuvo trabajando en la empresa Goddard Catering Group Paraguay S.A, una multinacional que se dedicaba al catering para empresas de aviación. Llegando a producir hasta 5.000 platos por día para las compañías aéreas que operaban en Asunción.
Fue contratado para ser el gerente gastronómico mientras otro colega se encargaba de la parte financiera y administrativa. Lolas terminó siendo el gerente general hasta el año 2020 en que se retiró de la empresa. Lolas era muy respetado por sus colegas locales, paraguayos y extranjeros, pues su puesto de trabajo exigía no solo los conocimientos profesionales de un cocinero sino la de un especialista en seguridad alimentaria, pues la provisión de alimentos a empresas de aviación requiere de un nivel de exigencia superior, desde el momento en que se recibe una materia prima hasta el momento en que se servía al pasajero de un avión.
“Nosotros cocinamos para personas que viajan en clase turista y también para los aviones que transportan, a los presidentes, los reyes y lo millonarios. Hacemos de todo, no tenemos limitaciones gastronómicas, siempre que tengamos a mano la materia primera. Desde una chipa guazu hasta comida turca”, nos decía hace años cuando tuvimos la oportunidad de entrevistarlo.
Lo cierto es que Goddarg posteriormente amplió su campo de acción y se dedicó también al catering terrestre, especialmente el industrial y los eventos. Hoy en día tiene una capacidad de producción de 10 mil platos diarios. Y son capaces de adaptarse a las necesidades y pedidos de los clientes. Cuenta con unas amplias instalaciones allí donde antes estaba la antigua terminal aérea y está equipado con instalaciones que lo sitúan a la altura de las más importantes empresas de catering.
Lolas trabajó allí hasta el 2020, año en que, a consecuencia de la pandemia, las empresas nacionales e internacionales tuvieron que readaptarse y en muchos casos incluyendo la renegociación de salarios con los ejecutivos importantes, como fue su caso. Según las referencias se retiró tras un conveniente acuerdo económico, tras local se dedicó a una de sus grandes pasiones: la pesca y la vida al aire libre.
Precisamente estaba trabajando en un proyecto turístico con la construcción de varios bungalow en la zona de Villa Franca, Departamento de Ñeembucú, a orillas del rio. Fue allí al parecer donde le sorprendió el inconveniente de salud que posteriormente derivó en su internación y posterior fallecimiento. Lolas estaba casado con la ingeniera Sandra Riveros, con quién tuvo una hija, Jazmín, una joven universitaria que está siguiendo sus estudios en los Estados Unidos.
Gastronómicamente Juan Lolas era perfil bajo. No tenía contacto con el público como lo tienen sus colegas que trabajan en restaurantes. No obstante, dictaba charlas y conferencias y en varias oportunidades apareció invitado en el programa de televisión que tenía Rodolfo Angenscheidt. Precisamente el Chapori era uno de sus mejores amigos.
“Estoy muy mal, yo le quería muchísimo. Era una persona bondadosa, sincero, alegre, jovial. Tenía todas las virtudes, un tipo perfecto. Era muy querido por sus familiares, era muy de la familia. A mi casa iba muy seguido y cuando en Tierra Colorada venía algún chef invitado, como Mauro Colagreco, él siempre estaba presente”, nos decía un emocionado Rodolfo Angenscheidt. Juntos llegaron a hacer varios servicios de catering.
Robin Rodríguez, uno de los actuales gerentes de Goddard quién trabajó a sus órdenes, lo recordó de la siguiente manera: “Era un gran hombre, teníamos una relación sumamente profesional, donde siempre hubo mucho respeto, pero también cariño. Se fue convirtiendo en un amigo. No hay forma de reemplazarlo, era fuerte, sensible, tomaba decisiones coherentes y sensibles. Estaba siempre alegre y cualquier cosa triste trataba de retrucar con un chiste”. A pesar del perfil bajo que alimentaba en su profesión, Juan Lolas era una persona bastante sociable, como lo atestiguan los que asistieron esta tarde a su despedida.