Eran tres amigos que compartían vivienda. En realidad, siguen siendo amigos. No sabemos si siguen conviviendo. Pero cuando lo hacían invitaban a otros amigos y les servían cosas ricas para comer. Los amigos trajeron otros amigos y cuando se convirtió en multitud, pensaron: acá puede haber un negocio. Y frente a la casa pusieron un carrito y desde allí invitaban a comer a los que llegaban: claro que ahora era previo pago. Así nació el lomito árabe coreano, el producto que catapultó a Koggi como todo un éxito digno de un caso de estudio.
El lomito o sándwich de lomito es un invento paraguayo, argentino, uruguayo (no sabemos bien) cuyo origen para nosotros se remonta a los oscuros años de la dictadura y se convirtió en una comida muy popular. En ningún lado se usa un corte tan noble para hacer un modesto emparedado. El lomito árabe es solo paraguayo. Lo inventó aquí Hicham, ya después de la dictadura, que aprovechó la popularidad del lomito y lo transformó en un shawarma o kebab, haciendo nacer al lomito árabe que superó en preferencia a su predecesor. Y Koggi aprovechando a su vez la popularidad del lomito árabe le agregó sabores asiáticos y dio origen al lomito árabe coreano.
Esta mezcolanza gastronómica producto de la fusión de culturas de cocina tiene mucho que ver con la empresa Koggi, Korean Style Soul Food, formado por aquellos tres amigos. Los mismos son: David Bohn González, 33 años, manager musical, nacido en España, de padre colombiano y madre paraguaya; Kiantar Betancourt, 38, abogado, nacido en Estados Unidos, de padre colombiano y madre japonesa y Grace Field, 37, trabaja en una fundación, nacida en Argentina, de padre estadounidense y madre coreana. Cualquier parecido con la forma en que nació el lomito árabe coreano es mera coincidencia.
Ellos fueron los que el 16 de abril del 2016 pusieron un carrito frente a la casa donde vivían, en José Berges casi Estados Unidos. Allí la calle converge en un callejón sin salida y desde muy pronto concitaron la atención de sus amigos y los extraños. “El concepto inicial era acercar los sabores que más gustan al paladar paraguayo y como queríamos presentar algo diferente le dimos un toque coreano, era jugar con eso”, nos cuenta David. Todo tuvo su origen en el cumpleaños de uno de los tres amigos que se festejó con un asadito coreano. Hasta ahora no pararon.
Tras la popularidad que alcanzó el carrito en el aquel callejón, se convirtió en un food truck contratado para estar presente en eventos de todo tipo. Así lo conocimos nosotros, y el público hacía cola con preferencia a las otras ofertas gastronómicas. Todavía tienen el carrito, en el callejón de origen, pero solo como recuerdo y ahora agregaron otro ubicado en la parte nueva del Shopping Mariscal y desde hace años se instalaron en la zona de Las Mercedes, donde nació un nuevo polo gastronómico y son uno de los principales protagonistas de la zona.
Pero vayamos por parte. Koggi nació con una simple propuesta de cuatro platos: Koggi Sándwich: pan de hamburguesa, ensalada de repollo, mayonesa de ajo y carne, pollo o mixto; Koggi Wrap: pan árabe ensalada de repollo y mayonesa de ajo y carne, pollo o mixto; Koggi Bowl, bowl de arroz coreano, ensalada de repollo, semillas de sésamo, pepino y carne, pollo o mixto y Bibimbap, bowl de arroz coreano, aceite de sésamo, verduras salteadas estilo oriental, pepino y huevo frito, más carne, pollo o mixto. Y por último Mandu: empanaditas coreanas hervidas y selladas a la plancha, con semillas de sésamo, más carne. Todos estos productos tienen una versión veggie. Y después agregaron un postre, Choco Pie. Y paremos de contar.
Cinco platos le bastaron a Koggi para surgir y triunfar. Pero lo notable es que, hasta hoy, más de seis años después siguen con el mismo menú. Sin agregar nada y con un éxito que no solo se mantiene, sino que se acrecienta. En el barrio Las Mercedes, sobre la calle Padre Cardozo casi Juan de Salazar, en el corazón del nuevo polo gastronómico alquilaron uno de los tradicionales chalecitos del barrio y montaron un local fijo, aunque dicen que nunca abandonaron el espíritu de food truck. Entre las barras que crearon en las piezas y el espacio que aprovecharon en el patio pueden reunir en total, un poco más de 150 personas. Es difícil encontrar lugar en los fines de semana. El día que estuvimos por allí, estaba bastante concurrido para ser un día que tradicionalmente no existe mucha ocupación en los locales gastronómicos.
“Se nos quedó pequeño el callejón”, suelta David y piensa que todo fue “el sueño” de unos amigos que gustaban de cocinar e invitar a otros amigos. Ahora reúnen a toda una tribu urbana integrada por fanáticos del after office y mucha de la bohemia asuncena. “Vienen todo tipo de gente, familias con niños, gente mayor, se sienten en casa”, agrega. Abren de lunes a lunes y los fines de semana suele haber ambientación musical incluso con participación de grupos y orquestas.
David, Grace y Kiantar se dedicaron al principio a la cocina ya que eran amantes de la gastronomía. Hoy ya no. Solo se dedican a controlar el negocio. Cada uno de ellos sigue trabajando, en sus actividades de siempre. David y Kiantar andaban muy bien como bartenders y eso permitió que agregarán a la oferta de Koggi un amplio menú de tragos. Es que a estos muchachos parece que les daba mejor hacer tragos que cocinar. David nos aclara que todos los tragos son de autor. No vimos nada clásico ni los modernos más famosos. Los precios son muy razonables.
Los tragos más pedidos son Las Mercedes (Gordon´s Gin, licor casero, pepino, jugo de limón y sirope de jengibre casero) y el SoJu Pop (Soju infusionado con té verde, sirope de frambuesa, jugo de limón y soda). Y entre los platos, los principales y más solicitados son el Wrap o sea el lomito árabe coreano y el Bibimbap, el plato vegetariano tradicional de la cocina coreana.
Koggi no quiere perder su esencia como Food Truck, por eso sigue estando presentes en bodas, cumpleaños y todo tipo de eventos sociales. “Nos gusta hacer esto, salir. Además, hay demanda, dos o tres veces al mes”, dice nuestro entrevistado. En nuestra memoria gustativa todavía tenemos presentes el lomito que solíamos comer en los carritos de Aviadores del Chaco, el lomito árabe de Hicham cuando comenzó con su puesto sobre la Avenida Carlos Antonio López y el lomito árabe coreano que nos sorprendió en algún evento. Lo que todavía no hemos probado son los tragos que están tratando de hacer sombra a sus compañeros gastronómicos del menú de Koggi.