Desde algún punto entre Paraguay y Uruguay, Justo se comunica con nosotros. Está a bordo del Armando H, una embarcación paraguaya que transporta petróleo. El es el cocinero. “Veo que publican historias de personas que quieren salir adelante”. Hace tres años que trabaja como cocinero navegante. Cada viaje dura tres meses y después tiene un mes de descanso. Su sueño es tener un local propio de venta de comidas de todo tipo. Tiene 34 años, casado, don hijos y con un uno en camino.
Se embarcó el 27 de diciembre y volverá a casa recién el 27 de marzo. Su último trabajo en tierra fue como cocinero del programa televisivo Cuestión de Peso. “Preparaba las comidas para los participantes”, nos dice recordando acerca del proyecto que estaba comandado por Karina Doldán y Domingo Coronel. “Me gustaba el trabajo” pero se retiró de allí para cumplir su deseo de ser alguna vez cocinero de a bordo.
“Tengo amigos que son capitanes y ellos me preguntaron si no me gustaría trabajar en un barco. Gracias a Dios que siempre conté con el apoyo de mi esposa, porque no fue nada fácil tomar esta decisión”. Justo está casado con Nadia Dávalos desde hace 12 años, pero hace 18 que se conocen. Tienen dos hijos, Fiorella Jazmín que está por cumplir 16 años y Elías Enmanuel de 10 años, y Sofía que está en camino, con cinco meses.
Con apenas 34 años, ya tiene gran experiencia en la cocina. Comenzó a trabajar con 15 años. “Mi primer trabajo fue en La Farola que está sobre Constitución casi Pettirossi. Entre como lavaplatos luego preparaba las ensaladas y los postres. En aquel entonces, el dueño del restaurante, Ubaldo Fernández me dio la oportunidad de estudiar y trabajar”. Estudió en el IGI y en el SNPP. Fue cocinero en el club San Lorenzo de Santaní, en el Hotel Sur de San Lorenzo y en el club de golf que Carlos Franco, tiene en la localidad de Arroyos y Esteros.
El barco en el que nuestro entrevistado está embarcado, es un remolcador. De esos que empujan barcazas. Traen el petróleo que llega desde ultramar. El viaje en sí dura 30 días, pero permanecen embarcados durante 90 días. Durante este periodo su día a día es el siguiente: Se despierta a las 04:30 para preparar el desayuno para la tripulación (13 personas incluyendo al capitán). Hace cocido con leche, sándwiches mistos, chipa, mbeju y algún bizcochuelo de naranja.
Desde las 08:00 comienza con los preparativos para el almuerzo que siempre es tipo buffet. De postre elabora flan, budín, arroz con leche, pastafrola. Luego va a descansar y tras un rápido sueño se levanta a las 15:30 para preparar la cena, que suele ser más liviano. Algo al horno como tartas y empanadas, ambos en diversos gustos que van variando permanentemente. No falta milanesas o romanitas de surubí. “El capitán me deja que yo elija libremente el menú, pero yo siempre pregunto a los demás”, dice al respecto, Algunos quieren algo de caldos, otros bifes con cebolla, polenta con carne y pastas los domingos.
El famoso asado no está permitido. Es más, está totalmente prohibido, porque el barco transporta combustibles. “Acá yo meto el asado en el horno, pero como yo a veces me tomo libre los domingos, otro compañero se encarga de eso”, nos comento y aclara que siempre hay disposición sopa paraguaya y chipa guazu.
Justo tiene también otra profesión: es cantante. “Canto de todo, polcas, guaranias, kachaka y baladas. Vengo de una familia de músicos. Soy músico solista. Mi madre es la poetisa Odina de Riveros, tiene varias obras registradas en APA. Mis hermanos tienen sus propios grupos. Siempre suelo cantar cuando estoy en tierra”, nos cuenta. En los viajes siempre lleva su guitarra y los domingos “a la hora del asado” canta para toda la tripulación. En estos días recibió de regalo por el buen servicio prestado, una guitarra en nombre de toda la tripulación del Armando H.
Nuestro entrevistado vive en San Lorenzo en la zona de Barcequillo y en estos días llegarán a Asunción, pero debe permanecer embarcado hasta el 27 de marzo, tras lo cual gozará de un mes de licencia. Comenta que en los primeros tiempos fue muy duro afrontar esta actividad en relación con la familia. “Pero a la vez estaba muy contento, porque con mi señora hacemos estos porque ansiamos un futuro mejor para nuestros hijos. Hasta ahora no se acostumbran, siempre dicen que falta alguien en la mesa. No pienso estar en esto mucho tiempo, quiero aprovechar al máximo”.
Su meta a futuro es tener un local propio con todo tipo de comidas y una heladería. “Estoy preparado para hacer de todo, pero me gustan las pastas y los platos caseros”, comenta finalmente.