Diana es paraguaya, Diego uruguayo. Ella es diseñadora de interiores y él, cocinero. Se conocieron hace cinco años en Miami. Un buen día tuvieron antojo de comida paraguaya pero no encontraron en ningún lado. Así nació la idea de poner un puesto de comida. La pandemia aceleró la realización del proyecto y no hace mucho crearon un puesto al paso. Nadia Ferreira, la gran belleza paraguaya, descubrió el lugar cuando estuvo recientemente en la Florida. Así nos enteramos nosotros y ahora te contamos la historia.
Miami es una ciudad muy frecuentada por los paraguayos y allí existe una pequeña comunidad de nuestro país, por lo que era bastante raro que no existiera locales gastronómicos de comida paraguaya. Por eso fue toda una sorpresa cuando Nadia posteó en sus redes y dio a conocer la existencia del lugar. Está ubicado exactamente en 2626 NE 2nd Ave, en pleno centro de la ciudad entre el Downtown y el Midtown.
El local consiste en un puesto al paso, a la manera de food truck y se llama 1811 restaurante paraguayo uruguayo o uruguayo paraguayo, que ofrece comidas tradicionales de ambos países. El nombre hace alusión a la fecha de independencia de nuestro país y también tiene que ver con la lucha del pueblo uruguayo en pos de su liberación del régimen colonial español.
Está ubicado en la playa de estacionamiento de un depósito que de día funciona como local de comercialización de calzados. A la noche, ubican mesas y sillas en el lugar con una capacidad de 35 personas. De martes a jueves abren de 17 a 24 y los fines de semana lo hacen al mediodía y atienden hasta las 02:00 am. En el futuro inmediato planean abrir al mediodía ofreciendo menú ejecutivo para trabajadores.
“Te invitamos a que tengas una experiencia de diferentes países o simplemente recuerdes esas raíces que realmente extrañas“, dice el cartel donde ofertan sus productos. Son platos de la cocina uruguaya y paraguaya. De Uruguay tienen el famoso chivito, milanesas, empanadas y salchichas. De nuestro país, los platos con más típicos: sopa paraguaya, chipa guazú, chipa so´o, chipa almidón, pastel mandí´o, mbeju, y el lomito árabe. Una o dos veces a la semana tienen platos especiales como el vori vori y el asado a la olla. Los días 29 preparan ñoquis.
El puesto de comida funciona desde hace ocho meses, “pero la idea nació ya hace dos años”, nos cuenta Diego Banchero, 42 años, chef de profesión, quién hace 19 años llegó de vacaciones a Miami y se quedó definitivamente. Los últimos años estaba trabajando en un restaurante de cocina italiana, que es su especialidad. Hace cinco conoció a Diana Benítez, 35 años, por intermedio de unos amigos en común y con quién está casado.
“Cuando comenzó la pandemia comenzamos a buscar comida paraguaya y no había por ningún lado. Pensamos que era una buena oportunidad y comenzamos a prepararnos para hacerlo nosotros. Buscamos recetas, investigamos los ingredientes, había harina, choclo, pero el queso no era el mismo. Fuimos probando y desde casa comenzamos a vender comidas paraguayas para hacer clientela”, revela Diego.
Esa misma clientela fue pidiendo que hicieran algo más que vender comida paraguaya desde la casa y fue así como nació el local. “Se convirtió en el centro de reuniones de los paraguayos residentes y de los paraguayos que visitan la ciudad. Muchos de los que viajan pasan por aquí” nos dice recordando el caso de los paraguayos que quedaron varados en la ciudad porque una compañía aérea decidió suspender sus vuelos, dejando librado a los paraguayos a su propia suerte. “Por suerte nos va muy bien” agrega Diego y apunta que la habilitación de un lugar fijo, cerrado y más confortable está en los planes. Si bien el lugar, es lo que nosotros denominados un carrito, ellos no tienen necesidad de moverse como un food truck.
El lugar donde están ubicados es muy transitado y “cae gente de todos lados, hay argentinos, uruguayos, colombianos. La comida paraguaya pega fuerte en Miami porque hay gente a la que gusta mucho los alimentos elaborados con maíz y mandioca, como los centro americanos, los colombianos y venezolanos”.
Diana Benítez, la paraguaya, tiene 35 años, es la project manager de una empresa que se dedica a la instalación de muebles de cocina en edificios. Hace 16 años vivía en Maimi, su papá tiene la nacionalidad americana y así obtuvo ella la residencia. Durante la época de recesión económica ella volvió a Asunción y hace cinco años volvió y allí conoció a su marido. “Yo cocino, pero no entiendo tanto como mi marido. Yo le ayudo en la parte administrativa, relaciones públicas y marketing. Y soy la catadora oficial”, nos comenta.