El restaurante San Miguel nació allá por el año 1886, pero el 16 de marzo de 1971 pasó a manos de Ramón Maciel Mendoza y sigue tan campante. Durante su administración fue que el local se convirtió en uno de los más tradicionales restaurantes de Asunción y el lugar donde la milanesa encontró su reinado.
Don Ramón tenía 40 años cuando decidió adquirir el local y hoy a sus 90 años todavía se lo ve recorriendo las dependencias del restaurante, intercalando entre la cocina, los salones y la administración. Aunque ya no le acompaña su esposa, doña Elvira Rojas Degeller, quien era quien administraba el lugar hasta su fallecimiento en 1999.
San Miguel, es el nombre de fantasía de una empresa familiar que adquirió la forma de una Sociedad Anónima, cuyas acciones se distribuyen entre Don Ramón, sus hijos y con Roberto Maciel, sobrino del mismo, quien actualmente ocupa la gerencia administrativa de la empresa. Una de las hijas de Maciel Mendoza, María Luisa Maciel Rojas es la gerente ejecutiva.
Cuando Don Ramón adquirió el San Miguel, el negocio era como un gran almacén en donde vendían productos de todo tipo y también incluía un servicio gastronómico. La mayoría de los clientes eran trabajadores de la ANDE. «Después apuntamos a otro tipo de clientela» comenta Roberto y ahí ya adquirió la modalidad de bar restaurante.
En la década del 80, doña Elvira quien dirigía la cocina, preparó milanesas a pedido de uno de sus hijos y tanto éxito obtuvo que se convirtió en el producto estrella de la empresa. Hoy el restaurante San Miguel ofrece milanesas de carne vacuna, de pollo, de surubí, de tilapia, de mondongo, de berenjena, de queso y milanesa de lengua. Y sin lugar a dudas tiene una de las mejores milanesas de la ciudad. La milanesa de lomito y la de surubí son los platos que más se venden. Hay también milanesas gourmet.
El día de hoy están de fiesta por esos cincuenta años y para celebrarlo con sus clientes, anunciaron que al mediodía y a la hora de cena tendrán hoy la actuación de tecladista Martín González, habrá una torta de 20 kilos para compartir con los presentes y además sortearán y regalarán un almuerzo o una cena, para quienes compartan en las redes sociales las experiencias vividas en el lugar.
Y hablando de experiencias, siempre cuentan como una anécdota principal el hecho de que los antiguos militantes del Movimiento Popular Colorado (MOPOCO) concurrían allí en época de la dictadura stronista. Sandino Gill Oporto, Waldino Ramón Lovera, Eduardo San Martín, González Casabianca y otros se sentaban en una mesa y ahí al lado nomás se ubicaban los policías de civil que vigilaban sus pasos, día y noche. Estos terminaban bebiendo y comiendo a invitación de los políticos.
El bar San Miguel, que así se llamaba, está ubicado en España casi Padre Cardozo, casi enfrente a la sede principal de la ANDE. El edificio es muy antiguo y aun conserva el techo original y también el piso, debajo del que actualmente tiene. La propiedad que aparte del inmueble posee un predio que funciona como playa de estacionamiento, es propiedad de la Caja de Jubilados de la ANDE. Hace 20 años que es alquilado por el San Miguel.
Todo el restaurante respira un ambiente familiar. La decoración es sobria y clásica, el menú es tradicional y la clientela no sale de estos parámetros. «Es un lugar muy concurrido por las familias tradicionales de Asunción», cuenta Roberto. Se respira un aire tranquilo, relajado y los clientes llaman a los mozos por sus nombres de pila. Es que la mayoría son antiguos trabajadores, algunos con más de 30 años, varios ya se jubilaron allí. Treinta y ocho trabajadores en total tiene el restaurante, antes de la pandemia tenían 45.
Roberto nos cuenta que pudieron enfrentar con éxito los efectos negativos causados por la pandemia de covid-19. Tuvieron que cerrar unas semanas al comienzo de la cuarentena pero inmediatamente activaron con el sistema de delivery, ofreciendo comidas típicas como alternativa para sus propuestas gastronómicas. Tuvieron que endeudarse para hacer frente a sus obligaciones pero ahora «casi estamos recuperando nuestro nivel normal».
Nuestro entrevistado atribuye esa situación a la «fidelidad de los clientes» y a la seriedad y sinceridad con que tratan a los mismos. «Si decimos que la milanesa es de lomito, es lomito; si decimos que es surubí, es surubí. Jamás tratamos de engañar a los clientes». El San Miguel no solo ofrece milanesas, también pastas artesanales y una gran variedad de platos cocinados a la plancha. «Somos bien carnívoros», acota Roberto. También elaboran en el lugar todos sus panificados.
UN POCO DE HISTORIA
Los datos acerca del origen del San Miguel se remontan a 1886. De ese año, data una publicación de la colectividad italiana, que hacía promoción de los servicios que brindada en aquel entonces el Recreo San Miguel, que así se llamaba. En ese entonces, la propiedad del lugar pertenecía a la familia Torreani-Viera, apellido que se hizo después muy conocido porque el general Eduardo Torreani Viera se convirtió en un héroe de la Guerra del Chaco y una calle de la ciudad lleva su nombre.
El eslabón de la historia se suelta en esas fechas y se reata el hilo en 1939 cuando un matrimonio de checos judíos, Walter Mandelik y Elena Stern, que venía huyendo del ambiente de guerra en Europa compran el lugar y lo administran hasta el año 1971 cuando deciden regresar a su patria natal. Ramón Maciel Mendoza, era en ese entonces conocido y muy estimado por la pareja y deciden venderle el San Miguel, por dos millones de guaraníes. Walter y Elena se quedaron unos seis meses después de concretada la venta para asesorar y ayudar a Don Ramón y su señora en la administración del lugar.