Alfons Bernhard Adams nació en Munich, Alemania, pero vivió en Paraguay en las últimas cuatro décadas. Falleció hoy a causa de una penosa enfermedad. Hace más de 30 años se hizo habitué de un local donde la gente podía beber a sus anchas, a pesar de tener un “corte inglés”. Le gustaba el lugar. Le gustaba tanto que cuando el dueño lo puso a la venta, decidió comprarlo. Convirtió el sitio en una verdadera leyenda: el Britannia Pub.
El 14 de mayo de 1991 el Britannia Pub se instaló sobre la calle Cerro Corá entre Tacuary y Estados Unidos. Estuvo anteriormente en otros sitios del centro. No había locales de ese tipo, en ese entonces. Hubo experiencias tales como el Juan Sebastián Pub (Presidente Franco casi 15 de Agosto) y Picadilly (15 de Agosto casi Oliva) pero no sobrevivieron mucho tiempo. Bares de ese estilo eran muy atractivos para los extranjeros y así fue que llegó Alfons como cliente. Se hizo amigo del dueño, el inglés Charles Dunbar Jones y le compró el pub en el año 1992, cuando este decidió pasar a retiro.
Desde entonces, el Britannia fue escalando posiciones en la preferencia de los clientes y poco a poco fue convirtiéndose en uno de los principales referentes de la noche asuncena. Los profesores del Anglo (la mayoría de ellos británicos) eran infaltables casi todas las noches y paulatinamente fue sumando adeptos. A fines del siglo pasado, ya era el lugar más cosmopolita de la ciudad. Y además era el local gastronómico más variopinto que se podía encontrar en Asunción.
Adultos -algunos adultos mayores- jóvenes, hombres, mujeres, amigos, hermanos, padres e hijos, hippies, rockeros, niños bien, personas de todas las inclinaciones, tendencias y gustos compartían en ese lugar con singular armonía. Por eso, fue bastante raro que en el 2016 denunciaran al local por discriminación sexual. Algunos jóvenes aprovechaban el lugar para echarse un “porrito” porque el ambiente era bastante distendido, pero nunca (que sepamos) se llegó a ningún exceso o escándalo. Muchas veces le atribuyeron una inmerecida mala fama.
Alfons siempre estaba detrás de la barra. “Le metió mucho laburo, mucho sacrificio. Todo el día tenía metida la cabeza en su negocio, usaba la imaginación. No fue exitoso de entrada pero poco a poco fue creciendo”, según recuerda su amigo Francisco González Nuño. Britannia Pub tenía un corredor y tres salones. En uno de ellos estaba la barra. Después incorporó el patio y luego le agregó una barra “y con mucho trabajo y creatividad fue incorporando una terraza en segunda planta muy bien hecha que también contaba con una barra”, añade Francisco.
Aparte de esas necesarias ampliaciones, el lugar está casi intacto. La vieja construcción está idéntica. El ambiente y los muebles siguen tal cual lo vimos en los últimos años de la década del 90 (siglo pasado). Muebles rústicos de madera, una barra ídem y un estante lleno de botellas de todas las marcas y contenidos alcohólicos con las paredes llenas de afiches, posters, cuadros de marcas y adornos alusivos al nombre del local. Es casi casi como un museo.
Uno que conoce bien el local y a Alfons es Rodrigo Carvallo Croskey. El nació en el Britannia Pub. Es que el inmueble donde está ubicado pertenecía a su familia. La propiedad se vendió y fue allí cuando se alquiló para el local. “Yo comencé a frecuentar el Britannia después del 92, me hice amigo de Alfons, le conté la historia de mi familia y que tenía ascendientes ingleses. La última vez que estuve allí fue poco antes de la pandemia festejando el baby shower de unos amigos”, recordaba Rodrigo. También recordó que Alfons le invitó un whisky para festejar, el día en que había comprado la propiedad.
El lugar tiene innumerables fanáticos, atesora muchos recuerdos y anécdotas. Nos refirieron una de muy buena fuente. En la entrada, tras la escalera que está en el acceso, hay un banco de plaza que está pintado con los colores de Gran Bretaña. Es el corredor y cuando hay mucha gente, las personas se ubican en cualquier parte, incluyendo el banco. Un día, una parejita estaba allí sentada, y de pronto un joven que recién llegaba reclamó el lugar. – Acaso vos sos el dueño?, le dijo el caballero que acompañaba a la dama. -Si yo soy, mira tiene mi placa, contestó el recién llegado. El acompañante de la mujer se agacha para corroborar la placa y comprueba que efectivamente tenía el nombre del recién llegado quien le había mostrado su Cédula de Identidad. No sabemos si efectivamente era el propietario, si le había puesto nomás la placa, si pidió autorización al dueño del local. Pero esas cosas, tenía el Britannia.
Alfons sufría de una penosa enfermedad pero seguía trabajando. Hasta mediados de junio solía postear sus novedades en el Facebook, tratando de sobrellevar el negocio durante la pandemia. “Hace un mes lo vi por casualidad en el edificio donde vive. Lo note bastante desmejorado en su salud”, nos contaba hoy Rodrigo. En la página oficial que el local tiene en Facebook pudimos leer el siguiente texto: “Todos los que hemos tenido la suerte y el placer de poder trabajar con él, hoy lloramos su ausencia”. El protocolo del covid-19 no daba para más.
Britannia Pub se convirtió en los últimos años en una verdadera romería. Había poco lugar adentro y afuera ya que no encontraba lugar para estacionar en la calle. Los miércoles era un día especial por el Jackpot, un sorteo que se realizaba a la medianoche, entre todos los clientes que retiraban un número con su consumición. Comenzaron con un premio de 100.000 guaraníes y vales de consumición. La última vez que chequeamos el jackpot, el premio estaba en 1.600.000 guaraníes.
El fuerte del local es el consumo de cerveza, aunque sirven todos tipos de bebidas y tragos. La gastronomía al comienzo se agotaba en las picadas pero con el tiempo fue variando y enriqueciéndose con ofertas tales como picaña al ajo, frango al pasarinho, pizza, hamburguesas, ensaladas y una tradicional picada de mandioca frita con ajo, cebollita de verdeo y queso rallado.
Alfons se casó con una paraguaya, María, con quien tuvo un hijo que lleva su mismo nombre. Juntos pusieron el hombro para llevar adelante el emprendimiento hasta convertirlo es una especie de ícono de la noche asuncena. Se separaron pero ella sigue siendo la gerente del lugar. Es decir que la posibilidad de que el Britannia Pub siga reuniendo a los habitantes de la noche asuncena está en buenas manos. Alfons puede descansar en paz.