El restaurante Osaka presentó días pasados su nueva carta ante invitados especiales y representantes de la prensa. Y en un menú degustación hizo un paseo por los principales sectores de su oferta culinaria ratificando que tiene una de las mejores cocinas del país. Sabor, técnica y presentación se conjugan armoniosamente en un estilo de gastronomía que cada vez va ganando mayores adeptos en el mercado paraguayo.
Los responsables del restaurante Osaka insisten en que para ellos lo importante es brindar una experiencia al comensal. Es decir, que en la sensación final del cliente incidan en conjunto, factores tales como el local, que es minimalista pero elegante; la iluminación y ambientación musical acordes; la atención justa y comedida y una comida excelente. Sin embargo, lo que más influye es indudablemente su cocina que no puede dejar indiferente a ningún comensal, para bien o para mal.
Los platos de la cocina de Osaka son como esos vinos Gran Reserva. Como los whiskies con muchos años de añejamiento, es como un producto de destilación gastronómica. Puede que a uno le guste mucho o poco, pero necesariamente va a coincidir en que los sabores están bien trabajados, y que sientan en el paladar de una manera equilibrada, definidos y precisos, contundentes o moderados de acuerdo a la intención de cada receta.
Osaka es una marca reconocida internacionalmente en el mundo gastronómico. Por lo tanto, es la marca más importante de las que existen en nuestro país, en materia de restaurantes. Representa a la cocina nikei (peruano-japonesa y viceversa). El mejor restaurante de América Latina, el Maido de Lima, Perú, representa justamente a esa corriente.
Y lo primero que llama la atención de los platos de Osaka es ese típico sabor a comida peruana producto de la utilización de sus maravillosos ajíes. Y esta vez, lo pudimos experimentar con un nivel más atildado, con la intensidad y el picor justos. Recordamos, que en nuestra primera experiencia en Osaka el chef recomendaba dejarse asesorar en el pedido de los platos para evitar que la intensidad de sabor de algunos de ellos opaque a otros si es que se lo pedían en una secuencia incorrecta.
La selección de platos que incluyeron en el menú degustación nos permitieron apreciar diversidad de técnicas, variedad de texturas especialmente con la aparición de elementos crocantes inesperados, como fue el caso de un tartar de pulpo, que generalmente tiene la consistencia de una pasta cremosa, pero que crujía suavemente en la boca. Predominaron las carnes de pescados y mariscos, en formas de ceviche, tiraditos y nigiris.
Hubo carnes de vacuno, en un plato de la sección Peruvian Izakaya (sería algo así como al estilo de los bares tradicionales japoneses del Perú) y en el plato Gyudon Andino, un costillar de res en su jugo, con arroz pachamanquero y camote crocante que figura entre los especiales de la casa, que hablando mal y pronto era como un guiso, pero con sabores diferentes, pronunciados y muy apetitoso. Para un paladar, no muy acostumbrado, es difícil describir en sus particularidades el gusto de todas estas comidas. Extraños pero muy agradables y con la sensación de que todas las preparaciones han pasado por cuidadosas elaboraciones, como se percibe cuando llevamos a la boca una copa de vino Gran Reserva o un whisky de 12 o más años.
Pudimos apreciar también, que los precios han sufrido cierta moderación, a juzgar por las cotizaciones y sobre todo porque ya no escuchamos ni vemos en las redes sociales, críticas acerca de precios exorbitantes. El chef Hugo Hugo Tsuda Miyakama justifica que los precios están acorde a la calidad del producto. Y no hay ninguna duda respecto a esto último.
A manera de guía e información podemos decir que los precios de los nigiris oscilan entre 30.000 y 38.000 guaraníes, los ceviches están entre 80.000 y 90.000 guaraníes. El plato más caro de la casa es el Big Eye, un filete Angus de 350 gramos (220.000) y le sigue el Pulpo a la parrilla que cuesta 170.000 guaraníes. Los Mariscos al fuego, uno de los platos más populares del local cuesta 130.000 guaraníes.
Osaka tiene una bodega bien atendida y allí uno puede encontrar todas las bebidas pertinentes para un local de esta categoría. Se destaca, sin embargo, por una barra de tragos con coctelería de autor que puede competir con cualquiera de los bares especializados de la ciudad. Entre sus propuestas predominan los que se preparan con pisco y alcanzamos a probar el Aka Sour hecho a base de pisco tabernero sour de cardamomo con hielo Jamaica wine y otro de inscripto entre los cócteles ahumados (Mr. Osaka) que lleva Ron Bacardi 8, orange bitter, mburucuja, miel de albahaca, tónica y humo de romero. Que se alejan un poquito de esa tendencia dulzona de la coctelería nacional.