Ya sólo ocho quedan en carrera. Anoche se confirmó que el escocés Ross debía abandonar el programa por motivos de salud y en la eliminación le tocó el turno a Martita. El primero era quién ponía siempre un toque diferente y simpático al programa. Y la segunda, un personaje lleno de optimismo y gracia al punto que tomó con suma alegría su ida del programa. Eran dos de los más queribles concursantes del programa.
La fase final de la prueba de eliminación se definió entre la buena y el malo. De un lado Martita y del otro Ricardo. La consigna consistió en cocinar molleja vacuna con una guarnición a libre elección. Era la primera vez que Martita se enfrentaba a ese producto. Y Ricardo nunca se achica ante nada. Lo concreto es que los platos que prepararon estuvieron al borde de un desastre.
Martita presentó mollejas con puré de zapallo, ajo y morrones asados. La molleja estuvo mal cocinada, le faltó sabor. Euge Aquino catalogó el plato como una molleja sellada y un puré común y corriente. Ricardo casi llega al otro extremo, su molleja al limón y caña llevaba una salsa de morrones asados y bolitas de mandioca rellenas con queso. La salsa parecía un “vómito” aunque valoraron su sabor. La molleja estaba mal cocida.
La decisión del jurado decantó por Martita para decidir quién si iba del programa. Su plato carecía de idea, ella nunca había probado ni cocinado una molleja y el resultado fue evidente. Ricardo, en cambio, elaboró un mejor concepto pero carece todavía de la técnica para llevar a cabo aquello que planea. Ideas no le faltan pero de la mano adecuada. Le ayuda la exagerada confianza que tiene en sí mismo.
A la ronda de eliminación también llegaron Isaías, Juliana y Joaquín. Integraban el equipo que salió perdidoso en la prueba de exteriores. Joaquín, en su calidad de capitán de equipo tuvo el privilegio de elegir a uno de su equipo para salvarlo de la prueba. Decidió elegirse a sí mismo y subió al balcón, en una clara demostración que no está dispuesto a dar ningún tipo de ventajas a los demás concursantes en la carrera hacia el título, del cual es uno de los más serios aspirantes.
El otro gran aspirante, Isaías se lució elaborando el mejor plato de la eliminación. El subtítulo del programa decía que su molleja en chimichurri llevaba una ensalada de porotos y huevos fritos. Faltaba agregar algunos detalles como que la molleja fue marinada en limón, tenía una pasta de ajo y también el plato dejaba ver un hu´ití y curry. Una ensalada de sabores que resultó armónica. A pedido de Colaso Bo, Isaías pasó directamente al balcón como señal de máxima aprobación.
Ross, el escocés, tuvo que abandonar el programa debido a problemas de salud. Una infección pulmonar sumado a un defecto congénito en el corazón, le impiden exponerse a situaciones de estrés como las que pasaba en el programa. Fue muy emotiva su despedida al punto que la siempre sobria Paola Maltese, no pudo disimular las lágrimas que se le escaparon. Es que se trataba del “personaje” del programa.
La primera parte del programa, la prueba de exteriores realizada en la escuela Pai Pucú, en el Chaco, gastronómicamente quedó para el olvido. Los concursantes, divididos en dos equipos, debieron cocinar hamburguesas con papas fritas para los alumnos y docentes de la institución, unas 200 personas. Esta parte, resultó muy aburrido como programa de cocina, tal vez funcionó como programa de entretenimiento.
Como ya ocurrió, en las temporadas anteriores, lo anecdótico prevale sobre la competencia de cocina. La expectativa se centra en quién se elimina antes que en lo que se cocina. Hay un grupo fuerte de competidores (Isaías, Joaquín, Fernando y Ricardo) y un grupo de menos fuertes (Andrea, Noelia, Walter y Juliana) aunque esta última está demostrando interesantes progresos en los últimos programas. Ojalá que la mecánica del programa ayude a que permanezcan los mejores.