El jueves pasado falleció María de los Ángeles Vera de Mazacote Villamayor, a la edad de 88 años. Fue una de esas mujeres que con su labor docente y vocación de servicio ayudó a mantener vigente la tradición de la cocina paraguaya. Ahora ya forma parte de esa selección gastronómica celestial formando equipo junto a Josefina Velilla de Aquino (+1984), Clara Benza de Garofalo (+2007), Rosa Benegas (+2016) y Deyma de Kerling (+2018).
La muerte le sorprendió en sueños. Murió de muerte natural. A pesar de su avanzada edad, gozaba de buena salud y no padecía de ninguna patología ni podría decirse que vivía acosada por los achaques propios de su longevidad. Así la encontraron en su cama. Deja huérfanas a sus tres hijas: Marietta, Julieta y Carlota. Y deja como herencia una prolífica labor de enseñanza, pues lo que más le caracterizaba era que fue una gran maestra.
Nació el 1 de junio de 1930, en Concepción. Sus estudios primarios y secundarios los realizó en dicha ciudad donde recibió el título de bachiller en Ciencias y Letras y Maestra Normal Superior. Comenzó allí su labor docente pero al poco tiempo contrajo nupcias y tuvo que emigrar a Asunción, parece que al mismo tiempo que su familia, ya que se había desatado la Revolución del 47. Su padre era un conocido caudillo liberal.
Aprendió a cocinar desde niña, en el seno familiar. Su madre y sus tías abuelas cocinaban muy bien. Se crió entre “esas abnegadas mujeres que pasaban horas y horas frente al fuego para mantener vivas las ancestrales recetas que se transmitían de madres a hijas de generación en generación”. Esa posta la pasó a su hija Marietta, quién hoy ya es una reconocida profesional y empresaria gastronómica y ésta a su vez ya tiene el relevo en su hijo Pitch Paredes Villamayor, para seguir con aquello de generación en generación.
En Asunción, María de los Ángeles sacó provecho de su formación docente y enseñó durante muchos años, en colegios tales como Santa Clara y Juan Ramón Dahlquist, la materia Educación para el Hogar, donde impartía clases de cocina. En gastronomía, sus grandes maestras fueron Josefina Velilla de Aquino y Clara Benza de Garofalo, matronas modernas de la gastronomía y pioneras en la publicación de libros de cocina paraguaya y de recetas que sobrevivían gracias a la tradición oral.
Lo que le gustaba era enseñar. Y lo hacía en su domicilio particular. Allí posteriormente instaló el Instituto Universal de Arte Culinario y Educación para el Hogar que funcionó hasta la primera década del presente siglo. Se retiró después de 35 años de docencia pero seguía activando en la cocina en la empresa familiar que montó su hija. Realizó una gran tarea de difusión, sobre todo a través de los medios de comunicación. Participó constantemente en programas de televisión y colaboraba con los diarios.
Fue pionera en lo que se denominó después cocina saludable. Investigó mucho al respecto debido a que tuvo que cambiar sus hábitos alimenticios a raíz de que le diagnosticaron artritis y desde entonces comenzó a dictar cursos sobre la cantidad de calorías de los alimentos, comida vegetariana y recetas light. Fue una de las responsables de la campaña Cuida Tu Corazón. Investigó también acerca de las raíces de la gastronomía paraguaya y en este sentido realizó trabajos junto a Carlos Villagra Marsal. Publicó un libro titulado Cocina Paraguaya. Y su nieto nos comentó que tiene escrito un libro inédito en donde ella da su visión de la revolución del 47.
Se casó con Arístides Mazacote Villamayor, conforme figura en sus documentos personales, pero quién posteriormente adoptó solo el segundo apellido. Arístides Villamayor era también docente y enseñó en varios colegios de nuestra capital. Sus alumnos cariñosamente, lo recuerdan por el nombre de “Fisiquito”.
La partida de María de los Ángeles de Villamayor nos deja sin representantes de esa valiosa generación de matronas, que desde la mitad del siglo pasado, tanto hicieron para rescatar, desarrollar y difundir las recetas de la cocina tradicional paraguaya.