MasterChef Paraguay es como estar mirando por televisión un partido de fútbol, pero que no te muestren los goles y mucho menos las repeticiones. Y que del resultado te enteres verbalmente por un anuncio de los presentadores. Es más todavía, que no te muestren las mejores jugadas para que puedas hacerte una idea de la habilidad de los jugadores y que cuando el árbitro saca tarjeta roja a uno de los participantes no te puedas cerciorar bien de cuál o cuáles fueron las faltas descalificadoras. Pero aun así, sigue siendo entretenido, porque no se sabe hasta cuándo seguirá Doña Herminia.
MasterChef es un reality de cocina. Una competencia entre cocineros, amateurs o profesionales, en vivo. Al atractivo que naturalmente genera la gastronomía, los creadores del programa le agregaron varios condimentos extra culinarios, emociones, historias, geografía, show y convirtieron a este formato en un gran espectáculo. Pero siempre el eje ha sido la gastronomía. Uno inevitablemente termina queriendo saber qué cocinaron, cómo lo hicieron, quién fue el mejor.
En Paraguay, esos parámetros se trastrocaron un poquito, el entretenimiento supera ampliamente a la cocina. Ya vimos algo de eso, en uno de las ediciones anteriores, cuando 45 minutos del programa lo dedicaron a auscultar las historias más tristes de los participantes. Por razones, que no vamos a analizarlas ahora, la gastronomía está subalternizada. Como no se puede mostrar nada edificante queda en un segundo plano.
El programa de anoche fue una nueva muestra de ello. El primer desafío fue una prueba por equipos y la consigna era preparar un asado, con ensalada mixta y mandioca para 50 personas. Se tenía que evaluar la capacidad de liderazgo de los capitanes y la predisposición para el trabajo en conjunto. Y por supuesto, el sabor de la carne, el punto del asado, la cocción de la mandioca y la presentación de la ensalada de lechuga, tomate y cebolla. Ganó el equipo rojo y la decisión la tomaron, los miembros del jurado y los invitados especiales que asistieron, varios de ellos expertos asadores.
La votación fue muy reñida y original. Cada uno depositaba su voto clavando un enorme cuchillo de cocina sobre una tabla de asado. Y al hacerlo daba sus razones. Que la ensalada así, que la carne asado, etc, etc. ¿Y las imágenes que respaldaban esas afirmaciones? Muy bien, gracias. El televidente, que no tiene la oportunidad de probar, por lo menos tiene el derecho de ver, del derecho y del revés, que pinta tiene el plato. Así como estuvo montado el programa, el trabajo en equipo, lo que menos parecía era eso. Y se trataba solo de asado, mandioca y ensalada mixta. Eso sí. Pudimos ver, con profusión, la magnificencia de los antiguos talleres del ferrocarril ubicado en Sapucai, donde se realizó la prueba. Nos hinchámos de orgullo. Incluso hicieron una representación de lo que habría sido la actividad en ese lugar cuándo su existencia resonaba en toda América. Pero quedaron en deuda con lo del asado.
Bueno. Sigamos con la cocina de MasterChef. El equipo perdedor fue a la ronda de eliminación. Luis quien fue su capitán tuvo que elegir entre sus compañeros de equipo o él, para ver quién se salvaba de la prueba. “Sálvale a doña Herminia”, se le escuchó decir a Diego mientras ella derramaba algunas lágrimas de la emoción porque pensaba que recibía el apoyo de sus compañeros. Pero Luis se salvó a sí mismo. Y Diego aclaró luego que su expresión fue en son de broma. Con lo cual se confirmaba que doña Herminia es la menos aceptada dentro y fuera del programa. Pero es un personaje excluyente.
Bueno, entremos en la cocina. La consigna de la eliminación era que debían cocinar solo con vegetales. De una gran mesa donde había de todo de esta clase de productos, los participantes debían elegir siete ingredientes y con uno de ellos debían elaborar un jugo. Y no se admitían ensaladas. A más de un televidente, el anuncio le habrá hecho tragar saliva. Habría que ser un experto para hacer algo presentable con esas limitaciones. Pero he aquí, que los concursantes podían apelar a quesos, crema de leche, harina, leche para hacer sus preparaciones. Y eso no fue anunciado a la hora que explicaron la consigna. Es como si se hubiera escondido la pelota a los televidentes.
En fin, son las reglas del juego. Al final, los tres peores platos fueron los de Isaac, Adriana y Doña Herminia. Se eliminó Isaac. Pero no se sabe exactamente por qué. El jurado dio su veredicto y respetamos esa decisión. Pero no se ve en la pantalla –en realidad exhibieron pantallazos- el detalle de lo que hicieron, cómo lo hicieron y no hubo una comparación visual para que se pueda corroborar mínimamente la labor de los cocineros. Por eso apelamos a la imagen de un partido de fútbol donde no te muestran los goles, ni las repeticiones.
Aun así el programa no deja de ser atractivo. De alguna u otra manera te atrapa. Aunque la cocina no sea el gancho. La expectativa no está centrada en la competencia entre los cocineros, en quién es el mejor, sino en hasta cuándo seguirá Doña Herminia. Cuando ella se elimine, si esto ocurre, habrá desaparecido el principal tema de los comentarios.
Me gusta la cocina, por eso empecé a ver el programa… pensando que ganaría el mejor o la mejor. Pero la decepción me llegó muy pronto, al ver que se volvió en un simple programa de show… mejor dicho «un circo» que se está tratando de lucir con las payasadas de una Sra. que hace desastres en cada competencia. Sin ánimos de ofender es solo que esperaba que fuera una competencia de verdad y no un circo.