Este año ha despertado el espíritu veraniego de San Bernardino y la tradicional villa de vacaciones hizo reverdecer sus propuestas gastronómicas agregando nuevos locales a sus acostumbradas ofertas, algunos de los cuáles no sólo apuntan a la temporada estival sino a todo el año. Entre las novedades, existen apuestas muy jugadas, y otras que por su originalidad van a convertir a la ciudad en un centro de concurrencia durante el presente verano.
SE FUE A PESCAR. Toda una novedad, El Viejo Marino, el exclusivo restaurante del barrio Recoleta y de Punta del Este apareció en San Bernardino. Su propietario Carlos Marrero nos comentó que vieron que había una oportunidad pues no había ofertas de pescados y mariscos. Se instaló sobre la ruta de acceso, casi frente a la entrada del Club Puerta del Lago. Una especie de casa quinta donde crearon algo así como un parador a la uruguaya. Abren de lunes a lunes de mañana y de noche. Estará abierto hasta el mes de febrero y tiene una capacidad para 120 personas.
Llevaron casi todos sus equipos de cocina y también todos sus productos. Al menú tradicional que preparan en Asunción: paellas, pescados y mariscos, le agregaron pizza al tatakuá y una parrilla a la leña donde ofrecen distintos cortes de asado, incluyendo los famosos choripanes y las mollejas. El lugar es bastante acogedor, rodeado del verde impresionante de la vegetación y el pasto. Carlos nos aclaró que esta temporada también están abiertos en Punta del Este y que incluso desecharon una propuesta para instalarse en Encarnación.
COMER CON LA VISTA. Se llama Food Bar San Ber y es un ñembo Food Park. A un lado tiene los carritos de comida, en frente el sector de las mesas y sillas. Y miles de foquitos colgados del cielo, al estilo de los parques de comida. Se situó en lo alto de la ruta San Bernardino – Altos, frente al Aqua Village. Tiene contados puestos de comidas, una oferta de pizza, otra de hamburguesas, una de helados, una de asado, una barra de tragos y un puesto de cerveza. La idea no es ir a encontrarse con un desfile de carritos, sino disfrutar del paisaje.
De todas maneras tiene propuestas de primera línea, como la de Osso, parilla urbana (nuevos propietarios) y la de Bacon, una nueva marca de hamburguesas que une los talentos de Thiago Antunez (ex Santa Gula y Ale Mendieta ex Osso). Pero allí lo que se come todo es la gran vista. Se trata de uno de los mejores miradores del lago. Tiene un gran quincho con techo de paja que se levanta casi contra la barranca. La mejor hora para disfrutar del paisaje es a la tardecita, cuando la claridad del día aun permite divisar el horizonte. Un lugar ideal para ir con la familia pues tiene el infaltable globo loco.
ATARDECER A PUNTO. Cartagena Sunset Point, así se llama el bar de playa que José Ignacio Canillas habilitó en la escollera del Club Naútico. La idea es disfrutar del atardecer -en realidad los perros se quedan hasta altas horas de la noche- acompañando la experiencia con tragos, cervezas y carta de picadas, que representan algo así como un resumen de lo que ofrecía en London Calling y sigue ofreciendo en La Lucille. Productos sencillos y frescos, especial para el verano, propuestas súper confortables.
Atienden los viernes, sábados y domingos desde las 18:00. Pero los domingos de 12:00 a 16:00 agregaron el servicio parrillero de El Club del Asado que está comandado por Ale Mendieta, ex Osso, de quién ya hablamos unos párrafos más arriba. “Quisimos crear una marca nueva, que sea exclusivamente para el verano y que se mantenga en el tiempo, en un lugar instituído y con un concepto nuevo”, nos dijo Ignacio explicando el proyecto que se puso en marcha el viernes pasado. Tuvo tal éxito que a través del Facebook tuvo que disculparse por algunas falencias que pudo haber tenido el servicio ya que según sus expresiones, el domingo “reventaron”.
LA VERA PIZZA. Agostino Sambuco es un pizzero italiano, él dice que es un pizzero napolitano. De ahí que la pizzería que habilitaron en el centro de San Bernardino, en Colonos Alemanes y Nuestra Señora de la Asunción, se llama San Genaro, patrono de Nápoles. La Unesco recientemente declaró la pizza napolitana como patrimonio inmaterial de la humanidad. Pero no es inmaterial la pizza que podes disfrutar allí. Hay 14 variedades que se sirven con tres tipos de salsas (de ajo, cuatro quesos y orégano). Están las clásicas y algunas novedades como la de Mojito (lleva mozzarela, jamón, rúcula, y le agrega ralladura de limón y ron Baccardi). Es como ver Nápoles. Comer pizza y después morirse.
Pero un pizzero napolitano no puede ser solo pizzero. También tiene que ser un maestro con las pastas. Y en San Genaro, Agostino se luce con las salsas que acompañan los diversos tipos de pasta. Son las mismas que utiliza para acompañar a las pizzas. Y entre los postres ofrece un Bollo Napolitano (haciéndole competencia a los bollos alemanes que están enfrente). Un bollo que se hace al horno, está relleno de tiramisú y bañado en licor de Amaretto.
Agostino está asociado en este emprendimiento con Vidal Domínguez Díaz (Kamambú) y tienen un servicio que atiende todos los días desde las 10 de la mañana reservando el mediodía para las pastas. Van hasta cerca de la medianoche y tiene delivery. Permanecerán abiertos, todos los días, hasta fines de febrero. El resto del año lo harán los fines de semana y fechas festivas, como la Semana Santa.
OTRO GOLAZO. La idea era llevar el nuevo Food Truck, instalarlo en la playa y allí ofrecer los productos que tan famoso lo hicieron en Asunción. Pero Lo de Osvaldo siempre saca de la galera una jugada imprevista. Alquilaron un antiguo caserón entre las calles Hassler y Defensores del Chaco, sobre el lago. En tiempo récord, instalaron el restaurante y ya se habilitó el viernes pasado, todavía en medio de algunas desprolijidades.
El inmueble que abarca toda una manzana luce un edificio de dos plantas, reliquia y patrimonio histórico de la ciudad. Tiene un corredor yere en el frente y al costado. Una larga fila de columnas le dan una majestuosidad que la hace imponente. Sus salones revelan la opulencia de otras épocas y cuando la ambientación esté completa serán un atractivo especial. La casa está rodeada de un cuidado jardín y la iluminación nocturna la enaltece como si fuera un monumento.
Y el Food Truck se instaló en la playa. Frente al caserón. Mesas y sillas dispuestas en la arena. Montones de foquitos. Y desde allí, uno puede detenerse a mirar el lago o girar la vista 180º y deslumbrarse con el edificio. LDO redondea una propuesta más que completa. Las minutas, picadas y asaditos en la playa a cargo del Food Truck o un resumen de la carta que sirven en el centro o en el Paseo La Galería, en el restaurante. Puede ser en los salones o al aire libre. La apuesta es permanecer en el lugar durante todo el año. El Food Truck después del verano irá a pasear. Pero el restaurante ya despertó el interés para la realización de eventos sociales, tales como casamientos. Con lo cual se abre la posibilidad de otros golazos.