En el pasado, su vino gozaba de mucho prestigio en las cortes europeas. Como era un lugar de paso para navegantes y comerciantes, exportaba mucho vino. Después un volcán arrasó con todo. Pero fue el único lugar que no se afectó por la filoxera (la plaga que liquidó las plantas de uva). Se constituyó en un oasis para las cepas desaparecidas pero que fue desarrollando sus variedades autóctonas. El origen volcánico de sus suelos y su accidentada orografía, dan lugar a terroirs únicos y a una trabajosa y heroica viticultura.

Desde hace años Paraguay se ha convertido en un destino favorito de los vinos de variadas partes del mundo. A la mayoría, les atrae la idea que desde aquí pueden saltar fácilmente, a los grandes mercados de Brasil y Argentina. No pasa mucho tiempo para que una nueva etiqueta haga aquí su presentación en sociedad. Vienen de todos lados, de las más diversas variedades. Y también vinos exóticos o de procedencias impensadas.

Uno de los últimos casos es el de los vinos de las Islas Canarias. La bodega La Sacristía nos sorprende nuevamente con su tendencia hacia lo diferente y presentando días pasados los vinos de la bodega Vinátigo, con una master class incluida, que sirvió para adentrarnos en el conocimiento de una producción poco conocida por estos lares, pero heredera de una rica historia. “Una tierra de viticultura heroica”, como la describen.

En el siglo XVII las Islas Canarias exportaban millones de litros de vino a Londres. El vino canario era muy conocido en las cortes europeas y dicen que personajes como Shakespeare y Casanovas lo mencionaban a menudo. Para que conozcamos esto y otros temas Jorge Ñunez de la Bodega Vinátigo dio un masterclass en La Sacristía con la presencia de numerosos actores y representantes del mundo del vino local.

Viñátigo es una bodega de Tenerife, en las Islas Canarias, que se caracteriza por producir vinos con variedades autóctonas. La foto muestra uno elaborado con la variedad gual.

Uno de los puntos centrales de su exposición se basó en que las Islas Canarias constituyen o tienen terrois únicos en el mundo. Pues se trata de un archipiélago formada por siete islas de origen volcánica que, por su ubicación, al noroeste de África sobre el Océano Atlántico recibe varias influencias climáticas, y por sus características orográficas influencian de manera especial en el crecimiento de las uvas. En el año 1706 la erupción de un volcán acabó con toda la actividad económica en las islas.

Actualmente existen unas 8.000 hectáreas de uvas cultivadas, 9.000 viticulturas y 240 bodegas. Se producen al año de 18 a 20 millones de litros, 10 millones de los cuales se comercializan con DO (Denominación de Origen). Todos con varietales que son originarios de las islas.

La Bodega Viñátigo se fundó en 1990 por Juan Jesús Méndez, el padre de Jorge Méndez, quién desde esa época está llevando a cabo trabajos de redescubrimiento, guardando y cultivando las variedades de las Islas Canarias. “La clave del potencial de nuestras cepas nativas es su vejez y su capacidad para sostenerse libremente sobre sus propias raíces”. Luego de décadas de investigación y cuidado de estas cepas conocen mejor la riqueza de esas uvas autóctonas. Entre las variedades que cultivan en las Islas Canarias se encuentran Listán Blanco, Listán Negro, Marmajuelo, Negramoll, Gual, Tintilla, Vijariego Blanco, Malvasía aromática, Vijariego Negro, Baboso Negro, el Verdello y el Moscatel.

Durante el masterclass a la cual asistimos tuvimos oportunidad de degustar el Listán Blanco, Listán Negro, Babosa Negro, Gual y un ensamblaje de Vijariego Negro, Baboso y Tintilla. La bodega se encuentra situada en Tenerife, una de las siete islas del archipiélago, pero tiene cultivos en casi todas ellas. En realidad, es donde se puede, porque el territorio de las Islas Canarias es muy montañoso y accidentado.  Algunas parcelas están a más se 700 metros sobre el nivel del mar, en pendientes muy inclinadas.

Los vinos de Canarias son tan diversos como cada una de sus islas. Su terreno volcánico condiciona la viticultura a raíz de la complicada superficie orográfica de las mismas. El terreno obliga a realizar un trabajo manual, casi artesano y sin mecanizar. De ahí es que las Islas Canarias fue bautizada como una tierra de “viticultura heroica”.

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