Estaba en Mariscal López y Venezuela. Era una parrillada de buena comida pero de pésima instalaciones. Muy concurrida. Casualmente hoy allí se encuentra uno de los restaurantes más distinguidos de la ciudad. Y ofrece todo lo que el anterior no ofrecía. En este recuento que hacemos de los restaurantes de antes, publicamos hoy el artículo que sobe El Rodeo publicó el diario ABC en 1978 en la serie de notas La cena fuera de casa.
«Es evidente que a la parrillada «El Rodeo» asiste mucha gente. Lamentablemente, parecería que los dueños de la misma no les tienen mucho respeto a sus clientes a juzgar por la sensación de dejadez que presenta el local, por el estado deplorable en que se encuentran los baños y por otros detalles que se refieren a la atención en general. Sin embargo, la calidad de la comida es buena.
EL LOCAL
Una espaciosa ex-casa quinta sirve de asiento a esta parrillada. La misma se halla ubicada en Mariscal López y Venezuela y es de construcción muy antigua, con un amplio patio que sirve de estacionamiento y con entrada y salida sobre ambas calles. Es tal vez lo más positivo de este local, pues de lo contrario hubiesen tenido problema para el estacionamiento.
La casa, cuyo frente da sobre Mariscal López, sirve para albergar a los clientes en los días de frío, en el verano, las mesas están ubicadas en el patio, a ambos lados del local.
Ahora bien, si usted observa una bañera en desuso – y llena de cal en oportunidad de la visita realizada- o una máquina en desuso que servía para cocinar pollos o hasta un hombre durmiendo plácidamente en el patio sobre un catre, no se engañe, ello no forma parte de la decoración; es solamente una consecuencia de la aparente falta de interés de los dueños en presentar lo mejor posible un local que ofrece amplias posibilidades.
Una mención especial merecen los baños. Es realmente deplorable el estado en que se encuentran. El de caballeros, con telarañas colgando, el techo de zinc, con un mingitorio colectivo que sufría pérdidas (la noche en que esto fue observado, una lata de aceite de cinco litros se encargaba de evitar que cayesen al suelo), con un olor penetrante, sin toallas ni jabones. Un vetusto botiquín estaba instalado sobre el lavabo; lástima que su espejo estuviese roto. El de damas, por su parte, en poco difiere del de caballeros. Solo que en aquel el espejo del botiquín no está roto. Ah, y como en ambos baños se encuentran uno al lado de otro, una abertura bastante grande permite tener una buena vista de gran parte del baño de damas.
ATENCION Y COMIDA
Los mozos están uniformados. Vienen rápidamente a servir al cliente, aunque siempre andan «a las apuradas» por la cantidad de gente que tienen que atender. No tienen menú impreso y entonces el mozo se ve en la necesidad de recitar todas las posibilidades o de proveer una boleta de nota de venta en la que se hallan consignadas las comidas pero no los precios.
El mantel de la mesa no fue cambiado en la oportunidad que se comenta, a pesar de que ya tenía rastros de haber sido usado bastante. Las mesas y las sillas de un sector son plegables; en otro sector las sillas son de plástico y más cómodas.
Entre los platos ofrecidos están el asado de rabadilla, que cuesta 150 guaraníes; el asado de lomito, 180 y el asado de tira 120; un pollo completo demanda el pago de 400 guaraníes en tanto que una parrillada completa 350; por su parte el precio de la milanesa napolitana es de 200 guaraníes, el de la lengua 150 y el bife «El Rodeo» 220; una porción de sopa paraguaya, cuesta 25 guaraníes.
En lo que se refiere a la comida, la calidad de ella es muy buena, La carne es blanda y de rico sabor aunque tal vez debería reprochársele el hecho de su cocción a fuego rápido, lo que conspira un poco contra de una mejor degustación.
Un detalle interesante es que el asado viene en un hornillo que mantiene a la carne a la temperatura requerida para este tipo de platos. En esta parrillada, además, el asado viene acompañado de generosas porciones de mandioca.
Los postres no ofrecen mayores novedades, helado, batata y queso, torta helada y ensalada de frutas son las opciones. En cuanto a bebidas, una medida de whisky cuesta entre 80 y 120 guaraníes, de acuerdo a la marca; la cerveza nacional, 60. El vino varía de acuerdo a su marca y procedencia; un «Selecto» nacional cuesta 120 guaraníes, un «Toro Viejo» 200 y un «Marques del Nevado» o un «Santa Silvia» 350 guaraníes».