Foto del facsímil del diario ABC publicada en 1978. Corresponde al restaurante El Palacio de los Pollos.
Foto del facsímil del diario ABC publicada en 1978. Corresponde al restaurante El Palacio de los Pollos.
Foto del facsímil del diario ABC publicada en 1978. Corresponde al restaurante El Palacio de los Pollos.

Era un restaurante muy concurrido por las familias paraguayas. Hoy día ya no existe, pero su nombre quedó grabado en la memoria colectiva. En 1978, el diario ABC publicaba el siguiente artículo sobre El Palacio de los Pollos, dentro de la serie que estamos recordando y que se denominaba La Cena fuera de casa.

«Para estos días en que el calor aprieta y uno busca espacios amplios y frescos «El Palacio de los Pollos» cuenta con un patio que ofrece esas características donde destacan por su porte estupendos ejemplares de «Eucaliptos», «Paraísos» y «Chivatos». Es fácil advertir que antes de recibir a la numerosa clientela que concurre al local, el patio es cuidadosamente regado de tal modo que no se levante polvo en caso de que haya viento y, de paso, ofrecer a los comensales ese refrescante olor a tierra mojada.

«El Palacio de los Pollos» se encuentra sobre la Avd. José Félix Bogado, donde termina la pendiente que comienza en la calle Padre Cassanello. Esta pollería tiene el privilegio de contar con una amplia playa de estacionamiento dentro del precio, lo que facilita el fácil acceso al local y una cómoda seguridad para los propietarios de vehículos.

Las mesas se extienden en filas bien alineadas, de tal modo que entre unas y otras hay una prudente distancia resguardando así la intimidad de la conversación -no hay música- y facilitando el desplazamiento de las personas y de los mozos.

Tres mozos bien uniformados y aparentemente muy atentos atendían a la clientela la noche que visitamos «El Palacio de los Pollos». Pero a la mesa donde el periodista y su esposa se sentaron concurrió un muchacho de 16 años, no nos dio su nombre, sin uniforme y con tal desconocimiento de cómo se atiende.

Los otros mozos no hicieron ningún intento de ayudar al muchacho, por lo que suponemos que están acostumbrados a que éste se las arregle por su cuenta.

La atención fue pésima. Los platos se hicieron esperar y las bebidas solicitadas no estaban frescas. Pero la culpa no es del mozo sino de quienes permiten que desarrolle tareas que no le corresponden aún.

El mobiliario de «El Palacio de los Pollos» es típico de nuestras pollerías: mesas y sillas comunes, manteles blancos que no se cambian a la llegada del cliente a pesar de que sobre la mesa haya patos y envases de bebidas, sevilletas de papel y una iluminación multicolor.

Para el invierno esta pollería cuenta con un amplio salón muy bien decorado y con una discreta iluminación. Este edificio es nuevo y brinda una sensación de limpieza.

Los platos más solicitados son los pollos, generalmente servidos con papas fritas o ensaladas. Las entradas se limitan a «Lengua con palmito y salsa golf»(G 70) y «Jamón con palmito y salsa golf»(G 80). El «Pollo al horno» especialidad de la casa, sale 120 guaraníes, pescado solo, 180 guaraníes, pescado a la Roma 200; pescado a la napolitana 220; la milanesa de carne 150; costeleta de cerdo también 150 y el churrasco de lomito a 200.

Tiene vinos argentinos (promedio de G. 400), chilenos (G750, nacionales (G 150 y franceses. El más caro es el «Sain Emilion «, 1.000 guaraníes, francés.

La vajilla es común. Pero destaca el cuchillo que tiene buen filo, mientras que entre plato y plato no se cambian los cubiertos, salvo pedido expreso del cliente. El aspirante a mozo trajo el vino blanco caliente, con copas. El hielo vino en un recipiente para postre, pero no se trajo hielera y tampoco las pinzas para el hielo. Concurrió a la mesa cada vez que se lo llamó y no por iniciativa propia a pesar de notar que ya podía retirar los platos.

chorizos caseros

«El Palacio de los Pollos» ofrece una comida buena y unos postres que también son especialidad de la casa: las tortas Napoleón y Josefina (a G 70 cada porción). Su ubicación es buena, ya que está sobre una avenida importante y concurrida y además a apenas 5 minutos del casco urbano de Asunción yendo en vehículo.

Los baños para damas y caballeros están azulejados, cuentan con espejos, pero no hay toallas, tampoco desodorante. Los papeles están por el piso y dan una sensación de desagradable desorden. Además los baños no tienen tapas y existe un fuerte olor. Se recomienda utilizarlos solamente, en caso de extrema necesidad y bajo ningún concepto hay que ir allí antes de terminar la comida porque podría tener dificultades para continuar luego.»

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