Franco, tiene 20 años, dos metros de altura, dejó sus estudios de cocina en el Cordon Bleu de Perú para ayudar a su papá Rodolfo, en el nuevo emprendimiento que está desarrollando. La pandemia de coronavirus lo sorprendió en Lima. Tuvo que esperar que haya vuelos disponibles para regresar al Paraguay. Llegado aquí hizo su cuarentena en el Comando Logístico y está presto para continuar con la tradición familiar.
Desde los dos años anda merodeando las cocinas. “Todo comenzó cuando acompañaba a mi papá al programa Ricos y Sabrosos, después de ese programa me iba a la cocina de Mburicao, era súper curioso, preguntaba de todo, tocaba las sartenes. Me hacía probar todas las salsas, de ahí que tengo el paladar muy entrenado. Cuando tenía nueve años de edad, abrió Tierra Colorada, de manera que prácticamente nací y me formé en una cocina”.
Lo vimos varias veces ayudar a su padre en algunos eventos. Ya tenía dos metros de altura, pero lo sentíamos siempre como alguien que transitaba sus pasos entre la adolescencia y la juventud. Cuando ahora, hablamos con él por teléfono, su voz nos parecía muy seria, con un tono bastante grueso. Dos experiencias recientes lo terminaron por transformar completamente y nos cuenta de esta manera:
“A los 19 años, me fui a Lima, me cocinaba, lavaba la ropa, limpiaba el departamento. Acá yo tenía empleada. Allá aprendí a vivir sólo”.
“El año pasado vine a pasar las fiestas y volví a Lima, el 22 de febrero. Hice la cuarentena encerrado en mi departamento y cuando retorné al Paraguay el 8 de abril hice otra cuarentena en el Comando Logístico. Los tres primeros días fueron muy difíciles. Tenía mucho miedo, no al cuartel sino a la pandemia. Pero pude superarlo gracias al apoyo de mi familia, la ayuda del Deporte, y de mi hermanita Gaby que está en el cielo. Dios me hizo más fuerte”.
Ahora está a full colaborando con su padre en el proyecto que está desarrollando tras el anuncio de cierre de Tierra Colorada. Quedaron atrás las clases en el Cordon Bleu. Estaba ilusionado. Podía haberse quedado en Lima y seguir el curso de cocina de manera virtual. Pero “estudiar cocina on line es imposible”, nos comenta. Franco realizó varios cursos en el IGA para que le sirvieran de base, antes de su viaje. Pudo haberse ido a estudiar al Brasil, pero el idioma lo decidió finalmente por Perú.
“Además la cocina estaba allí estaba inmersa en un auge gastronómico, fui en busca de nuevos sabores, texturas, y ganar experiencia. En el Cordon Bleu tenía profesores y compañeros de todas partes del mundo. Cada fin de semana cocinábamos cosas diferentes. Cada uno hacía lo tradicional de su país y así aprendíamos la cultura que hay detrás de cada plato: comida italiana, francesa, yo enseñaba chipa guazú, sopa paraguaya, mbeju. Y a veces apoyaba a mi chef en las clases de masterado”.
“A mí me gusta todo lo que sea fuego, no me gusta la pastelería, estar ahí a full con las hornallas. Me gusta trabajar con las proteínas, hacer risotto. Cuando papá me visitó en Lima, el primer día cocinamos risotto. Perú tiene miles de productos del mar, todo tipo de mariscos y pescados, de ahí que un risotto con variedad de pescados queda una locura”.
¿Y la comida paraguaya?
Obvio. La comida paraguaya hay que llevar adelante, es algo que representa al país, siempre cuando cocinas la comida paraguaya, tenes que saber de dónde viene el producto, porque estás trabajando con esa materia prima. No tenes que cocinar solamente, debes ser sensible con las comidas, con los productos, y con los productores, siempre hay que hacer todo lo mejor para hacer una comida muy rica.
¿Qué fue lo que te resultó más difícil cocinar?
No sé si me resultó difícil cocinar algo. Lo difícil hasta ahora fue tornear las alcachofas, pero practique mucho. Papá siempre me decía: La práctica hace al maestro.
¿A que profesional del extranjero admiras más?
En el extranjero, admiro mucho a Jaime Pesaque. Me gusta su estilo de cocinar (los fuegos, los ruidos, el movimiento, la comida). Mi primera pasantía en Lima, fue con él, en su restaurante Mayta.
¿Y a quienes de Paraguay?
Respeto y admiro a Néstor Alvarez (Chatarra) y a Javier Medina. Uno era albañil y otro era capataz de un establo. Ambos ahora son grandes jefes de cocina. Y entre los conocidos, a Juan Lolas y Peter Stenger.
¿Cómo ves tu futuro?
Mi papá siempre me dijo que para empezar grande hay que empezar de abajo. Yo trabaje en todos los puestos, lavaplatos, cuida coches, limpia baños, siempre en forma humilde. Me trataba como si yo fuera un empleado más en la cocina. Siempre me mandó a la China, me corregía, me volvía a mandar a la m…, me perfeccionaba. Cuando era chico me enojaba cuando me retaba pero después entendía que quería ayudarme, que sea un excelente cocinero, eso quería. Siempre me formó, siempre aprendí de él. Yo deje este año el estudio, pero me voy a seguir formando, que mejor maestro que mi papá. Ahora voy a hacer todo lo que me diga.
¿Podrías contarnos como es tu papá?
Cuando está en la cocina, se transforma, es cien por ciento serio, no existe la joda. Siempre trata de hacer el mejor plato. Afuera, es un cago de risa, muy buena persona, solidario, sencillo y honesto. Yo soy un hijo orgulloso y agradecido. El es mi norte, mi Dios, mi todo.
¿Y que te gusta comer?
Yo te diría que milanesa con puré de papa… tenemos los mismos gustos.
¿Aparte de cocinar, que te gusta hacer?
Me gusta mucho el fútbol. Siempre fue mi deporte preferido. Soy cerrista de nacimiento, siempre fui a la cancha. Jugaba como defensa central en la selección de mi colegio. Nadie pasaba. Mi rutina de antes era, de lunes a viernes, clases, los viernes sin falta había que trabajar y los sábados, farrear. Me gusta salir a farrear para despejar la mente, bailar, ir a Sanber, piscina, música, buen ambiente, una cervecita compartiendo con los amigos, el asado con los perros era mundial. Que mejor que cocinarle un asadito a los amigos.
¿Tenés novia?
Sí. Tengo novia paraguaya. Se llama Desi, me encanta porque es sencilla, con personalidad, sabe divertirse, me entiende. Solemos salir a cenar y nuestra comida favorita es el sushi.
Mucho mi papá, ¿y tu mamá?
Mi mamá, es ama de casa, nos crió a todos, siempre agarraba una receta de papá y cocinábamos juntos, es una mujer excelente, la mejor mamá del mundo, cocina súper bien. Y tengo una hermana de siete años de edad, Pilar. Siempre cuide de mi hermanita, soy un hermano protector. Le mato a alguien, si le llega a hacer algo a mi hermanita.