Paraguay obtuvo el segundo puesto de América en las eliminatorias de la Copa del Mundo de la Pastelería. Partiendo literalmente de cero. Sin equipo, sin experiencia, sin apoyo. Este extraordinario logró no hubiera sido posible sin el puntapié inicial y la participación que tuvo en el proceso, la diseñadora de moda gastronómica, la activa Verónica Pardo. Ahora Paraguay debe concurrir a la final a disputarse en Lyon, Francia, en enero próximo.
(La foto de arriba muestra a la selección paraguaya de pastelería junto a Vero Pardo, el alma mater del equipo y al chef chileno Gustavo Saenz, quién uno de los instructores de las paraguayas).
Vero Pardo se involucra en la gastronómica no solo por su profesión específica de diseñadora de moda, sino que en su historia de vida acumula ya, por ejemplo, la organización en el 2015 del concurso de cocina El Gran Chef, una especie de antecesor, en nuestro país, del MasterChef Paraguay. Posteriormente, en el 2019, su empresa desarrolló en Asunción, el primer curso diplomado del Cordon Bleu del Perú.
La Feria Sirha que se realiza cada dos años en la ciudad de Lyon, Francia, es un evento líder mundial para el servicio de alimentos y hospitalidad. En ese marco, se realiza también cada dos años, La Copa Mundial de la Pastelería. Ya antes de la pandemia Vero Pardo era representante de esa marca, es decir que desde entonces barruntaba la idea de una posible participación paraguaya.
Sin embargo, su primera intención fue tratar que Paraguay participe en el Bocuse d´Or, la competición de cocina más prestigiosa del mundo que también se realiza en Lyon durante la feria internacional gastronómica bianual SIRHA. Se llama así en homenaje del chef Paul Bocuse, chef francés fallecido en el 2018 considerado uno de los principales cocineros de la historia.
“Participar en el Bocuse d´Or era mucho más difícil que participar en la Copa del Mundo de la Pastelería, porque era más complicado reclutar gente”, confesó Vero. “Durante los años 2021, 2022 y 2023 mandamos currículos varias veces porque muchos no fueron aprobados, hasta que en el 2023 nos dijeron ok y comenzamos a trabajar”.
Las exigencias de los organizadores eran muy estrictas. Los postulantes, tanto para la capitanía del equipo como para sus miembros, debían tener una experiencia de 12 años en la pastelería y tenían que contar con un negocio propio en actividad. A más de eso, pedían que tengan estudios internacionales en la materia lo suficientemente sólido como para justificar la presencia en semejante evento internacional.
A la capitana de equipo la encontró muy cerca, pues su madre Bella Rosa Estigarribia, es una experta chocolatera con años de estudios de especialización en México y otros países. La empresa que también encabeza es representante en nuestro país, del afamado chocolate belga Callebaut. Después la selección decantó en Johana Borgognon y Chiara Pederzani, ambas con una hoja de vida repleta de viajes por varios países para tomar cursos de especialización en diversas áreas de la pastelería, a cargo de renombrados profesionales.
Johana Borgognon, junto a su hermana, crearon la reconocida empresa Twins Bakery, que ahora se dedica exclusivamente a catering para eventos. Por su parte, Giovanna Pederzani, forma parte de la familia que lleva adelante el emprendimiento Pederzani Café Bistró, que ya tiene varias sucursales. Inicialmente, también integró el equipo Cecilia Alderete, quién fue reemplazada posteriormente, por Giovana Pederzani, del mismo grupo familiar mencionado anteriormente.
Si fue difícil reclutar a la gente, “más difícil era conformar un equipo, que todas quieran complementarse, porque intercambiar información con las otras compañeras cuesta muchísimo, que todo engrane super bien. No pensábamos ni visionábamos un trabajo con tanta dificultad”, señaló la entrevistada.
Elegidas las integrantes, formado el equipo, todavía debían enfrentarse a una experiencia cero. Nunca en Paraguay se formó una selección de pastelería, nunca se realizó un torneo de la especialidad y nunca un profesional compatriota participó en concursos internacionales. Les llevó un año la preparación para participar en la Selección América de la Copa del Mundo de la Pastelería, realizado recientemente en New Orleans, Estados Unidos, donde Paraguay logró el segundo puesto.
Entrenaban una vez a la semana y recurrieron al concurso de profesionales extranjeros para el adiestramiento. Llegaron incluso a viajar al exterior para conocer técnicas que debían aplicar en el concurso internacional. Todo el trabajo de coordinación y organización estuvo a cargo de Vero Pardo contando solo con el apoyo de algunas empresas auspiciantes.
No tuvieron apoyo oficial, felizmente, días pasado la ministra de SENATUR, Angie Duarte se comprometió públicamente a conseguir cuatro pasajes para el equipo paraguayo de pastelería que debe viajar a Lyon, Francia, para competir en las finales de la Copa del Mundo.
“Pienso que Paraguay tiene que figurar en los mapas a nivel internacional, me metí porque necesitamos levantar nuestro listón nacional, asistiendo a este concurso, viendo cómo se trabaja el chocolate, posicionando a Paraguay y así poder levantar el nivel de nuestra gastronomía”.
“Ya quería hacer esto, me mueve que vengan a Paraguay a hacer la Copa América, puede ser si seguimos dando buena impresión. Fue una grata sorpresa para todo el torneo, nadie se esperaba que lográramos el segundo puesto. Un equipo sin experiencia, integrada por mujeres, de un país que muchos no conocían donde quedaba”.
Ahora, todo empieza de nuevo. En enero deben viajar a Lyon, para la final de la Copa del Mundo de la Pastelería. Deben entrenar duro, aprender las técnicas que deben utilizar. Algo de experiencia ya tienen y mucha fe. Una increíble fe que ya tuvieron desde el comienzo. Recordemos un poco los que nos decían antes de que obtuvieran el sorpresivo segundo puesto en Pastelería. Chiaria Pederzani: “Dejar en alto el nombre de Paraguay” y Johana Borgognon: “Queremos ganar no solo presentarnos”. Claro que estás cosas se dicen nomás luego antes de una competencia. Pero a la luz de los resultados obtenidos adquieren un valor premonitorio.