Comenzando por el nombre. En el lunfardo rioplatense Magoya es un personaje inexistente junto a quién, argentinos y uruguayos te suelen mandar cuando no te creen nada, utilizando la frase “Anda contale a …”. Con el bistró bar también quieren generar algo de suspicacia, algo distinto, con la idea de que el cliente se va a llevar una grata sorpresa, ya sea por el producto, el servicio o la experiencia.
Magoya está ubicado sobre la avenida Boggiani esquina Juan Natalicio González, allí donde antes estuvo La casita del roll. Es una casa antigua reacondicionada que volvieron a reacondicionar. A la entrada exhibe un mural, al estilo de street art que se repite luego en los salones, pero si bien esto da al lugar un toque moderno y vanguardista, casi juvenil, el local tiene otros condimentos clásicos y formales que lo convierten en una expresión ecléctica. Que tiene su elegancia.
El responsable del proyecto no es ningún improvisado. Alejandro Lazzaro, es un argentino especializado en gerenciamiento de empresas hoteleras y gastronómicas. Está en Paraguay desde hace cuatro años. En Argentina fue gerente de Lupita y Negroni y vino para hacer la apertura de esos locales en la Plaza Moiety, hoy, ya desaparecidos. Lazzaro también trabajó para Alma San Bernardino y La Herencia. Además, es chef.
Magoya se habilitó en diciembre del año pasado, cuando la pandemia arreciaba ya con fuerza. “Yo vivía a una cuadra de La Casita del Roll y a mí me gustaba esa esquina. Cuando vino la pandemia se desalquiló el local y armé un proyecto con un inversor argentino. Era una oportunidad de negocio, sabíamos que la pandemia tenía que pasar, solo que se extendió demasiado” nos dice Alejandro como justificación del proyecto.
La carta ofrece una variedad de platos, pasta, pescados, carne, hamburguesas, milanesas, ensaladas que se va cambiando periódicamente para hacerla más friendly. “Cocinamos lo que nos gusta, hoy si hace frío hacemos un locro que no figura en el menú y te regalo la sopa para que vuelvas, improvisamos con cosas nuevas. Jugamos con muchos factores, como el tiempo, las ganas y la disponibilidad de insumos”, dice Alejandro.
Pero el caballito de batalla de la cocina, son las pastas, todas caseras. Entre ellas vemos que ofrecen: Lasaña siciliana, Penne rigatti carbonara, Tagliatelle del bosque con crema de leche y mix de hongos, Malfattis pomodoro de espinaca con sala fileto, Ravioles con salsa cuatro quesos rellenos de verduras y Sorrentinos al pesto. “A mi me gusta la reversión que hacemos del bife coygua, con un ojo de bife grillado, en salsa de vino tinto con vegetales con un huevo frito encima”, agrega nuestro interlocutor.
Menciona además la Bondiola de cerco con puré de batata y jengibre, el Salmón con crema de limón chipa guazú, las hamburguesas y las milanesas “impresionantemente grandes”, según el entrevistado. “Cada plato es un personaje, tiene su personalidad en la carta, se hace con materia prima de buena calidad. Y salen bastante rico”, asegura. Y habría que ver, nosotros todavía no lo hemos hecho, pero ya anotamos en la agenda.
Uno de los aspectos con lo que quieren marcar alguna diferencia es la barra de tragos. “Nuestra carta lo hizo el ganador del concurso Baccardi en Argentina y trajimos un gin de yerba mate y peperina que no se consigue aquí. Es una carta sencilla, pero con un toque de onda, de elegancia. El paraguayo no está acostumbrado a comer con tragos, pero siempre estamos tratando de romper el molde”.
Hablando de romper el molde para que el servicio se convierta en una experiencia, la atención del personal trata de romper la formalidad de un restaurante. “Hago mucho hincapié en que los chicos sean más abiertos con los clientes, que aconsejen los tragos, que traten de ser más entretenidos, yo mismo salgo y visito todas las mesas. Me gusta hablar con los clientes, me sirve para mejorar lo que está mal y entender la sensación de los comensales. Tenemos vocación de servicio y estamos bien preparados para atender a la gente”.
Y sigue “el lugar es lindo, la atención es buena, la gente puede comer rico y pasarla bien. Yo siempre trato de generar un contenido más para el cliente. En vez de poner música funcional, traemos a un Dj, a una banda de jazz y realizamos diversas actividades artísticas. Los viernes le damos más onda, los sábados hacemos algo más tranqui. Vienen muchas familias”. Por supuesto que también están las promociones especiales tipo 2×1, after office, etc. “Magoya es un lugar distinto, para mí es como un restaurante de Palermo” menciona refiriéndose al exclusivo barrio porteño que se caracteriza por sus ofertas gastronómicas.
Apuntan a un público general, no a un nicho de mercado. Según nos cuenta Alejandro, van personas de hasta 60 años. El apunta a su entorno, tiene 48 años y nos informa “trabajamos con muchos extranjeros, estamos rodeados de embajadas. Es un barrio donde viven muchos extranjeros, militares y diplomáticos. Trabajamos con ese público”.
Magoya abre de martes a domingo de 18:00 a 00:00 y próximamente tienen previsto abrir también para el servicio de almuerzo o reabrir ya que ofrecían un menú ejecutivo. El ticket promedio por persona es de 110.000. “Pero si sabes comer podés gastar menos, con una buena hamburguesa y un trago, por ejemplo”. El gin tonic cuesta 35 mil guaraníes. Y además Alejandro, canchero como todo curepa finaliza diciendo “Si no tenes plata, no pasa nada, me pagas después”.