Dragon de oro

En el siglo pasado, existían en el centro de la ciudad varios restaurantes de comida china. Hoy presentamos el caso, de uno de los más discretos y poco conocidos, y que el diario ABC, en el año 1978 destacó  por su lujo y la buena comida que servían (foto). Seguimos así recordando la serie de notas que el citado periódico publicó bajo el título “La cena fuera de casa”.

«En un lugar muy céntrico, sobre Independencia Nacional casi Gral. Díaz, se encuentra un lugar muy discreto, lujoso y apropiado para saborear la comida china, que siempre contiene o se acompaña con arroz. Se trata de «El Dragón de Oro» que posee un salón comedor de reducidas dimensiones, lo que contribuye a crear un clima de cierta intimidad entre la clientela.

El edificio en que funciona «El Dragón de Oro» está discretamente sobre la calle Independencia Nacional, tiene pinta de esas antiguas casas coloniales, cuyo salón de visitas se convirtió en salón comedor; en efecto, este es de reducidas dimensiones y apenas caben diez mesas. Pero el local fue muy adaptado a las nuevas necesidades, el piso es alfombrado, las mesas son acolchadas, las sillas son de buena categoría, aunque sin llegar a lo excepcional.

Las paredes del salón están prolijamente decoradas con adornos varios, platos pintados y paisajes chinos. Las arañas de luz y apliques decorativos están de acuerdo con el resto del salón.

Como es de suponer en este tipo de restaurant3es, el local se mantiene cuidadosamente limpio y cuando el aire acondicionado no da abasto, unos pequeños ventiladores de mesa se encargan de la circulación del aire dentro del ambiente cerrado.

Un punto que nos llamó la atención, y que no condice con el resto de las cosas, es el baño. Como la vivienda es de tipo familiar, también el baño tiene las características de ser familiar, de hace muchos años, amplio, con los azulejos un tanto descoloridos, faltando algunos aquí y allá. Además, para llegar al baño hay que cruzar una pieza sin luz que no se sabe que funciones cumple, en relación al conjunto de habitaciones. Los dueños del local deberían tener en cuenta este aspecto, que si bien no es lo fundamental, tiene mucho que ver para que el cliente se forme una idea cabal y exacta del local al cual quiere concurrir.

Como el espacio es reducido y pocas las mesas, atiende el servicio un solo mozo, al menos entre semana. La atención es buena, el servicio eficiente aunque cuando de pronto aumentan los clientes, el único mozo debe andar un poco apurado para atender bien a todos.

UN POCO DE TODO

A pesar de que «El Dragón de Oro» es restaurante chino, el local ofrece un poco de todo en materia de comidas. Hay sopas de diversas índoles, langostinos, camarones, pollo, cerdo, carne vacuna, platos en base a arroz, los típicos chop suey y wen tun.

Algo que llama la atención de la clientela es que la carta con el menú está escrita en tres idiomas: presumiblemente chino (idioma que confesamos no saber), español e inglés. De esta manera, el comensal no solo puede pedir tal o cual plato, sino también practicar un poco su inglés o interesarse en los ideogramas chinos, actividad que puede resultar interesante si el plato tarda un poco en venir.

El restaurante del que hablamos no presenta en su menú «entradas», sino tan solo platos de fondo, aunque muy bien, el cliente puede solicitar como entrada algún plato no muy pesado ni abundante. Al que le gusta comenzar la cena con sopa, puede pedir, por ejemplo la tradicional sopa china wen tun, que cuesta 120 guaraníes o una sopa de pollo con hongos que cuesta 200 guaraníes.

Yendo a los platos centrales, «El Dragón de Oro» tiene platos caros, menos caros y los de precio razonablemente bajos. Entre los primeros, por ejemplo se cuentan los langostinos fritos (guaraníes 800) o camarones con nueces que tienen el mismo precio. Entre los menos caros, pueden citarse el pescado con soja 400 guaraníes, o el pollo a la china, especialidad de a casa.

Si el comensal prefiere otro tipo de comida, puede optar por el cerdo agridulce (que también tiene un sabor raro para los neófitos en la materia) costeletas de cerdo a la parrilla, o cerdo picado con bambú, un plato abundante y tentador.

El cliente puede pedir también carne en salsa ostra, arroz frito con jamón y huevo, panqueque, diversos tipos de milanesass o el más tradicional de los restaurantes chinos, el chop suey con pollo.

Las comidas son traídas en los recipientes adecuados. Debe hacerse la salvedad de que no se utilizan platillos para comer el arroz, aunque tampoco hay pan para acompañar la comida, factor que más de un mal acostumbrado cliente ha de reclamar.

Aunque no lo pide, el cliente verá que al recibir un plato, vendrá con él, en un recipiente pequeño y aparte un poco de arroz blanco, en una modalidad sustitutiva del pan, seguramente.

Impresiona asimismo a los clientes que al comienzo de la cena, se le sirven algunos bocaditos con salsa picante o salsa de soja como «gentileza de la casa», un hecho desgraciadamente no muy frecuente en otros restaurantes.

BEBIDAS

En el rubro de bebidas, no hay mucho que comentar, pues prácticamente es el mismo que en otros lugares similares. Se puede optar entre el whisky escocés, diversos licores, la cerveza nacional o importada, y los vinos que proceden de nuestra tierra o de los países vecinos y europeos.

Tanto en lo referente a la comida como a las bebidas, los precios son razonables, teniendo en cuenta el local, las comodidades que ofrece y el servicio de que dispone.

Como cortina de fondo se escucha una música funcional, con temas del repertorio local e internacional; el volumen es discreto y el ambiente se presta para una conversación íntima, animada o alegre, según sea el espíritu de los comensales».

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