En nuestra recordación de los restaurantes de antaño, hoy le toca el turno a un local, que fue uno de los que puso de moda en Asunción el pollo al spiedo. Ubicado en una concurrida esquina de la ciudad fue visitado por los periodistas del diario ABC, en el año 1978, en el marco de una serie de notas titulada La cena fuera de casa. El negocio desapareció hace mucho tiempo pero el citado medio dejó esta pintura de ese restaurante.
«En la intersección de las transitadas avenidas Quinta y José Félix Bogado se encuentra el restaurante «EX-Kegler» (denominado así porque hace poco cambio de dueño), un lugar tradicional para la gente que quiere comer pollo al spiedo, sin demasiadas pretensiones, desde luego.
En los días calurosos, que en nuestro país son los más, el restaurante dispone de un amplio patio delantero en donde están alineadas las mesas y sillas. Contribuyen a dar un ambiente típico al lugar los frondosos árboles que rodean completamente el patio y en cierto modo «aislan» el lugar del contorno. Para los días de invierno el restaurante dispone de un salón cerrado, de dimensiones un tanto reducidas para la cantidad de gente que suele albergar.
Un primer factor que podría considerarse desagradable es que la avenida José Félix Bogado, sobre la que está el restaurante «Ex-Kegler», tiene un tráfico muy intenso de vehículos y por eso el aire que se respira en el lugar no es el más puro de la ciudad precisamente, sino que está irremediablemente contaminado con los gases tóxicos de tantos ómnibus y micro-ómnibus que pasan sin cesar. A modo de compensación los clientes del local disponen de lugares adecuados de estacionamiento para sus propios vehículos.
Como es una «pollería» popular, no hay que ser muy exigente con el mobiliario. Las mesas y sillas son rústicas, aunque seguras, pertenecen a la misma clase que se encuentran en tantos bares y restaurantes de nivel popular de nuestra ciudad capital.
En general, al menos en los días en que no hay tanta gente, el restaurante «Ex-Kegler» presenta un ambiente limpio; las instalaciones higiénicas son modernas, bien ubicadas, pasablemente limpias, aunque de vez en cuando el jabón no está presente y las toallas brillen por su ausencia.
EL SERVICIO Y LOS MOZOS
Los manteles del restaurante suelen estar limpios, porque se los cambia luego de retirarse el cliente de cada mesa; pero el hecho de que estén limpios, no quiere decir que no tengan ya mucho uso y en más de uno pueden observarse agujeros y costuras en lugares visibles, no muy estéticos. Las servilletas presentan el mismo aspecto.
El cliente tampoco debe extrañarse si el salero o los porta condimentos no presentan el aseo adecuado que es de esperar en los restaurantes de primera líneas; los recipientes denotan su mucho uso y la falta de una limpieza diaria. Salvo ese detalle, los cubiertos y vajilla en general tienen un aspecto presentablemente limpio.
Los mozos tienen el atuendo adecuado; si la gente no es mucha, atienden con prontitud y corrección; pero si los clientes abundan hay que armarse con un poco de paciencia y no extrañarse si los mozos se ponen un poco nerviosos o distraídos.
COMIDA NO MUY VARIADA
Cuando un restaurante se especializa en cierto tipo de comida, no es de esperar desde luego que la oferta de platos sea muy variada. El «ExKegler» ofrece como plato principal el pollo al spiedo (una especie de plato único) y, de forma complementaria, los clientes también pueden optar por una milanesa de carne, un bife a la plancha o a caballo o un plato de lengua y paramos de contar.
Previo al plato central, las «entradas» tampoco son muy variadas, pudiendo pedirse sopa paraguaya, palmitos, jamón, fiambres, tomate y algunos otros rubros de alimentación liviana.
Finalmente, en lo concerniente al postre, los clientes pueden pedir entre el clásico helado («Josefina y Napoleón), la torta helada o la ensalada de frutas, así como duraznos al almíbar.
PRECIOS BAJOS
Y pasando a analizar la parte de precios, debemos señalar que son relativamente bajos. En efecto, el rubro más consumido en el restaurante es la pieza de pollo (pechuga o pata) que cuesta solo 110 guaraníes. Los platos en base a carne vacunan salen tan solo un poco más caro. La milanesa de carne cuesta 145 Gs., el bife a caballo 195 y un plato de lengua 145.
Una porción de palmitos o entrada de jamón vale 80 Gs. cada una, la porción de sopa paraguaya 35. La torta helada tiene como precio 70 guaraníes y el cafecito final solo demanda 20 Gs.
En el rubro de bebidas, los precios tienen el mismo nivel. La cerveza nacional cuesta 55 Gs., el vino paraguayo 120, una raya de «Aristócrata» 25 y entre los vinos extranjeros pueden citarse el Canciller (385), Liebfraunmilch (800), Calvet Rosé (770), Anjou Rosé (970) o el Gómez Cruzado (460). Claro que a veces uno se encuentra con la sorpresa de que al pedir tal vino, que figura en la carta, el mozo dice tranquilamente «No, ahora ese vino no lo tenemos», como nos ocurrió al pedir un «Romeral» blanco,
En cuanto a la calidad de la comida, si el cliente está interesado en comer una buena porción de pollo, el restaurante de referencia se presta; los pollos están bien cocidos, adecuadamente condimentados y los sirven con prontitud. Sobre los otros platos no hay nada especial que señalar ya que no constituyen la especialidad de la casa y sólo se sirven a algún cliente despistado que fue al «Ex Kegler», sin la intención de comer pollo.
El restaurante mencionado no ofrece números musicales ni entretenimientos, tampoco la denominada «música funcional» de modo que el lugar es bueno para el diálogo íntimo de parejas o para la conversación ruidosa de los grupos familiares o de los amigos que deciden ir a cenar y hablar un poco de todo. La cerveza pasablemente helada (no muy helada) contribuye a refrescar la noche».