Hace 40 años en la esquina de Mariscal López y San Martín funcionaba un restaurante en una especie de vergel. El diario ABC en el año 1978 lo incluyó en una serie de notas que tituló «La cena fuera de casa». La historia del lugar se pierde en la penumbra del tiempo pero queda este testimonio periodístico.
“Un verdadero bosque al cual se han «injertado» focos, parlantes y micrófonos sirve de escenario al restaurante «Cabaña El Rancho» ubicado en Mariscal López y San Martín. El lugar, cubierto de una tupida vegetación posee una amplia playa de estacionamiento donde los concurrentes pueden acomodar fácilmente sus rodados. El lugar es sumamente tranquilo y uno se siente en directo contacto con la naturaleza al estar rodeado de elevados árboles que semejan un oasis en medio de una selva de cemento.
El establecimiento que con anterioridad estuvo ubicado en la jurisdicción de la localidad de Ypacaraí, consta de una moderna construcción y tiene todas sus mesas ubicadas en el amplio jardín que rodea a la vivienda. La casa fue acondicionada para restaurante y sus distintas habitaciones lucen decorados modernos además de las correspondientes meses y sillas. Pero la actividad principal se desarrolla, como es lógico en el amplio inmueble que posee el restaurante.
Las mesas fueron ubicadas a cierta distancia unas de otras y entonces se logra un ambiente de intimidad, algo que es difícil encontrar en los demás restaurantes o parrilladas de nuestra capital. Los elevados árboles lucen reflectores que lanzan profundos haces de luz sobre el extenso y bien cuidado jardín
Cada mesa por otro lado, cuenta con una romántica vela circundada por una pantalla de barro lo que da un toque distinguido al lugar, y además sirve para que cada comensal pueda leer la «carta» y observar los alimentos. La construcción no cuenta con aire acondicionado y tampoco se ven ventiladores.
El mobiliario es excelente, las mesas son modernas y las sillas muy cómodas (cuentan con un almohadón). Los manteles y servilletas lucen inmaculados y son renovados constantemente por los varios mozos que tiene el restaurante.
La vajilla es muy buena, los platos son irrompibles, y las copas y vasos excelentes. El mozo presenta copas previamente enfriadas según la bebida que uno solicite. Con la cerveza vienen copas pre enfriadas lo que hace más agradable la bebida.
Los mozos provistos de discretos uniformes, pantalones blancos, camisa del mismo color con moñito negro y saco oscuro, sirven amablemente. Al llegar los clientes, se acercan presurosos y luego de ubicar a la gente presentan la carta aguardando el pedido correspondiente. Mientras uno piensa qué puede saborear el mozo sirve algunos picaditos -a veces mondongo con picante y unos riquísimos palitos y pancitos.
La bien cuidada carta de restaurante Cabaña El Rancho presenta un variadísimo menú. En materia de «entradas» ofrece caviar a un precio de 450 guaraníes. Mayonesa de atún, cuyo costo es de 200 guaraníes, sardinas a la rusa 250 guaraníes.
El que prefiera las sopas puede ordenar sopa de arvejas cuyo precio es de 200 guaraníes, o sino una porción de arroz cotizada en 70 guaraníes con una porción de papas fritas, por la cual debe abonar una suma similar.
La casa también ofrece caracoles en salsa picante a un costo de 360 guaraníes o surubí grillé cuyo precio es de 330 guaraníes.
En materia de carnes, está el brochette criollo, cuyo precio es de 350 guaraníes, chateaubriand con guarnición, cotizado en 450 guaraníes, chuletas a la danesa, con un costo de 350 guaraníes, churrasco de lomito por 250 guaraníes y escalopes al marsala, que cuesta 280 guaraníes. El schaschlik, cuesta 350 guaraníes.
Para los que gusta de las aves pueden ordenar, galleto a las brasas cuyo precio es de 450 guaraníes, o pollo al chapignon, cuyo valor se eleva a 380 guaraníes. También la «carta» ofrece pollo al curry con arroz, por 380 guaraníes, pollo al horno, por 230 guaraníes y pollo a la portuguesa con arroz por 350 guaraníes.
La presentación de las comidas es muy buena pero la porción es pequeña, no hay abundancia, Además se debe aguardar un buen rato para que se sirva lo que uno ha ordenado.
LAS BEBIDAS
En materia de bebidas, la Cabaña El Rancho ofrece también una interesante variedad. Los clientes pueden solicitar al mozo, vino Anjou Rose, cuyo costo es de 1.400 guaraníes, o Calvet Rose por el mismo valor. También se ofrece el Miradau, por 1.200 guaraníes. Para los oriundos de la península itálica se encuentra el Bertolli, cuyo precio es de 850 guaraníes. Para variar se puede tomar el vino portugués Mateus cotizado en 850 guaraníes. El abeerdin Angus argentino cuesta 500 guaraníes, el Valentín Lacrado, 600 guaraníes y el San Felipe 600 guaraníes. El Marqués del Nevado 450 guaraníes.
La cerveza nacional cuesta 90 guaraníes, la alemana 179 guaraníes, y la argentina y la brasileña 90 guaraníes cada una. Estas bebidas son servidas en champañeras con mucho hielo y cada botella cuenta con una servilleta para que el cliente no se moje las manos. La verdad que el mozo siempre está atento para servir las copas y vasos de todos los asistentes.
Para los que gustan del whisky, la casa ofrece el Chivas Regal, cuya raya cuesta 230 guaraníes. El JyB 150 guaraníes y la Etiqueta Negra, 230 guaraníes. Los vasos de whisky son finos y muy elegantes como corresponde a un restaurante de categoría.
Los postres de Cabaña El Racho, iguales a los que se ofrecen en otros establecimientos, aunque la casa ofrece la copa El Rancho, un helado cuyo precio es de 210 guaraníes muy rico.
ESPECTACULOS
Cabaña El Rancho ofrece a sus clientes la actuación de un trío denominado Los del Guairá. Este grupo, aunque no está conformado por estrellas, se desempeña muy bien y sin recurrir a estridencias ni poses desmesuradas, hace bastante agradable la noche de todos los recurrentes al sitio. Posee un repertorio variado y además complace los infaltables pedidos del público.
El establecimiento no cobra un derecho de espectáculo pero si cobra cubiertos, que vendría a ser lo mismo.
Los baños del restaurante son regulares. Cuentan con toalla, jabón, papel higiénico, pero no se conoce el desodorante. Tanto el baño de damas como el de caballeros son de dimensiones considerables.
Sin lugar a dudas el lugar es sumamente agradable pero revela algunas falencias, algunas mesas que se encuentran muy alejadas no cuentan con suficiente iluminación pese a los faros y las correspondientes velas, y además sus ocupantes deben librar una verdadera batalla con voraces mosquitos. No nos consta pero la casa dispone de un considerable stock de espirales para ahuyentar a estos bichos”.