En la década del 70 del siglo pasado, había ya un polo gastronómico en las inmediaciones de Brasilia y Juan de Salazar. Estaba una parrillada bastante concurrida, pero que desapareció con el tiempo. En el año 1978, el diario ABC, lo incluyó en la serie de notas que tituló La Cena fuera de casa, y que nosotros reproducimos acá para que el lector tenga una idea de la realidad gastronómica de otros tiempos.
«Una parrillada con un ambiente fresco, agradable y tranquilo y donde los precios son bastante económicos es «Tayi Poty». Ubicada en la avenida Brasilia y Juan de Salazar en una zona en donde se aglomeran otros negocios similares, normalmente no se tienen problemas de estacionamiento pues los vehículos se alinean sobre la mencionada avenida y calles laterales.
EL LOCAL
La parrillada “Tayi Poty” posee un local más bien pequeño, pero agradable. Para los días de verano, dispone de un patio que da sobre la calle y que resulta muy adecuado para las calurosas noches asuncenas. Para los días de frío, tiene un salón cuya escasa capacidad suponemos que creará problemas en los días de mayor afluencia de gente. Sin embargo, es limpio y bien cuidado. Sus paredes están pintadas de blanco, tiene cielorraso de madera y carece prácticamente de decoración. Posee un mobiliario sin mayores pretensiones, tradicional en este tipo de locales.
ATENDIDA POR SUS DUEÑOS
Una particularidad de esta parrillada es que la atención al público es realizada por sus propios dueños, los hermanos Martínez, quienes con ayuda de uno o dos mozos tratan de brindar y lo logran generalmente, una atención rápida.
Los manteles son limpios, aunque cuando quien esto escribe visitó el local, acompañado de su esposa, el mozo no cambió el mantel que ya había sido usado anteriormente. Las servilletas son de papel.
A la hora de elegir la comida, y como no existe un menú impreso, se debe recurrir al mozo para que este le recite la lista de comidas que, por lo demás, no es muy extensa. De lo contrario el mozo opta por un expediente más sencillo: trae la boleta usada por la nota de venta, en donde se encuentran consignadas todas las posibilidades aunque en ella no constan los precios.
LOS PRECIOS
Los precios son bastante accesibles. Un asado de rabadilla, de costilla o de cerdo, cuesta 170 guaraníes; por una parrillada completa se debe pagar, 400 guaraníes; mientras que un bife a la plancha o una milanesa cuestan 150 guaraníes, una milanesa a caballo exige el pago de 200 guaraníes y una porción de chipa guazú 50 guaraníes. Ah, y existe también la posibilidad de pedir media porción de rabadilla o costilla.
El asado de rabadilla y el asado de cerdo solicitados en oportunidad de la visita a esta parrillada fueron prontamente servidos. Los mismos venía acompañados de generosas, aunque un poco duras, porciones de mandioca. El asado de rabadilla estaba seco, como si hubiese estado mucho tiempo expuesto al fuego, aunque la carne era muy buena. El asado de cerdo estaba «al punto».
En cuanto a bebidas, la cerveza nacional cuesta 70 guaraníes, la manija de chopp puede tomarse por 50 o 70 guaraníes, de acuerdo al tamaño, los vineros tienen oportunidad de elegir entre vinos nacionales, argentinos, chilenos, alemanes y franceses, a precios bastante accesibles. Por ejemplo, la cena fue acompañada por un rico vino rosado chileno que costo la suma de 450 guaraníes.
Para rematar, hay una interesante, aunque no sofisticada, variedad de postres: helados, frutilla, ensalada de frutas, dulce de mamón, miel con queso, guayaba con queso, dulce de batata, de membrillo, de durazno, etc.
CUIDAR LOS DETALLES
Existen ciertos detalles que hacen a la categoría del servicio y a la calidad del local y que, por lo mismo, deben cuidarse al máximo. Tenemos el ya mencionado de no cambiar el mantel una vez usado. Por otro lado, tanto el vino blanco como el rosado deben ser servidos en baldecitos con hielo, para mantenerlos fríos. En la oportunidad que estamos comentando, el vino rosado fu e traído sin cumplir dicho requisito, solo después de ser solicitado al mozo, este trajo dicho implemento, aunque no puso la servilleta alrededor de la botella que impide que se moje la mesa y la ropa, cada que uno escancia el líquido en la copa.
Otro punto que exige atención es el de los servicios higiénicos. En «Tayi Poty», el baño de damas no tiene espejos (un elemento importante para ellas) y aunque es bastante limpio, carece de toallas. Otro tanto puede decirse del baño de caballeros, en donde no pudimos encontrar toallas ni jabón, además de ser muy pequeño, de tener el piso bastante desaseado y de carecer de desodorante».