Su suerte ya estaba echada. Un problema de salud lo colocó directamente en la ronda de eliminación. Venía de un prolongado reposo. Era uno de los más flojos participantes. Casi todos esperaban que sea el eliminado. Y cuando lo fue, todos sintieron su partida como con ningún concursante anterior. Walter hizo un mejunje con su pizza y dejó definitivamente las cocinas de MasterChef Paraguay.
A mitad del programa anterior tuvo que abandonar la cocina porque se sintió repentinamente mal. Fue internado y obligado a mantener reposo durante varios días. Y de allí venía para participar directamente de la ronda de eliminación en una tanda donde también estaban Joaquín, Isaías, Ricardo y Noelia. Contendores que en los papeles previos eran netamente superiores.
El desafío consistía en que debían preparar una pizza con borde relleno, con salsa, queso y toppings a elección. Walter decidió hacer cuatro gustos diferentes en una sola pizza, y se decidió por el pollo, choclo, palmito y la napolitana. Aparte de la falta de cocción adecuada de la masa incurrió en un error elemental, puso el queso por encima de los ingredientes y la pizza quedó sin que se pudiera definir en qué lado estaba cada uno de los gustos que pretendió presentar.
Walter pensaba que iba a ser suficiente con el buen sabor que siempre él lograba con los platos que preparaba. Esta vez no lo fue y se consumó su eliminación. Que si bien muchos lo esperaban, sin embargo no lo deseaban. Walter demostró que era muy querido entre sus compañeros. Estos le brindaron la más afectuosa y cálida despedida. Ninguno de los hasta ahora eliminados recibió de parte de sus ellos tanta muestra de cariño.
Ojo que llegó al borde del precipicio nada menos que en compañía de Isaías, uno de los más pintados del programa. Que curiosamente está bordeando la eliminación desde hace varios programas. Su pizza dejó mucho que desear y su salsa adicional para acompañar los bastoncitos, antes que sumar, restó. Noelia fue la última que integró el trío de los peores platos. Ricardo y Joaquín fueron los mejores, en ese orden en la preparación de la pizza.
Durante el primer desafío de la noche, ocurrió lo más curioso del programa. Juliana rogaba porque la consigna no incluya cocinar con mariscos. Aparte que no le gustaba nunca había probado un bocado con esos productos de mar. Y la consigna sorpresa fue elaborar una paella de mariscos. Pero, lo más curioso fue que ella elaboró el mejor plato de paella de la noche. Incluso, puso una cara cuando Colaso Bo le invitó con un bocado de su propio plato.
– Qué te parece?, preguntó el chef. Juliana seguía con una cara de gol en contra. –Está exquisita, comentó Colaso. Y ella del estupor pasó a las lágrimas. Después ya se envalentonó y en los comentarios que pasan durante el programa ella dijo: «la gente me subestima, mejor que comiencen a tener miedo”. Sus progresos han sido notables, solo que no parecen ser fruto de su seguridad y conocimiento. Pero como ella dice, los pretendientes al título deben tenerle miedo.
Otro dato curioso de ayer. Las peores paellas fueron elaboradas por Joaquín e Isaías. Dos candidatos que programa tras programa venían demostrando capacidad en la cocina. En el programa anterior también estuvieron flojos y esta vez increíblemente tropezaron con la paella. Un plato clásico, conocido, en el que cualquier aficionado mbarete puede sobresalir. Sin embargo, ellos defeccionaron, no por los mariscos, cuyo desconocimiento podría haber sido una dificultad, sino por la falta de sabor y adecuada cocción del arroz. Y por unas deficitarias tortillas españolas con que acompañaron.
Por ahí, calladamente anda Fernando. Anoche, su paella fue el segundo mejor plato y vio la eliminación desde el balcón. Ocurrió lo mismo, en el programa anterior. Sin brillar mucho, viene concursando con mucha regularidad y está como para dar una sorpresa. Ricardo, que no pudo con la paella hizo sin embargo la mejor pizza y es otro impredecible. Así que, el MasterChef puede ir para cualquier lado.