Anoche se eliminó Fabián Santander, el joven chacariteño que participaba porque quería demostrar que de su barrio no solo salen sinvergüenzas y delincuentes. Ayer el programa, aparte de repasar la humilde condición que él ostenta hizo hincapié en la triste historia de la muerte de su padre. Enterneció a sus compañeros y a la audiencia. Cosechó un unánime apoyo en las redes sociales y una gran mayoría no aprueba la decisión del jurado. Pero, creemos que actuó correctamente.
Masterchef se nutre de las emociones que genera en la audiencia. Y muchas veces alimenta determinados tipos de situaciones para crear contradicciones, enfrentamientos y tendencias. Ayer, la presentadora Paola Maltese repasó la historia de los siete que fueron a la ronda de eliminación pero puso mayor énfasis y emoción cuando les tocó el turno a Fabián y don Arcenio. Lo del primero ya lo dijimos y del segundo, nuevamente la alusión a su fallecida esposa.
Se trata de un programa pre grabado y por lo tanto lo que vemos en pantalla es el resultado de un cuidadoso trabajo de edición. No es por casualidad que primero se generó una gran emoción a favor de los nombrados y que contradictoriamente se haya provocado casi un estupor cuando el resultado fue la eliminación de Fabián. Esas cambiantes emociones constituyen el nutriente del programa. Es tanta la habilidad del montaje y la manipulación de llevar de un extremo a otro la impresión de la audiencia que el final casi parece un golpe bajo.
Nadie quería que se elimine Fabián y lo que más importaba eran los sentimientos que generaba y no su habilidad gastronómica. Don Arcenio, el otro que estuvo en capilla llegó a decir. “Me hubiera gustado que me eliminará yo y no él”. No vimos, en los numerosos comentarios de las redes sociales, ningún apoyo a la decisión del jurado. Sin embargo, pensamos que actuó correctamente.
Primero, debemos aclarar que de acuerdo al formato del programa, no importa que los participantes hayan tenido buenas performances anteriores, todo se reduce a juzgar lo que hacen en la ronda de eliminación. Puede ser que uno tenga un mal día o cometa un error imperdonable y eso puede costarle la permanencia en la cocina de Masterchef sin importar sus antecedentes.
Segundo, la consigna de la ronda de eliminación de ayer, fue sorpresa y creatividad. Los cocineros debían preparar una receta conforme a su gusto sin ningún tipo de condicionamiento. Tenían como ingredientes obligatorios carne, cebolla, locote, tomate y podían munirse de otros productos que consideraban necesario para sus platos.
Cero sorpresa. Nadie pasó más allá del bife, algunos en su versión coyguá. El chinito Joseph presentó un enrrollado como nota diferente y Arcenio repitió su so´o apua. La creatividad brilló por su ausencia, tanto en la presentación como en la preparación. El arroz fue la guarnición a la que recurrió la mayoría, y en algunos casos estuvo fatal. A don Arcenio le salió cruda y el chinito le puso pimienta, alguien que como le dijo Rodolfo debía dominar la preparación del arroz. En cuanto a Fabián, presentó un picadito de carne con arroz. Una preparación muy simple, muy básica y lejos de la consigna de la prueba. Todos cometieron errores y nadie se lució precisamente, pero al plato de Fabian le faltaba lo esencial: el concepto. Ni las tremendas ganas que puso podía disimular esta carencia.
Por las reacciones que pudimos palpar a todo el mundo la eliminación de Fabián le pareció una sorpresa. Pero más que nada porque su historia generó mucha empatía y nadie quería verlo fuera. De esa manera el programa de anoche tuvo la sorpresa que tanto reclamaron los miembros del jurado. Rodolfo Angenscheidt, Euge Aquino y José Torrijos, en sus intervenciones iniciales pidieron que los participantes sorprendan con algo fuera de lo común. Eso ni siquiera fue posible cuando en la primera prueba de la noche tuvieron el encargo de preparar una torta, como mejor les pareciera. Algo así como tema libre. Salvo contadas excepciones, el resultado fue reprobado, para decirlo lo más leve posible. No pasaban siquiera la prueba del bizcochuelo.