Don Naohiro Ishida y señora invitaban a una degustación de sake, en la residencia de la embajada. No abrigábamos mucho entusiasmo ya que nuestras escasas y limitadas experiencias con la tradicional bebida japonesa no dejaban recuerdos memorables. La invitación acotaba que la degustación iba a estar acompañada de platillos japoneses lo que hizo subir nuestro interés compensando la apatía inicial. La cita era para las 17:30 razón por la cual el evento se denominaba Tarde de Sake.
Fuimos de los primeros en llegar, a sabiendas de la puntualidad japonesa. Y a sabiendas de la impuntualidad paraguaya nos preocupaba la inquietud del embajador y de los funcionarios de la embajada ante el retraso de los invitados. El evento demoró bastantes minutos y tuvo comienzo sin que una buena parte de los lugares previstos para los invitados estuvieran ocupados. No saben lo que se pierden pensamos mirando los platillos. Después pensamos que no saben lo que se pierden pero pensando también en el sake.
En uno de los salones de la residencia estaba todo dispuesto para la Tarde del Sake, primorosamente arreglado con una impronta minimalista. Había varias mesas redondas, en el centro los platillos (platazos más bien, gastronómicamente hablando) japoneses y en derredor los lugares para los invitados. Cada sitio tenía sobre la mesa un impreso con fotos y textos de siete diferentes tipos de sake. Frente a cada explicativo un shot del sake correspondiente. Recién ahí caímos en la cuenta de que iba a ser una cata guiada.
Mientras aguardábamos que llegaran todos los invitamos, nos tomamos el atrevimiento de olisquear cada uno de los siete vasitos de sake. No eran tan olorosos como los vinos y se nos hacía muy difícil encontrar notas diferentes. La cata estuvo precedida de una exposición audiovisual acerca de la tradición y la preparación de esta milenaria bebida. Después entraron en materia y a medida que transcurrían las explicaciones fuimos catando los sakes. No descubrimos nada notable salvo que uno de ellos tenía un sabor licoroso.
Las explicaciones dadas detallaban las características de cada sake y mencionaba el maridaje. Se nos confundía qué tomar y con qué comer, hasta que en una de esas coincidimos que el Kakumi (costilla de cerdo en salsa de soja) se maridaba con Fu, un sake con sabor más dulce que seco. En ese momento, nuestra impresión cambió radicalmente. La bebida se transformaba totalmente al contacto con el maridaje. El sake sólo se toma con las comidas. Hecho el descubrimiento recurrimos a los numerosos funcionarios de la embajada para que nos indicaran de nuevo el maridaje de cada sake. Y así pasamos por las siete variedades que teníamos a disposición. Y cada uno nos parecía un deleite en compañía del maridaje adecuado.
Nos concentramos en el Fu, el Tohka y el Saika Umeshu, un licor de ciruela japonesa que tiene como ingrediente el sake. No sabemos cómo recaló frente a nosotros una botella de Fu, del cual nos servíamos a discreción sin reparar que servirse así mismo es un acto de mala educación en la cultura del sake (sorry). Los otros sakes tenían las siguientes denominaciones Futarisizuka, Honkaku Karakuchi, Josen Hourai y Tedorigawa Yamahai Junmai. En cuanto a la gastronomía sirvieron para degustar los siguientes platillos: Variedades de Tempura, Buta-Kushi (brochete de cerdo), Yaki-Tori (brochete de pollo), Mouse de queso Gorgonzola, Kakuni (costilla de cerdo en salsa de soja), Canapé de queso azul, papas fritas, aperitivos picantes, paté de ganso con maní artesanal, ensalada de atún, salmón y langostino. Y de postre Helado de Sake y Savarin de Sake.
El sake es una bebida milenaria en Japón, se obtiene a través de la fermentación del arroz. Existen miles de variedades de sake, dependiendo de la variedad de arroz que se utilice en su elaboración. Es lo que le da características especiales. Las que degustamos en el embajada eran todas del tipo Premium y ostentaban cada una de ellas premios nacionales e internacionales. Es la bebida que más se consume en el Japón. La mayor parte de la producción mundial se concentra en ese país pero actualmente existen bodegas en Estados Unidos, Canadá, México y Brasil.
No existe ningún importador de sake en Paraguay. Todos los productos que ingresan lo hacen de contrabando. La intención de la embajada fue dar a conocer este maravilloso producto para difundir su conocimiento y para alentar a las empresas paraguayas a incluir en su portafolio de productos esta bebida.