Siempre se concentró más en lo que pasaba adentro (producción) que en lo que pasaba afuera (salón de ventas). Se esmeraba mucho en la calidad de sus productos y en los procesos de elaboración. Luego de un largo proceso, hace unos meses, tuvo un vuelco sorprendente. Honey se convirtió en un local esplendoroso. Atractivo, acogedor, cómodo, con diversidad de ambientes en donde la excelencia que produce encuentra el escenario que le faltaba.
Dio un gran salto, un salto alto antes que largo. De su conocido local ubicado en la esquina noreste de 25 de Mayo y Vicepresidente Sánchez pasó a la esquina sureste, en la misma intersección. Cruzó la calle. Son apenas 16 metros pero la distancia es kilométrica si se comparan la ambientación y los servicios. Terrazas, patio interior, salón privado, estacionamiento propio, conjugan una armoniosa combinación de diversos ambientes destinados para todos los horarios de consumo; desde el desayuno hasta la cena. De tener espacio para 50 personas, ahora pasó a tener capacidad para atender a 200 y bastante cómodas.
LOS COMIENZOS. Allá por el 2000, se instaló en la esquina de 25 de Mayo y Vicepresidente Sánchez. Era la casa de la madrina de Claudia; ideal para mudarse con la familia y establecer un pequeño negocio. Su mamá le ayudó con la inversión inicial. En un depósito colocó sus escasos equipos y en el garaje armó un salón de ventas. Tenía dos mesitas, una heladera, una vitrina y un mínimo sistema informático. Así fueron los comienzos de Honey.
“Mis comienzos fueron haciendo masitas y tortas para los colegios que no tenían cantina propia y también vendía a los parientes. Luego cuando nos mudamos a la casa empezamos con un panadero y un ayudante. Vendíamos panificados, tortas y dulces, ni siquiera cartel teníamos. El crecimiento fue gradual, lo primeros clientes fueron nuestros vecinos y los alumnos de la universidad, que al poco tiempo pedían comer algo más sustancio”, recuerda.
LAS REFORMAS. Entonces, tuvo que agrandar el salón varias veces. “El negocio me iba invadiendo la casa. Mis hijos estaban más grandes y necesitaban más espacio. Casualmente, encontramos una vivienda en frente y nos mudamos, lo que me permitió estar con mis hijos, atender el local y comenzar con las primeras reformas”.
OTRA AYUDITA. Mientras eso ocurría, McDonald’s decidió comprarles tortas para cumpleaños. “Era un ingreso seguro que me ayudo a poder continuar con nuevas inversiones. Al año, empezaron a ser más exigentes en cuanto a la calidad, así fue que apunté a mejorar todo lo que hacía. Luego vinieron las auditorías que nos obligaron a ser más estrictos en el proceso de calidad. Al mismo tiempo, empezó a aumentar la clientela en el local. Yo no tenía apuro en crecer, pero me di cuenta de que lo que empecé como un hobby, iba creciendo”.
EL GRAN SALTO. Se dio en el 2016. Tres situaciones motivaron el gran impulso. Primero, Marcelo, el marido de Claudia, se incorporó al negocio full time. Segundo, ya les quedaba chico el local original, y tercero, la casa familiar, ubicada en frente, se puso a la venta. “No podría permitir que se vendiera a otros la casa que fuera de mis abuelos maternos, donde pase gran parte de mi niñez”, recordó Claudia. Pero el precio “no estaba a nuestro alcance”.
Comenzaron a buscar ayuda financiera y pronto encontraron respuestas positivas en los bancos. “Con 16 años de antigüedad, decidimos adquirir un local propio, porque la otra alternativa era alquilar, y no me animé a arriesgar una inversión en un lugar que no fuera propio”.
DE 50 A 200. Allá, en el otro local, entraban 50 personas, acá hay 200 lugares. No tenían necesidad de hacerlo tan grande pero esta era “la casa de mis abuelos y yo no quise modificar en lo posible”. Las refacciones se hicieron sin modificar la antigua estructura. Y como era una casa grande, usaron lo que había. Ahora tienen un patio en el fondo, el gran salón y un vip para 24 personas, un ambiente destinado a la heladería, el sector de cafetería y dos coquetas terrazas al aire libre. A esto hay que agregar un espacio de estacionamiento propio, sin considerar el área donde se atiende a los clientes que vienen a buscar productos para llevar. Atienden desde las 07:00 hasta las 22:00, lo que implica que sirven desayuno, almuerzo, merienda y cena.
En el antiguo local quedó todo el sector de producción. Allí se ubican la panadería, confitería, heladería, rotisería, la cocina de producción general, el depósito central y las oficinas administrativas. En el nuevo local se prepara el desayuno, se terminan los platos, se elaboran las meriendas y llevan a cabo los eventos.
UNA LARGA CARTA. El menú de Honey ya era extenso. Ahora, Claudia le agregó algunas cosas más. Antes solo había sándwiches y empanadas para llevar, ahora crearon los gourmets para comer en el local. Añadieron también hamburguesas, lomitos, pizzas a la piedra y picadas. En lo referente a comidas típicas se incluyó el mbeju relleno. También estaban las tartas saladas que ahora se sirven con una pequeña ensalada.
Un tema aparte es el nuevo buffet, con una variedad de carnes, guarniciones, pastas y ensaladas, en combinaciones bastante interesantes, no solo para la vista sino también para el gusto. La novedad es que también estos platos pueden prepararse a la carta. Los desayunos también constituyen algo nuevo. Entre las opciones están el omelette, huevos benedictinos, waffles y panqueques. El área de heladería ofrece 32 sabores de helados artesanales tipo italiano. La cafetería se confunde con un bar en donde el cliente puede pedir cervezas, vinos y tragos. Lo de los dulces es un sello indiscutible de Honey. No vamos a extendernos aquí sobre sus tortas, masitas y facturas, pero vimos que Honey está incursionando y evolucionando en materia de chocolatería fina artesanal, manteniendo la misma calidad que lo caracteriza siempre. Y también ofrece catering, almuerzos y desayunos de trabajo, a domicilio.
EQUILIBRIO PERFECTO. Honey tiene cuatro áreas que se equilibran perfectamente en el tiempo. La panadería y la confitería son rubros que se consumen más en invierno; y la heladería y la cocina salada se prefieren en el verano. De allí que es difícil definir cuál de los rubros es el preferido por los clientes. “Estamos capacitados para producir de todo. No me veo sin uno de esos rubros”, dice Claudia. Y está pensando en habilitar un servicio exclusivo a la carta para la noche.
HAY OTRO MOVIMIENTO. La clientela está formada por un heterogéneo grupo de personas: profesionales que trabajan en los alrededores, universitarios y moradores de la zona. Los fines de semana eran poco concurridos, la actividad culminaba al mediodía de los sábados, pero ahora cambió radicalmente. Los sábados de tarde mucha gente se reúnen con amigos, festejan cumpleaños, aniversarios, bautismos y baby shower. Los domingos el buffet convoca a las familias al medio día y de tarde siguen los festejos, aclara Claudia.
Lo cierto es que el nuevo local de Honey lo ha cambiado todo. Es un sitio que atrae por su delicada ambientación, por la comodidad de sus diversos ambientes, por los diferentes servicios que ofrece. Un lugar donde uno puede realizar las compras para la casa o sentarse a disfrutar desde un café acompañado de unas facturas, saborear algunos de los sándwiches gourmet, o incluso tomarse un trago haciendo la previa para servirse un tentador buffet.