Cuando terminó sus estudios en el IGA se había prometido tener un local gastronómico propio. Pero sus actividades como funcionaria del Poder Judicial le impedían. Hasta que se dieron las circunstancias y montó un bar donde dio rienda suelta a sus gustos relacionados con el mar. Montó un local con onda playera, dejó su trabajo en los tribunales aunque tiene algunos casos gracias al título de abogada que tiene bajo el brazo. Y hace unos días cumplió un año de existencia.
Campeche se llama el local. Está ubicado sobre Molas López esquina Jasy, en un zona que parecía un nido de baldíos, pero que ahora pasó a jugar en primera gracias que en la misma esquina se habilitó la nueva y moderna sede de Casa Rica. Y ahora Campeche tiene una mayor exposición pública. El nombre le viene, no del Estado mexicano del mismo nombre, sino de una isla ubicada cerca de Florianópolis, Brasil, donde la joven abogada, apenas tiene 26 años, suele pasar las vacaciones junto a su familia.
Se inspiró indudablemente en el Parador La Huella, un lugar emblemático de Punta del Este, Uruguay. La estética es casi idéntica, claro que faltan el mar y la arena blanca. Totalmente abierto con pisos y muebles trabajados en maderas rústicas. Profusión de cortinas blancas y colores crudos. Inexistencia de materiales no naturales. En el lugar se construyó un tinglado con estructuras y techos de metal, pero las columnas fueron “forradas” con madera y el techo tiene una cobertura de tela para hacerla compatible con la onda playera. Onda playera nocturna porque abren a partir de las 18:00 de martes a domingo.
“Mi idea es la de un lugar con onda tranquila, para pasar una noche sin estar hasta muy tarde. Es venir, tomar unos tragos, picar algo y escuchar música”, nos dice Lauri, mientras desde la música ambiente se escuchan ritmos de reggae. “En Campeche, los bares de playa son iguales a este, todo abierto, súper virgen y antes aquí por los alrededores eran todo patios baldíos”, nos comenta más adelante. Campeche tiene «cero decoración». Ningún objeto fue utilizado para adornar el local, todo es madera, un poco de paja y telas. Faltan aún elementos verdes para agregar más naturaleza aunque frondosos árboles adornan el predio.
Para estar a tono con la onda playera, la carta tiene entre sus propuestas principales de entradas, las rabas y los camarones apanados, súper recomendados. Así como otros platos que incluyen frutos de mar. También se oferta un pajagua de surubí y luego una lista de tapas, mini burgers y empanaditas donde predominan los que llevan camarones. Ofrecen pizzas en cuatro variedades y solo cuatro versiones de platos de fondo donde los protagonistas principales son el salmón, el surubí y el lomito vacuno.
Otro fuerte de la oferta de Campeche son los tragos. La carta está siendo cambiada en un 90% y contendrá tragos con espumantes como ingrediente principal aunque no quedarán de lado los tradicionales caipiriñas y daiquiris. Por supuesto, que también venden cervezas, vinos y espumantes, whiskies y otras bebidas espirituosas.
Como el lugar es totalmente abierto, sufre los rigores del clima. El calor se atenúa con los vientos que circulan por su ubicación en esquina y por los ventiladores instalados. Y cuando hace frío recurren a fogones y a mantitas más al cerramiento que permite la estructura edilicia y que defiende las instalaciones también los días de lluvia.
“La cantidad de clientes baja mucho en invierno pero en estos meses comienza a fluir de nuevo. Pero ahora hay mucha competencia y me estoy dedicando a full a realizar alianzas con las marcas”, nos dice Lauri Pereira, quien está llevando sola la responsabilidad del local. La capacidad es para 80 personas sentadas, “da para más pero no queremos llenar de gente”, sigue Lauri y nos comenta que curiosamente el perfil de la clientela es de personas mayores de 40 años.