La gastrosexología es la fusión de la psicología, la sexología y la gastronomía que trata de explicar los mecanismos de excitación sexual que se encuentran latentes en el placer de disfrutar una comida o de cocinar.
La expresión fue creada por la española Mónica Novas, una psicóloga especializada en sexología y que además es una creadora gastronómica. Aparte de divulgar sus conocimientos a través de un blog, ella imparte cursos y talleres en toda la península ibérica.
Lo primero que hace la gastrosexología es desmitificar la existencia de los famosos alimentos «afrodisíacos» porque desde el momento que lo consumes hasta que te haga efecto, puede pasar mucho tiempo. Además no existe evidencia científica que relacione directamente la ingesta de algún alimento con la perfomance sexual.
Para la gastrosexología todo es cuestión de dejarse llevar por las sensaciones que se experimentan al degustar ciertos platos o productos e implica cuestiones tales como: temperaturas, texturas, colores, olores y sobre todo recuerdos que pueden producir placer en el mundo de la gastronomía. Todo esto con el fin de potenciar nuevas sensaciones de placer en la vida diaria.
«Todos sabemos a ciencia cierta de ciertos platos que nos producen más placer que otros, lo que trato de explicar es que mecanismos están influyendo, tanto en la historia previa que tengas de sabores. Cuando sabes que vas a comer algo que hace mucho tiempo no comes, es como un preliminar del sexo», explica Novas.
Cada uno tiene su plato relacionado con su sexología
Esto funciona igual para hombres y mujeres y tanto en las comidas como en las bebidas. Para la profesional «cada uno tiene que buscar su plato personal relacionado con su placer, su plato relacionado con su sexología».
La explicación es que cuando uno experimenta sensaciones placenteras, por ejemplo a través de la gastronomía el cerebro produce endorfinas que son, entre otras cosas, como estimulantes del apetito sexual. Por eso, desde tiempo inmemorial el placer del sexo siempre estuvo ligado al consumo de alimentos, tal como ocurría en las bacanales romanas.
Mónica Novas que es una creadora gastronómica tiene bien claro que una comida placentera puede ser el preliminar para una noche perfecta. Para ella, el delantal ya es un elemento erótico y además el hecho de que un hombre quiera agasajar a su pareja ofreciéndole una comida, moviliza sensaciones que ayudan a imaginar que si alguien es hábil en la gastronomía también puede ser hábil en las artes amatorias.
Para ella el secreto está en las texturas y sabores. Cada persona tendría su plato o su bebida relacionada con su sexología. Y allí aparecen las explicaciones psicológicas que nos ayudan a potenciar ciertas actitudes o situaciones. “Uno puede hacer un plato frío o caliente, pero por el tema de la habituación del cerebro, si le estás dando mucho calor se satura y para de prestar atención con lo cual no te da tanto placer como si quieres sexo”.
Lo mismo ocurre con el efecto del picante. Mucha gente gusta del picante a pesar de que provoca una sensación de ardor y de fuego en la boca. Según los estudios el picante libera una sustancia llamada capsaicina que queman las terminaciones nerviosas de la boca y la lengua y provoca que dichas terminaciones nerviosas envíen al cerebro sensaciones falsas de dolor y ésa da la orden al cuerpo para que secrete endorfinas, un calmante que produce sensación de placer.
Si la persona consume una segunda porción de picante provoca mayor liberación de endorfinas lo cual genera una oleada de bienestar y placer al punto que algunas personas se convierten en adictas al consumo. Estos son los mecanismos psicológicos que se aplican en la elaboración de los platos.
Para la gastrosexología, existe una delgada línea entre el consumo del vino y el comportamiento sexual. Sabemos que el vino tinto, tiene propiedades vasodilatadoras que favorecen la erección en el hombre y eleva la cantidad de estrógenos en la mujer produciendo un incremento del deseo sexual en ellas.
La cuestión es mantener un consumo moderado porque el alcohol puede retardar el orgasmo y un exceso puede producir disfunción eréctil y sueño. Pero en cantidades moderadas produce una liberación del deseo por la segregación de endorfinas, borra los frenos sociales y las barreras psicológicas.