En marzo, renunció al trabajo que desde hace cinco años tenía en un banco. Viajó al extranjero para mejorar su inglés y trabajar. Así fue que por primera vez vio una cafetería de gatitos. Enseguida se le prendió la lamparita y le comentó la idea a su mamá, quién hace años había pensado en lo mismo. Al volver, tomó sus ahorros, vendió su auto y con su mamá pusieron inmediatamente manos a la obra para crear el Coffee Cat, una cafetería donde los gatos son los anfitriones. El uno de agosto cumplió un mes y el novel proyecto es un rotundo éxito.
“No esperábamos que viniera tanta gente, estamos exhaustos”, nos dice Fiorella Arellano, 23 años, estudiante de administración e ingeniera comercial. La idea era iniciar un negocio para obtener fondos con los que solventar el refugio de gatos que Cinthia, su madre tiene con una amiga en la ciudad de Luque donde atienden a un total de 80 de esos pequeños felinos, rescatados de la calle. “Es un sueño que se hizo realidad”, comenta.
El Coffee Cat está ubicado en la esquina de Luis de Morales y Benigno Villamayor, atrás (casi abajo) de la Universidad Americana, a pocos metros de la avenida Brasilia. Ocupa una pequeña y vieja casa cuya pared lateral sobre Luis de Morales exhibía al inicio un gran mural, pero luego pintaron toda la ochava y el lugar quedó como una pared gigante donde al artista Gabriel Melgarejo se despachó a su gusto sobre el tema.
El inmueble es una de esas construcciones antiguas, con ambientes muy pequeños que para un local gastronómica es casi como un laberinto. En uno de los espacios, externos a la construcción principal, crearon el salón principal con una pequeña barra y cerramiento de blindex. En lo que era la vivienda propiamente dicha, hay diminutos saloncitos. En lo que resta del inmueble, pusieron algunas mesas y sillas en el pequeño jardín y sillones y sofás en el garaje.
¿Y los gatos?
Están por así decirlo en la parte privilegiada del inmueble. En tres o cuatro ambientes, mejor ambientados y decorados que los sectores destinados a los clientes. Allí viven 15 gatitos y es un área especial donde las personas pueden ingresar para interactuar con los felinos. Pero ojito, allí no se puede ingresar con alimentos para evitar que den a los michis productos que no deben consumir. Solo determinada cantidad de personas y niños pueden ingresar al mismo tiempo y por horario limitado. Todo bajo el cuidado y control de personas preparadas para el efecto.
Los gatitos se alimentar en dicho lugar, hacen también allí sus necesidades, tienen oportunidad de salir al aire libre mediante un cercamiento especial que construyeron en torno a las aberturas. Allí hacen una vida de gatos, duermen la mayor parte del día, tienen horarios estrictos de descanso, se alimentan a gusto cuando quieren, remolonean y se apoltronan en los mullidos sofás del lugar, dejando que niños y mayores le acaricien o jueguen con ellos, cuando están dispuestos.
El café de gatos en el que se inspiró Fiorella permite que los gatos deambulen libremente entre las mesas y sillas donde están ubicados los clientes. Pero en el Coffee Cat, no se atrevieron a tanto porque al ser una idea muy innovadora en nuestro medio quisieron prever que nadie tenga quejas cómo, por ejemplo, contra los pelos que pueden caerse en el café o en las comidas. Hay machos, hembras y cachorros, todos castrados, sanitados, bañados, llevan una vida de privilegio.
Concurren al lugar, en su mayoría gente joven, padres y madres con sus niños y también los alumnos de la universidad Americana. Según Fiorella, vienen de todas partes. En total pueden recibir al mismo tiempo a unas 45 personas. El día que fuimos por allí, había una gran concurrencia y la demanda ponía un poco en aprietos a la celeridad del servicio. Atienden de lunes a viernes de 07:30 a 19:30 y los sábados de 07:00 a 20:0. Ya están pensando extender el horario en la noche y habilitar la atención los domingos.
La idea inicial de recaudar fondos para el Refugio Pro-Cat ya ha traspasado los límites y hoy el proyecto Coffee Cat es todo un gran negocio. Cinthia, la mamá de Fiorella hace 10 años rescata gatos de la calle y especialmente del Mercado Cuatro junto a su amiga Rosa crearon el refugio, para lo cual recurren a sus ingresos personales para solventar los gastos.
El servicio de cafetería incluye bebidas calientes y frías. Latte Vainilla, Latte Caramel, Cortaditto, Coffee Cat, Capucchino, Mocha, Macchiato, Latte, Espresso, Chocolatada, Té y Té con Leche, entre los primeros. Caramel Ice, Vainilla Ice, Iced Coffee y Iced Latte, entre los segundos. También hay cervezas, jugos naturales y agua. El menú incluye también una amplia variedad de productos dulces y salados. Cookies, medialunas, croissants, wafles, rolls de canela, alfajores, tortas, tartas, postres, pastafrolas, cheesecakes, Entre los saldos podemos mencionar mixtos, tostadas, sándwiches, chipitas, bombas de queso, huevos revueltos, pizzeta, tartas, mebjues, y empanadas.
Fiorella es la del medio entre seis hermanos, en una familia donde todos son gatunos. En su casa ella tiene a dos michis, Copita y Libertad, una hembra y otro macho, que todavía no fueron de visita al Coffee Cat. De hecho, si bien se definen como un local pet friendly no permiten que los clientes ingresen con sus gatos en el sector de los felinos anfitriones. Tienen habilitadas alcancías donde el público puede hacer donaciones para otros refugios de animales y aclaran que no pueden hacerse cargos de los gatitos que a veces llevan las personas.